La liberación de Courtois

Ahora que Thibaut Courtois (Bree, 28 años) se siente fuerte y seguro bajo la portería de Damocles del Madrid, él y sus personas más próximas reconocen con naturalidad las dificultades de sus inicios en el Bernabéu, un tiempo que desdibujó al belga. Lo han hecho en los últimos meses desvelando detalles y nombres en una confesión que no es tan habitual en el fútbol cuando todavía se convive con los aludidos.

El propio guardameta reveló, por ejemplo, que su relación con Zidane fue “un poco distante al principio”, una frialdad que se resolvió, dijo, en una conversación en el verano de 2019. El entrenador de porteros de su selección, Erwin Lemmens, también afirmó que tuvieron que “trabajar duro para reconstruir” al meta después de que este se retirara enfermo y silbado por el público en un partido de Champions contra el Brujas en otoño de ese 2019, su momento más oscuro. Y el mismo Courtois admitió recientemente que, al cruzar el vestuario de Valdebebas, se encontró con un líder de la manada, Sergio Ramos, que era “un buen amigo de Keylor Navas”, su competidor bajo palos en una bicefalia que lastró a todos. También al costarricense, que hace unos días señaló que “una parte del club no creía totalmente” en él.

El socavón sufrido por Zidane por la lesión de Benzema sería idéntico en ausencia de Courtois. El belga solo descansó en el gatillazo copero

Ese fue el kilómetro cero de Courtois como blanco, según las palabras de sus protagonistas. Un camino muy pedregoso del que le costó salir un año y que nada tiene que ver con su presente. No va sobrado de certezas este Madrid que lleva todo el curso en el desfiladero, pero una de ellas hasta ahora ha sido él. Las opciones de los suyos en el derbi del Wanda de este domingo (16.15, Movistar LaLiga) pasan en buena medida por sus guantes de la talla 11.

Ahora que Zizou ha sentido el socavón irreparable que queda en el ataque tras la lesión de Benzema, el alcance en la plantilla del portero belga es similar al del francés. Para el resto de piezas clave, el técnico puede encontrar apaños eficientes, como se ha visto de momento con la baja de Ramos. Sin embargo, en ausencia del delantero y el guardameta, únicamente existe vértigo bajo los pies de ZZ. Solo una vez le dio el día libre a Courtois esta temporada y fue la noche del gatillazo copero en Alcoy, única presencia del cadete Lunin, que apenas suma 30 partidos en tres temporadas. El curso pasado, a estas alturas, Areola ya acumulaba siete apariciones.

El triplete de Suárez

La bendición del club a su figura es rotunda. “Sin duda, el mejor portero del Madrid desde el mejor Casillas”, advierten, dejando fuera de la ecuación al guardameta de las tres Champions seguidas, Keylor Navas. “Es un portento”, rematan en el halago. Más allá de consideraciones internas que siempre tienen un componente político, su peso creciente en el equipo resulta indudable. También cuando se quita los guantes. Él es uno de los habituales a la hora de analizar en caliente los encuentros, un dato nada menor en un universo tan complejo donde cada detalle cuenta. Y, cuando sale, lo hace casi siempre para decir cosas: para quejarse del árbitro (en Elche y en la Supercopa), cabrearse como ZZ por el viaje a Pamplona en pleno temporal de Filomena o para reconocer que el cambio táctico del francés ante la Real no les había venido bien.

“No es un tipo obsesionado con vídeos ni mandangas, pero es un estudioso del fútbol. Tiene alma de entrenador”, comentan en el Madrid.

Esta temporada, la porosidad de los blancos en algunas fases ha afectado a sus números respecto al gran expediente de la campaña anterior, aunque eso no le ha impedido ir dejando casi cada semana intervenciones de mérito en un conjunto que juega a menudo en el alambre y con marcadores en un puño. Su porcentaje de paradas en Liga es el cuarto mejor (73,33%), por detrás de su colega de enfrente este domingo, Oblak (78,67%), de Bono (78,26%) y Ter Stegen (74,6%). La campaña pasada lideró este apartado con un 79,17%. En todo caso, son cifras muy superiores a las de su afligido estreno como blanco, cuando apenas se quedó en un 64% de éxito.

Contra el Atlético no han importado sus momentos personales, siempre le ha ido bien, incluso con el Chelsea (una victoria y un empate en la 2017/18). Bajo los palos del Madrid lleva cuatro derbis consecutivos con la portería a cero, fue decisivo en la tanda de penaltis de la final de la Supercopa de España de hace un año (le detuvo un lanzamiento a Thomas) y apenas ha encajado un tanto en los seis duelos disputados, en la victoria 1-3 en febrero de 2019. Se lo metió Griezmann. Esta vez se las verá con Luis Suárez (16 goles en Liga). Se han cruzado seis veces en sus carreras y solo una vez le ha marcado el uruguayo, aunque fue para torturarle: un triplete en el primer clásico del belga (5-1, con Messi lesionado) en el que fue el último partido de Lopetegui al frente del Madrid.

“No es un tipo obsesionado con vídeos ni mandangas, pero es un estudioso del fútbol. Ve mucho. Le gusta y tiene alma de entrenador”, comentan en el club. “Todo el trabajo de estudio del rival y de análisis jugadas del contrario lo hace el preparador de porteros y luego lo comparte con los tres guardametas”, añaden.

Entre 2011 y 2014 jugó como cedido en el Calderón por el Chelsea y levantó más títulos (cuatro) que los que lleva con el Madrid (tres), aunque a las orillas del Wanda ya quieren saber poco de aquel tallo belga al que José Antonio Reyes apodó El Palomo.