El «efecto Ayuso» coloca al PP a 1,8 puntos de Sánchez

El clima electoral en Madrid, la fuerza de la candidatura de Isabel Díaz Ayuso y la guerra con Ciudadanos (Cs) parece que está impulsando también hacia arriba la marca del PP a nivel nacional. La encuesta de NC Report del mes de marzo, realizada entre los días 26 y 31, coloca al PP a tan sólo 1,8 puntos de distancia del PSOE en la carrera hacia unas elecciones generales.

Los socialistas se mueven en el 26,6 por ciento del voto frente al 24,8 por ciento del PP. Esto, en escaños, implica que Pablo Casado estaría aproximándose a una posición de casi empate técnico con Pedro Sánchez. La horquilla para los populares es de 105/107 diputados. Y la de los socialistas se mueve entre los 108/110.

Por bloques, el fracaso de la moción de censura en Murcia y la aceleración del proceso de descomposición de Ciudadanos provocan importantes movimientos en el centro-derecha, que llevan a que la suma de escaños de PP, Cs y Vox alcance los 170 escaños. La mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados se sitúa en los 176. La suma del bloque de la derecha podría llegar a los 179 escaños, siempre que el 50 por ciento del electorado residual de Cs votara al PP, y el 25 por ciento, a Vox.

Estrategia de absorción de Cs

Precisamente, éste es uno de los interrogantes a despejar en la estrategia de absorción por parte de Génova de las siglas naranjas por la vía de captar a cargos nacionales, regionales y locales. Los dirigentes y los cargos pueden cambiar de partido por ideología o simplemente para continuar viviendo de la política, pero la pelea se juega en si este movimiento sísmico de carácter orgánico va acompañado de un trasvase de votantes de igual fuerza desde Ciudadanos al PP.

La demoscopia apunta a que puede variar según la comunidad autónoma, aunque la inercia es que en líneas generales esos votantes de Albert Rivera se inclinen hoy más por Casado que por la opción de un Gobierno de coalición con Podemos y apoyo además independentista. En Madrid, por ejemplo, el electorado de Ciudadanos tiene un perfil más de derechas que el de otras autonomías, como Andalucía, donde en sí el votante del PP es más de centro.

En cualquier caso, el golpe en Murcia, que ha llevado a elecciones en Madrid y que ha hecho saltar por los aires la relación entre el PP y Ciudadanos, se traduce en que el conjunto de las derechas crece en porcentaje de voto y número de votantes con respecto a 2019. Pasan del 43,1 por ciento al 46,6 por ciento. Y de 10,4 millones a 10,8 millones de votos. La Ley D´Hont permite a este bloque ganar 17 escaños: suben de 153 a 170.

El PP copa el crecimiento

El crecimiento se concentra en el PP, y desciende en Vox y, sobre todo, en Ciudadanos. Hay un interrogante que puede ser decisivo en la evolución de esta concentración en las siglas del PP, y que se deriva de las elecciones en Madrid. Si Cs no entra en la Asamblea madrileña, la aceleración de la crisis naranja puede precipitarse, y llegar incluso a tener consecuencias en el liderazgo nacional que hoy representa Inés Arrimadas.

La izquierda, sin embargo, retrocede tanto en número de votos como en porcentaje. Bajan de 10,5 a 9,4 millones de votos, y pasan del 43.3 por ciento al 40,6 por ciento. El ajuste entre partidos es más equitativo que el que se produce en las derechas, ya que el PSOE y Unidas Podemos pierden 1,4 puntos cada uno. Globalmente se dejan 17 escaños, al descender de los 158 a 141. Los socialistas pierden entre 10/12 diputados y los morados, entre 5/7.

Estas cifras se producirían con una participación que cae hasta 3,1 puntos con respecto al 10-N. Los independentistas catalanes se mantienen en el mismo número de escaños que el de las últimas elecciones generales. Y lo mismo ocurre con el PNV. La CUP sí bajaría un diputado.

Reajuste en la derecha

En relación a esta foto de las últimas elecciones generales de noviembre de 2019, el cambio más importante viene provocado por el reajuste dentro de la derecha. El trasvase de votos de Ciudadanos al PP se eleva al 31,6 por ciento, mientras que a Vox dicen irse un 18,4 por ciento de los votantes naranjas del 2019. La fuga al PSOE queda reducida al 3 por ciento.

En el caso de Vox, un 4,9 por ciento de sus votantes se irían al PP. Mientras que a Ciudadanos sólo dice estar dispuesto a hacerlo el 0,4 por ciento.

El PP es el partido que muestra una mayor fidelidad de voto, que se eleva hasta el 93,3 por ciento. Y su principal agujero sigue siendo el partido de Santiago Abascal, aunque pequeño porque sólo se le van por ahí un 4 por ciento de los votantes de las últimas generales. Esta fidelidad de voto ha aumentado notablemente con respecto a anteriores sondeos. Por muy poca distancia, Vox es el segundo partido con sus votantes más fidelizados.

En la izquierda, el PSOE tiene una fidelidad de voto del 84 por ciento, y su fuga más grande es la que mira hacia la abstención, un 8,1 por ciento. Los votantes de noviembre de 2019 que dicen estar pensándose irse a Podemos son minoritarios, sólo un 1,1 por ciento. En el caso del partido de Pablo Iglesias, el trasvase es mayor al PSOE, un 8,8 por ciento, que a la abstención, un 7,7 por ciento.

Moncloa aún confía

La salida del Gobierno de Pablo Iglesias y la reordenación de la dirección de Podemos, en función del resultado de las elecciones de Madrid, influirá a futuro en este reajuste dentro de la izquierda. En Moncloa confían en que la aceleración de la vacunación, los primeros fondos europeos y el efecto amortiguador de la salida de Iglesias del Consejo de Ministros les ayude a reforzarse en las encuestas.

Pero el resultado de las elecciones autonómicas en Madrid y la posición en la que quede Pablo Iglesias serán decisivos en la evolución demoscópica de la izquierda. El futuro también está condicionado por cómo encaje el nuevo Gobierno catalán –si se confirma, como está previsto, el pacto independentista– en las alianzas de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. La foto de marzo confirma que electoralmente el viento sigue ayudando a la derecha a ir hacia arriba, y que el terremoto autonómico que estalla en Murcia sólo ha servido para reforzar a Pablo Casado.

Vox ha estado hasta ahora muy desaparecido en la campaña madrileña, aunque desde el partido auguran el inmediato desembarco, como revulsivo, de Santiago Abascal. Vox también se juega mucho el 4-M porque dejar de ser decisivo para condicionar los Gobiernos del PP alimentaría el eslogan del voto útil del que Casado depende para llegar a La Moncloa. Cuanto más fuerte esté Abascal, más débil hará estar a Casado.