El icónico templete de Antonio Palacios vuelve a la Gran Vía

En los años 20 madrileños, bajar al Metro desde la Red de San Luis era posible por 5 céntimos –«una gorda», decían los cronistas de la época– a través de un ascensor que tenía su boca de acceso en un precioso templo de granito cubierto por una marquesina de hierro y cristal. Durante cerca de 50 años, esa pieza de artesanía, cuyo diseño salió de la mente del genial arquitecto Antonio Palacios, fue un icono de la ciudad. Después, desapareció. Y ahora, otros 50 años después, regresa a su lugar original una réplica exacta, hecha incluso con los materiales originales: granito de Porriño.

El lunes comenzarán a llegar los materiales, piezas enteras trabajadas en un taller de cantería de esa localidad gallega (en Pontevedra), y se iniciará el montaje del templete de Palacios. Para realizarlo, la compañía Metro tuvo que encargar una investigación histórica que buceó en las fuentes y determinó con exactitud cómo era este elemento, que sufrió muchos cambios a lo largo de sus años de vida madrileña.

Cedido a Porriño

Madrid ya se había acostumbrado al templete, tras tantos años en la Red de San Luis. Era la vía de entrada al Metro por aquel punto, y el acceso consistía en un pozo vertical con una escalera de caracol que rodeaba al ascensor. Fue la puesta en marcha de nuevas entradas al Metro, con la modernidad de las escaleras mecánicas, lo que lo relevó al desuso.

Cuando se decidió desmontarlo, la compañía se lo ofreció primero al Ayuntamiento, que pensó en convertirlo en oficina de información. Pero el alcalde de Porriño anduvo muy despierto: llegó a Madrid y pidió llevarse a su pueblo, localidad natal de Antonio Palacios, una de las obras más conocidas del ilustre arquitecto. Y así se hizo. Y allí sigue lo que queda del templete, en un parque de la localidad gallega.

Templete de la Red de San Luis, de 1920, junto a la réplica que se instalará ahora en el Metro
Templete de la Red de San Luis, de 1920, junto a la réplica que se instalará ahora en el Metro

Ahora, pieza a pieza, las fábricas de sillares se traen desde las canterías en que se han trabajado. Y una vez montadas, explica a ABC Carlos Zorita, responsable de obras de Metro de Madrid, se instalará también la marquesina metálica y de vidrio que remata el conjunto. « En dos meses, quizá algo menos, estará montado de nuevo», informa.

Escudo de Madrid

Dentro del templete, se mantendrá la estructura del nuevo ascensor, que va a hacer la recién remodelada estación de Gran Vía totalmente accesible para personas con problemas de movilidad. A través del templete, se podrá bajar por el nuevo eje vertical y conectar tanto con la línea L1 como con la L5 y el acceso a la estación de tren de Cercanías.

No es una obra que suponga una dificultad técnica: parte del templete se apoyará en la losa de cubierta del nuevo pozo vertical, para lo que hubo que hacer los correspondientes cálculos de cargas. Es, recuerda Zorita, una obra de bloques de granito macizo.

En la fachada que mira a la calle Montera lleva un arco de medio punto rematado con un escudo de la ciudad de Madrid, labrado artesanalmente en la piedra. En Metro están convencidos del éxito que tendrá la vuelta del templete a su lugar original. «Creemos que se va a convertir en un punto de referencia para los ciudadanos», aseguran desde Metro. Tan icónico, tal vez, como es ahora la estatua del oso y el madroño.

El templete original, que se encuentra en Porriño (Pontevedra)
El templete original, que se encuentra en Porriño (Pontevedra)

Aprovechando además la remodelación y modernización de la estación de Gran Vía, cuya cumbre será esta recuperación del templete de Antonio Palacios, los responsables de Metro –empresa pública que dirige el consejero de Transportes, David Pérez– tienen previsto que el arquitecto tenga un reconocimiento en la nueva estación. Curiosamente, y pese a todo lo que Palacios aportó al Metropolitano madrileño, todavía no contaba con ningún recordatorio de su paso por esta compañía, que contribuyó a fundar en 1919.

Palacios, de hecho, diseñó vestíbulos y accesos de varias de las estaciones del Metro, y también es el autor del logo del rombo que, con algunas variaciones, sigue sin embargo utilizándose hoy en día.

También fue Palacios el autor de algunos de los edificios más bellos de Madrid, como el Palacio de Comunicaciones (hoy sede del Ayuntamiento de Madrid), el Hospital de Jornaleros de Maudes (en la actualidad Consejería de Vivienda de la Comunidad de Madrid), el Edificio de las Cariátides (que hoy ocupa la sede central del Instituto Cervantes) y el Círculo de Bellas Artes. Como profesor de la Escuela de Arquitectura, también dejó su huella: fueron alumnos suyos Casto Fernández Shaw (autor del Edificio Coliseum de la Gran Vía) o Pedro Muguruza (autor del Palacio de la Prensa). Aunque afincado en Madrid, nunca olvidó su Galicia natal; de hecho, hizo esculpir el escudo de su tierra en la fachada del Palacio de Cibeles.