Biden sigue sin llamar a Sánchez cuatro meses después de su victoria

«Sé que los últimos años han tensado y puesto a prueba la relación trasatlántica. Pero EE.UU. está decidido a reencontrarse con Europa, consultar con vosotros y recuperar nuestra posición de confianza y liderazgo». Joe Biden expresó así a mediados de febrero su intención de restablecer al máximo la cooperación trasatlántica después de las turbulencias de la presidencia de Donald Trump. Lo hizo en la conferencia de seguridad de Múnich, en su puesta de largo en la política internacional en un discurso que quedó marcado con su «América ha vuelto».

«Hoy, después de años de dificultades, Bruselas y Washington por fin hablan el mismo idioma otra vez», dijo la semana pasada Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

 «Es hora de que el Atlántico se convierta, otra vez, en el corazón latiente de la cooperación global».

El idilio reencontrado -al menos, en los fuegos artificiales de declaraciones desde la victoria electoral de Biden en noviembre- entre EE.UU. y la Unión Europea no ha tenido tanto reflejo en las relaciones diplomáticas con España. Biden ha mantenido conversaciones telefónicas con los líderes de las principales potencias europeas, un gesto que responde a la tradición de los presidentes estadounidenses, que descuelgan el teléfono tras ganar las elecciones para sentar las bases de la relación diplomático y dar buen tono a la relación entre líderes.

Pedro Sánchez ha sido una excepción. El presidente de la cuarta economía de la Unión Europea no ha recibido la llamada de Biden, una rareza a estas alturas en las relaciones entre España y EE.UU. que es una señal del peso diplomático español en el concierto internacional.

Una portavoz de la Casa Blanca confirmó a ABC esta semana que «no hay nada que informar de momento» sobre cuándo se materializará la llamada entre ambos mandatarios y sobre el porqué de la tardanza. Lo cierto es que el sábado se cumplieron cuatro meses desde que EE.UU. decidió en las urnas negar un segundo mandato a Trump y entregar la Casa Blanca a Biden.

Cuando cuatro días después, tras un recuento interminable, el candidato demócrata fue confirmado como ganador, comenzaron las llamadas con líderes internacionales. Entre noviembre y diciembre, Biden conversó con dos docenas de líderes de todo el mundo. El primero, como es tradicional, su vecino del Norte: tras declararse vencedor el 7 de noviembre, habló dos días después con Justin Trudeau, primer ministro de Canadá.

Inmediatamente después, habló con los líderes de las grandes potencias europeas: Emmanuel Macron (Francia), Angela Merkel (Alemania) y Boris Johnson (Reino Unido), además de Micheál Martin, de Irlanda, un país de donde procede buena parte de la ascendencia del presidente de EE.UU. Con el paso de los días, llamó a los líderes de socios estratégicos en todo el mundo –Scott Morrison (Australia), Yoshihide Suga (Japón), Narendra Modi (India) o Benjamin Netanyahu (Israel)- y otros como Ursula von der Leyen (Unión Europea), António Guterres (ONU), Jens Stoltenberg (OTAN) o el Papa Francisco.

Países de peso internacional comparable, como Italia, también recibieron la llamada de Biden. Las malas noticias para la política exterior de Sánchez es que muchos otros países con menor relevancia tuvieron el trato que no consiguió España: Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Jordania, Kenia, Argentina o Costa Rica.

La situación no ha cambiado tras la llegada de Biden a la Casa Blanca. Juró su cargo como presidente de EE.UU. el 20 de enero e inició una nueva ronda de contactos con líderes internacionales, repitiendo llamadas a los presidentes o primeros ministros de aliados clave como Reino Unido, Francia o Alemania, entre otros. Sánchez se volvía a quedar fuera. El mes pasado inició contactos con países de menor peso diplomático, pero tampoco incluyó a España. Sí llamó a Alejandro Giamattei, de Guatemala, y a otro líder de un país de la UE, pero con menos importancia demográfica y económica que España: la semana pasada habló con Kyriakos Mitsotakis, primer ministro de Grecia.

Contactos de baja intensidad

En un nivel inferior, sí se han producido contactos entre EE.UU. y España. El más importante: el 16 de febrero, el secretario de Estado, Anthony Blinken, mantuvo una conversación telefónica con su homóloga española, Arancha González Laya. Pero, de nuevo, España parecía no tener una posición prioritaria en las relaciones exteriores de EE.UU.: para cuando esa llamada se produjo, Blinken ya había hablado con cerca de cuarenta jefes diplomáticos de todo el mundo.

Esta baja intensidad diplomática con la primera potencia mundial es excepcional desde el punto de vista histórico. Anteriores Gobierno de España y Administraciones de EE.UU. han puesto en contacto a sus líderes con mucha más celeridad. Mariano Rajoy habló con Trump el 7 de febrero de 2017, tres semanas después de que el multimillonario neoyorquino llegara a la Casa Blanca, pero lo había hecho también en el diciembre anterior, tras la victoria electoral. Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero habló con Barack Obama tres días después de su triunfo en las urnas en noviembre de 2008.

La pandemia también ha evitado posibles encuentros informales entre Sánchez y Biden. Por ejemplo, el presidente de EE.UU. participó la semana pasada en la cumbre europea con los presidentes y primeros ministros de los 27 países miembros. Pero fue virtual, como también lo será la cumbre climática que EE.UU. ha organizado para los próximos 22 y 23 de abril y en la que Sánchez es uno de los 40 líderes mundiales invitados.

La ausencia de llamada es reveladora en un momento en el que España se juega mucho en sus relaciones trasatlánticas. En el plano comercial, EE.UU. ha suspendido de forma temporal los aranceles a productos estratégicos como el aceite de oliva o el vino derivados de la disputa Boeing-Airbus, pero podrían recuperarse si no se llega a un acuerdo. También hay pendientes negociaciones sobre la ‘tasa Google’ y aranceles al aluminio, asuntos sobre los que la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, discutió esta semana en su primera conversación con la representante comercial de EE.UU., Katherine Tai.

Hay más asuntos sobre la mesa: el reconocimiento del Sáhara Occidental como parte de Marruecos acordado por la Administración Trump a finales del año pasado, el futuro de la presencia militar de EE.UU. en bases en territorio español o la cooperación para el fin de la pandemia. Mientras en España escasean las vacunas para el Covid-19, EE.UU. tendrá el mes que viene suficientes para vacunar a toda su población adulta. Buena parte de las relaciones exteriores con Washington se canalizan a través de la Unión Europea, pero Biden ha demostrado que, de momento, no tiene en Sánchez un interlocutor de preferencia