Sacrificio y esperanza

El miércoles pasado, durante la presentación del memorial a las víctimas que vamos a ubicar en la renovada plaza de Santa Engracia, recordábamos precisamente a Guillermo Aranda, el vecino de Zaragoza, natural de la localidad cincovillesa de Sierra de Luna, que fue el primer fallecido aragonés a causa del coronavirus reconocido oficialmente.

Guillermo fue el primero de una larga y durísima secuencia de muertes que en nuestra Comunidad supera las 3.300 víctimas. Si atendemos a los datos de exceso de fallecimientos que ofrecen organismos oficiales, en España pronto alcanzaremos la terrible cifra de 100.000 víctimas mortales del covid-19, a las que hay que sumar los cientos de miles de personas que han padecido y padecen la enfermedad en situaciones de extrema gravedad y con importantes secuelas.

Hablamos de centenares de miles de personas, con rostro y nombre propio. No hay una sola familia en nuestro país que no se haya visto afectada de una u otra manera por esta pandemia terrible. Con el monumento que se instalará en Santa Engracia, Zaragoza entera, desde la emoción profunda, rendirá pronto de forma permanente un sentido homenaje a su memoria. Se trata de un reconocimiento que debe mantener en nuestro recuerdo colectivo la vivencia traumática de las víctimas y sus familias, el dolor que han experimentado, la tragedia irreparable de la enfermedad y la muerte en unas circunstancias excepcionalmente duras.

Es importante no olvidar el recuerdo de quienes más han sufrido esta maldita enfermedad: las víctimas y sus familias. Más aún ahora, cuando todavía en época de sacrificios y grandes esfuerzos oteamos al fin la esperanza y vislumbramos luz al final del túnel. Las vacunas nos devuelven la ilusión por un horizonte mucho más alentador, pero conviene remarcar que la pandemia sigue activa y letal. No podemos bajar la guardia.

Este monumento mantendrá presente en nuestra escena urbana la imagen del desafío enorme que el destino nos ha deparado al conjunto de la sociedad en el comienzo del siglo XXI. Será un acicate permanente para aprender de los errores, para estar más preparados y hacernos más fuertes y solidarios ante la desgracia y los retos que nos plantee el porvenir.

Y por supuesto, en este homenaje a las víctimas está implícito el reconocimiento al ejemplo impresionante de todos aquellos profesionales sanitarios y trabajadores de servicios esenciales que han dado lo mejor de sí durante este largo año en la primera línea contra el covid. Y que siguen haciéndolo en beneficio de todos.

Ese debe ser el mensaje final de este memorial: desde el recuerdo a las víctimas, destacar que con unidad, responsabilidad y compromiso, los zaragozanos, y el conjunto de los españoles, formamos una sociedad capaz de superar los retos más difíciles que se nos pongan por delante; que con mucho esfuerzo, dolor y sacrificio, mantenemos la esperanza de recuperarnos y volver juntos a un camino de futuro.

Unidad y compromiso

Pero ahora es fundamental recordar que solo con unidad, compromiso y responsabilidad por parte de todos -ciudadanos, asociaciones, empresas y administraciones- evitaremos que se produzcan rebrotes que nos obliguen a dar indeseables pasos atrás y podremos salir cuanto antes de la profunda crisis económica y social que está generando el covid-19.

En esas dos cuestiones deben centrarse los esfuerzos: la completa recuperación de la normalidad sanitaria y la reactivación de la actividad económica y el empleo con la mayor rapidez posible. Con esos objetivos hemos trabajado en este duro año y con esa misma finalidad acabamos de aprobar un presupuesto municipal que bate récords en fondos para la cohesión social y los servicios públicos y que prevé la mayor inversión pública en la ciudad de la última década en obras y en ayudas a los sectores comercial, hostelero y cultural.

Son las cuentas que harán posible el triple compromiso que adquirimos hace un año como gobierno: la obligación prioritaria de ayudar a quienes son más vulnerables, participar en los estímulos para recuperar la actividad económica y garantizar, al mismo tiempo, la prestación eficiente y segura de los servicios públicos que precisa el día a día de Zaragoza.

La tarea no es fácil ni cómoda. Llevamos un año andando caminos llenos de dificultades y problemas y quedan por delante meses muy duros en los que tenemos que dar lo mejor de nosotros, desde la política, la administración y la sociedad, para salir adelante sin dejar a nadie atrás. Pero dentro de ese panorama durísimo, afirmo con rotundidad mi confianza en la capacidad de Zaragoza y sus vecinos para estar entre las ciudades que superarán la crisis con más decisión y energía. Siempre hemos sabido sacar lo mejor de cada uno para unirnos ante los reveses y buscar juntos un horizonte mejor para todos.

** Jorge Azcón Navarro, alcalde de Zaragoza.