La comunicación medio imprescindible para la educación I: La elección del mensaje

Si todo proceso de comunicación se basa en la emisión de un mensaje, que es recibido por el receptor a través de un medio, la primera tarea del que pretende comunicarse es la de elegir el  contenido del mismo. La sencillez de la afirmación nos oculta, sin embargo, la realidad de un laborioso camino que hay que recorrer hasta que el mensaje esté elaborado, puesto que lo fundamental que tiene que conseguir el que habla es comunicar, poner en común.

Y para ello es necesario, en primer lugar, saber qué es lo que vamos a transmitir; qué es lo que tiene que constituir el mensaje.   La idea-objeto del mensaje no ha de ser el producto de la intuición inconsciente del que lo emite, ni el resultado de la repetición por mimetismo de ideas ajenas, sino consecuencia de una elección consciente y personal, resultado de una labor de reflexión serena, garantía de la total identificación del que habla con el mensaje. Condición indispensable para que dicho mensaje sirva de nexo entre el emisor con el receptor.   El olvido de este factor es el causante de multitud de conversaciones que no consiguen comunicar.

Para poner en común es preciso que las ideas le pertenezcan al que las pronuncia como propias, y después, que sean esas ideas -y no otras- las que, realmente, quiera comunicar.   De ello se deduce que, tanto el sujeto promotor como el receptor, han de ser fundamentalmente conocidos por el emisor. ¿Quiénes somos? Esta es la primera pregunta que ha de contestarse el que pretende comunicarse ante la elección del mensaje, ya que la pretendida comunicación a alcanzar por nuestra charla ha de ser sobre las bases de la identidad de nuestro mensaje con la realidad del sujeto promotor.

Y es que, a veces, no tenemos en cuenta que el promotor de la comunicación y la persona que la realiza como medio, pueden ser personas distintas. Hablamos en nombre de otros que nos han encargado que nos comuniquemos pero, no podemos decir lo que queramos sino, aquello que debemos transmitir y que no nos pertenece por completo. Conocer al promotor y su trayectoria y objetivos de comunicación y tratar de hacerlas propias es necesario para poder transmitirlas con autenticidad.

La reflexión y el estudio de los datos recopilados sobre el sujeto promotor, nos han de ir proporcionando esos elementos que compaginados con los restantes, obtenidos del estudio del destinatario de nuestra comunicación y del análisis de la situación, nos permitirán entresacar conclusiones y, de ellas, deduciremos la idea-objeto de nuestro mensaje: el qué, el por qué y para qué de nuestra comunicación. Continuará.