Estas son las ONG más importantes y así han afrontado la crisis de la pandemia

Tal vez ‘tormenta perfecta’ sea una expresión que se queda corta para describir lo que han vivido las ONG en 2020. Las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la pandemia de la COVID-19 han provocado que el papel de estas organizaciones haya sido y siga siendo más importante que nunca. Al mismo tiempo, la paralización económica derivada de la crisis sanitaria ha puesto en jaque la captación de recursos, algo imprescindible para desplegar la labor que llevan a cabo. El problema es que la disminución de los ingresos se ha producido justo cuando más apoyo económico necesitaban.

El contexto en los primeros meses de pandemia fue desolador. Tanto es así, que el informe ‘Impacto COVID-19 en entidades no lucrativas‘ elaborado por la Fundación Deloitte y publicado en mayo de 2020 apuntaba que siete de cada 10 organizaciones sin ánimo de lucro en España esperaban una reducción en sus ingresos. Al mismo tiempo, aproximadamente un tercio de ellas ya había registrado un aumento en el número de personas a las que atendían y, por tanto, se han disparado los gastos de su actividad.

Cruz Roja Española no solo ha sido capaz de adaptar su actuación a la amenaza de la crisis sino que ha logrado movilizar la solidaridad Cruz Roja Española

Sin embargo, estas no han sido las únicas consecuencias de la pandemia para las ONG. Además, la propia emergencia sanitaria ha exigido a muchas de ellas reorientar prácticamente de un día para otro sus estrategias, con el fin de dar cobertura a los que más la necesitaban. La situación ha requerido un cambio de rumbo. Una variación que ha sido especialmente evidente en las organizaciones de mayor entidad, que tuvieron que ofrecer una respuesta inmediata a la crisis. Este es el caso de grandes como Cruz Roja Española, Médicos Sin Fronteras (MSF), Oxfam Intermón o Amnistía Internacional, que no solo han sido capaces de adaptar su actuación a la permanente amenaza de la crisis, sino que además, han logrado movilizar la solidaridad de la población y de las empresas necesaria para poder reaccionar a la altura de las circunstancias pero en medio de un ambiente de esfuerzo que amenaza su supervivencia.

Inclusión social, salud, emergencias. Se necesita un plan integral

El reto que han encarado las grandes ONG ha sido enorme. En el caso de Cruz Roja Española, una entidad con una importante vertiente sanitaria y social, los ‘fuegos’ se han multiplicado en prácticamente todas sus áreas de actuación: emergencias, inclusión social, salud, socorros, educación, empleo e incluso medioambiente. La magnitud del desafío ha impulsado una respuesta contundente: la entidad planteó una intervención integral con la esperanza de apagar los múltiples focos del incendio.

Gracias a nuestro programa de emergencia hemos podido llegar directamente a cerca de 34.000 personas y a más de 136.000 indirectamente en España”

Laura Hurtado, portavoz de Oxfam Intermón

La principal reacción de Cruz Roja Española a la crisis del coronavirus ha sido poner en marcha el Plan Cruz Roja RESPONDE, que se inició tras el primer estado de alarma. Este proyecto planificó dar cobertura a 1.350.000 personas. Para ello, ha contado con un presupuesto de 11 millones de euros, aunque la inversión se ha disparado hasta los 70 millones de euros. Desde entonces, la organización ha atendido a 3.397.536 personas en situación de exclusión.

Se trata de una actuación que ha supuesto un esfuerzo enorme no solo en la captación de los recursos necesarios para llevarla a cabo, sino también en la movilización de voluntarios. En el caso de Cruz Roja Española, 66.224 personas voluntarias han realizado labores de todo tipo: desde traslados sanitarios, a despliegues de albergues e infraestructuras hospitalarias, apoyo psicosocial, educación virtual para niños y niñas vulnerables o distribución de bienes básicos de primera necesidad.

La creación de planes de emergencia ha sido una constante entre las principales ONG. Invertir en solidaridad y con criterios éticos se ha convertido, además, en una apuesta al alza a nivel social, aunque los recursos empiezan a ser insuficientes. En el caso de Oxfam Intermón, la crisis económica derivada de la COVID-19 ha llevado a la asociación a ampliar sus activos para poder atender las necesidades básicas y urgentes de miles de personas residentes en 20 ciudades de España. “Gracias a este programa de emergencia hemos podido llegar directamente a cerca de 34.000 personas y a más de 136.000 indirectamente en España”, comenta Laura Hurtado, portavoz de la ONG.

A nivel mundial, las actuaciones de esta institución en favor del suministro de agua potable, saneamiento y sensibilización de la población para prevenir la enfermedad han alcanzado a más de 11 millones de personas en 63 países. Todo ello, en un contexto en el que se ha tenido que cerrar temporalmente la red de tiendas de comercio justo durante meses, cancelar campañas de captación, repatriar a personal desplazado e implantar el teletrabajo en los voluntarios.

Un escenario sin precedentes que ha obligado a un cambio cultural

Todos esos cambios operativos a los que ha obligado la pandemia del coronavirus han sido una dificultad añadida para las ONG, en un momento en el que son más necesarias que nunca. Así lo explica Ana Rebollar, directora adjunta de Amnistía Internacional en España: “Los cambios culturales son asociados con procesos lentos y de largo plazo que requieren intensos periodos de planificación y cuyos resultados son visibles después de cinco o más años. Pues bien, la pandemia para Amnistía Internacional ha supuesto un cambio cultural en tiempo récord”.

Uno de los ejemplos que cita para ilustrar el impacto que supone este cambio tiene que ver con el punto de vista organizativo. “De la noche a la mañana, pasamos de ser una organización cuyo trabajo era totalmente presencial, a una organización virtual en la que todo el personal pasó a teletrabajar, la movilización pasó a ser digital, el trabajo de lobby se hacía a través de reuniones virtuales y la metodología de las investigaciones se adaptó al nuevo contexto, sin perder impacto en los derechos humanos”, añade.

Muchas empresas han dado importantes donaciones, como Banco Sabadell, que en Navidad donó 400.000 euros a entidades socialesArchivo

Desde MSF, que este año cumple medio siglo de actividad, subrayan también la excepcionalidad de la situación, que ha llevado a la organización a actuar en terreno español, donde no lo suele hacer. Equipos acostumbrados a responder al virus del Ébola o cólera en lugares remotos se dispusieron a trabajar en remoto, con los sistemas de salud desbordados. Los ejes de actuación de esta intervención, que dio comienzo el 15 de marzo, han sido tres: descongestionar los hospitales, reforzar la asistencia a mayores y asesorar a las autoridades desde la experiencia de MSF en gestión de crisis.

“El mundo se enfrenta en estos momentos a la pandemia de la COVID-19, una crisis que no tiene precedentes en nuestros casi 50 años de historia”, reflexionan desde la entidad. Una magnitud que, inevitablemente, afecta negativamente a muchas personas en todo el mundo de manera indirecta. Entre ellas, niños y niñas. “Si bien resulta menos probable que los más pequeños sean víctimas directas del virus, las consecuencias colaterales que tiene esta pandemia para ellos quizás representen la mayor amenaza para la salud infantil a la que nos hemos enfrentado. Solo por poner un ejemplo, este año se han suspendido múltiples campañas de vacunación. Y eso puede acabar traduciéndose en la pérdida de muchas vidas”, añaden.

Esta circunstancia multiplica la vulnerabilidad de aquellas personas afectadas por otras crisis que ya existían antes del estallido de la COVID-19 y que continúan existiendo. “El hecho de que se estén centrando tantos recursos en detener la transmisión y en tratar a aquellos que han contraído el virus está teniendo un impacto devastador ya no solo en los niños, sino en la salud de millones de personas de todo el mundo. Particularmente, en la de aquellos que antes del coronavirus ya tenían un acceso muy limitado a la atención médica debido al desplazamiento forzoso, a la exclusión, a la violencia y a los conflictos armados”, señala la organización.

A pesar de la incertidumbre ha aflorado la solidaridad ciudadana

Pero si ha habido una razón por la que las principales ONG no se han visto colapsadas ante un reto sin precedentes esa ha sido la respuesta solidaria de la sociedad. Según los datos de Pulso, la herramienta de análisis de Banco Sabadell, el sector de las donaciones en España venía de 2019 de arrastrar muy buenas cifras y de arrancar 2020 con un aumento (en febrero contó con una facturación del 154% respecto al mismo periodo del año anterior); sin embargo, después de la declaración del estado de alarma, hubo una disminución en la facturación, destacando el mes de abril con una caída del 74% y que dio paso a una progresiva mejora hasta alcanzar en julio la cifra pico del 104% y mantenerse en el resto de meses en un 70%. Según las últimas cifras registradas, la facturación en enero ha sido del 77% respecto al mismo periodo del año anterior.

Una movilización que no solo se ha dejado sentir en el número de voluntarios dispuestos a echar una mano sobre el terreno, como fue el caso de Cruz Roja Española. También ha amortiguado en parte la fuga de donantes, algo que temían tantas ONG al principio de la pandemia. Al menos así ha sido en el caso de MSF. “Cerramos el pasado año con unos 45.000 nuevos socios y tuvimos menos bajas de las previstas en circunstancias como las que vivimos. Esto nos demuestra, una vez más, que nuestros socios respaldan la relevancia e importancia del trabajo que estamos haciendo”, indican fuentes de la organización. Además muchas empresas se han volcado y han dado importantes donaciones, como por ejemplo, Banco Sabadell, que en Navidad donó 400.000 euros a entidades sociales en nombre de sus empleados.

Según datos de Pulso, las donaciones han mejorado tras la caída de abril del año pasado, pero aún no alcanza los niveles de facturación previos a la pandemia

Se trata de todo un logro que se da en un contexto en el que la incertidumbre económica provoca que muchas personas se piensen dos veces si destinar parte de sus recursos económicos a la solidaridad. “Nunca podremos agradecer lo suficiente el esfuerzo que han hecho todas estas personas por seguir apoyando a MSF con sus contribuciones, a pesar de las dificultades que muchas de ellas están atravesando”, destacan desde la ONG.

Una tendencia que también se ha dejado notar en el caso de Amnistía Internacional. “La organización creció tanto en ingresos como en personas asociadas por encima del presupuesto del año 2020 y seguimos funcionando en 2021 en la misma línea”, explica Rebollar. Todo un revulsivo para que la organización pudiera asumir una mayor carga de trabajo. “Amnistía Internacional ha integrado todo el trabajo de derechos humanos relacionado con la pandemia con investigaciones sobre residencias y atención primaria -entre otras- con todo el trabajo que ya tenía planificado antes de la llegada de la pandemia, manteniendo -y en algunos casos incrementando- el nivel de impacto en derechos humanos previo a la pandemia”, señala la directora adjunta de la organización.

¿Y ahora cuál es la respuesta frente a la crisis?

La situación de emergencia que ha provocado la pandemia se ha extendido a todos los sectores. Las principales ONG han centrado sus esfuerzos en minimizar la profunda crisis económica y social. Según destaca Hurtado, la pandemia está incrementando las desigualdades sociales y económicas, así como la pobreza. No solo en países en desarrollo, sino también dentro de nuestras fronteras. “Según nuestros últimos cálculos, en España la pobreza severa podría aumentar en casi 800.000 personas más hasta llegar a los 5,1 millones de personas. En el mundo hay hoy 200 millones más de personas pobres”, advierte.

Además de atender las exigencias de la crisis, deben continuar con su trabajo en los ámbitos que ya existían antes de la pandemiaCedida por Cruz Roja Española

En el caso de Cruz Roja Española, su Plan Cruz Roja RESPONDE afronta 2021 con el foco puesto en la precaria situación que viven miles de personas en el país. “A partir de ahora, y dado el impacto socioeconómico de la crisis en ámbitos como la pobreza, la exclusión social y el desempleo, intensificaremos nuestra respuesta en áreas como la mejora del acceso al mercado laboral y el apoyo a menores en edad escolar con el fin de hacer frente a la brecha digital que afecta a la población más vulnerable, garantizando así el acceso a la educación, y también nos ocuparemos del impacto psicosocial que está dejando esta crisis”, indica Javier Senent, presidente de la entidad, sobre la segunda fase del plan.

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La tarea que tienen por delante las ONG sigue siendo titánica. Además de atender las exigencias de la actual crisis, todas ellas deben continuar con su trabajo en los ámbitos que ya existían antes de la pandemia. Todo ello, en un escenario inestable que cambia de un día para otro. Sin embargo, en sus planes no entra la posibilidad de bajar los brazos. Seguirán vacunando, tratando, denunciando y ayudando a salir adelante a personas de todo el mundo. Como siempre.