Un nuevo Goya para el Prado, adquirido por 3,3 millones de euros y donado por los Amigos del museo

El Museo del Prado sigue engrosando su espléndida colección de Goya, la más importante del mundo, a la que ha añadido un nuevo miembro. Se trata de ‘Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes’, un lienzo que el artista aragonés presentó al concurso de pintura que la Academia de Parma convocó en 177o y se celebró un año después. Primera obra documentada de Goya, pertenecía a la Fundación Selgas-Fagalde. La obra, que fue adquirida en 2020 por 3,3 millones de euros por la Fundación Amigos del Prado, que celebra su 40 aniversario, ha sido donada ahora a la pinacoteca.

El Prado ha escogido las redes sociales para hacer público el anuncio. Concretamente, Instagram, donde el director del museo, Miguel Falomir, ha dado la buena nueva: «Es un día extraordinariamente feliz para el Prado. Es una obra fundamental en la trayectoria de Goya, la que mejor explica sus inicios. El pintor la preparó minuciosamente, y algunos de los estudios que hizo para ella pueden verse en el ‘Cuaderno italiano’». Hay dos bocetos, también en lienzo, de este cuadro. Uno fue adquirido por el Museo de Zaragoza hace pocos años y el segundo se subastó en Nueva York en enero de 2020.

En 2011 se firmó un convenio entre el Prado y la Fundación Selgas-Fagalde por la que «Aníbal vencedor que por primera vez mira Italia desde los Alpes», pintado por Goya con solo 25 años, permanecería en depósito durante seis años en el Prado, museo en el que ya estuvo en 1993, cuando fue estudiado a fondo y atribuida su autoría a Goya por parte de Jesús Urrea, y expuesto en él un año después como parte de la exposición «Goya, el capricho y la invención». Como contrapartida, el Prado se comprometió a estudiar y restaurar cinco del centenar de pinturas de la colección Selgas-Fagalde y organizar en su sede de Cudillero dos exposiciones monográficas con fondos del Prado. La primera, sobre Luis Meléndez.

La obra estuvo colgada en la sala 35 y expuesta junto al «Cuaderno italiano» del pintor aragonés durante solo unas semanas, debido a la fragilidad de este último. Manuela Mena, entonces responsable de la colección del pintor en el Prado, contaba que Goya presentó este cuadro al concurso de la Academia de Bellas Artes de Parma en 1771, quizá por la proximidad entre esta Corte y la española (en ambos casos reinaban los Borbones) y la repercusión que tendría en caso de ganar. No fue así. Ganó Paolo Borroni, un artista local, y Goya solo obtuvo una mención. Su principal error, saltarse a la torera algunas preceptivas del jurado, como la gama cromática. Optó por tonos pastel. Ya en este primer trabajo Goya ahonda en la psicología del héroe protagonista, Aníbal. Manuela Mena advertía coincidencias en su mirada con la del fusilado del «3 de mayo». Goya estuvo dos años en Italia (1769-1771), muy posiblemente con Mengs y su entorno.

Durante muchos años se desconoció el paradero de esta obra de Goya, hasta que fue adquirida a finales del siglo XIX por el empresario, arqueólogo e historiador Fortunato Selgas, sin que se tuviera conocimiento de quién era su autor. En 1994 se dio a conocer el cuadro públicamente en el Museo del Prado como obra de Goya.

El concurso de la Academia de Parma

Este óleo sobre lienzo, de 88 por 132 centímetros, fue enviado por Goya en abril de 1771 al concurso de la Accademia di Belle Arti di Parma. Ésta, fundada por Felipe de Borbón en 1752, permitía la participación en sus concursos de pintura y de dibujo de arquitectura a cualquiera que quisiese hacerlo. El tema elegido estaba inspirado en la poesía del abate Frugoni, primer secretario de la Academia hasta su fallecimiento en 1768. Es probable que Goya se enterase del concurso a través del pintor siciliano Gesualdo di Giacomo, al que conoció en Roma, y quién también participó en la convocatoria. Otros concursantes fueron Pierre du Hallas y Paolo Borroni. Optarían al premio de una medalla de oro de cinco onzas. Este último, alumno de la Academia y ya había sido galardonado el año anterior en la categoría de dibujo de composición, volvió a alzarse con el primer premio en el concurso de pintura de 1771.

La carta que Goya envió junto a su pintura, fechada en Roma el 20 de abril de 1771, pudo haber sido escrita por alguno de los estudiantes españoles que Goya conoció en la Ciudad Eterna, a pesar de estar escrita en primera persona y firmada. La firma dice Goja, italianizando el apellido. La obra llevaba el lema (exigido por las normas del concurso) extraído del libro sexto de la ‘Eneida’ de Virgilio: «Jam tandem Italiae fugientis prendiomus oras», que significa «Y ya al fin las costas huidizas de Italia alcanzamos». El bando decía que la pintura de historia debía representar a Aníbal alzándose la visera del casco, acompañado por un genio alado que le cogía de la mano, mientras, con expresión de gozo, divisaba los bellos campos de la Italia sometida y las victorias que estaban por llegar. Todo ello había sido extraído del soneto de Frugoni, el verdadero homenajeado de esa edición del concurso.

La obra de Goya responde a una tendencia barroca. Aníbal ocupa el centro de la composición y acapara toda la tensión. Su cuerpo está construido siguiendo modelos clásicos. El genio que le acompaña ha sido relacionado con modelos provenientes de Giaquinto. En primer plano encontramos la figura de un hombre con cabeza de toro, de espaldas, que sujeta un cántaro del que mana agua. Es la personificación del río Po según la iconografía de Cesare Ripa en Lombardía. Goya le da mucha importancia a esta figura como indica su posición en el primer plano y la iluminación a contraluz. En la parte superior derecha, en el cielo, encontramos una figura femenina sobre un carro que desciende hacia Aníbal con una corona en la mano. Presumiblemente se trata de la alegoría de la Victoria (o la Fortuna, según Jesús Urrea), figura que no aparece en ninguno de los bocetos conservados de esta obra, por lo que se deduce que Goya pudo haber decidido su inclusión en el último momento.

Goya puso mucho empeño en acometer esta obra según las exigencias de la Academia. Todavía era un pintor joven y le interesaba ganar prestigio. La abundancia de material conservado relativo al concurso y las correspondencias con la pintura de Goya confirman la capacidad que tenía el artista para adaptarse a las exigencias académicas. Por otra parte, varios autores han señalado que la elección del tema pudo tener mucho que ver con la implicación del artista, quien podía sentirse él mismo como el propio Aníbal, un viajero que llega a Italia dispuesto a conquistarla, igual que Goya quiso ganarse a los italianos con su pintura.

Aunque Goya no obtuvo el primer premio, los académicos dedicaron una elogiosa mención al artista. En el fallo le otorgaron seis votos, y dijeron que se apreciaba un manejo fácil del pincel, una cálida expresión en el rostro y, en la actitud de Aníbal, el carácter grandioso. Y añadieron que si las tintas se hubiesen acercado más a la realidad y la composición al argumento, se habría disputado el primer premio.

Un Greco inexportable

No es la primera vez que la fundación saca a la venta obras de su colección. El año pasado ya intentó vender una ‘Inmaculada Concepción’, del Greco. Pero la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, dependiente del Ministerio de Cultura, acordó en una reunión celebrada el 17 de diciembre, declarar inexportable la obra «por ser una reducción, con mínimas variantes en la composición y algunas diferencias cromáticas, del extraordinario ejemplar realizado por El Greco para la Capilla Oballe (Toledo), conservado en el Museo de Santa Cruz de dicha ciudad. Se trata de una pintura bien acreditada en la bibliografía del Greco; un ejemplar cuya excelente valoración artística, fortuna crítica, así como procedencia y peripecias dentro de la colección Selgas, quedaron reflejadas en la ficha redactada por José Álvarez Lopera en el catálogo de la exposición El Greco. Identidad y transformación (Madrid, 1999, nº 84). Todo ello, unido a los esfuerzos llevados a cabo por el Estado español para recuperar la obra tras su salida ilegal de España, que culminaron con la operación del FBI de 1971 y su retorno a nuestro país y devolución a sus propietarios en 1975, hacen de esta pintura una pieza de singular importancia para nuestro patrimonio histórico y hacen aconsejable que no se acceda a la exportación definitiva de la misma».