Francisco Javier Falo: «Cumpliendo las medidas, prevemos doblar los contagios diarios en enero»

– ¿Qué mensaje trasladaría a quienes todavía son reticentes a la vacuna contra el covid-19?

– Creemos que ese porcentaje en Aragón no es muy alto. La experiencia que tenemos en las residencias es que tanto en usuarios como en trabajadores vamos a superar el 80% de personas dispuestas a vacunarse, con lo cual, creo que en España la disposición negativa a la vacunación es mucho más baja que en otros países. Y veo otro elemento: algunos de los que dicen «no», en realidad están diciendo «no a ponerme entre los primeros».

– No deja de ser una vacuna que ha pasado todos los protocolos, aunque sea de manera acelerada.

– Sí. En realidad lo que es acelerado es el procedimiento administrativo, pero no los ensayos. Los plazos se acortan porque se ha optado por un tipo de autorización que permite a las industrias farmacéuticas ir actualizando la información a las agencias conforme esta se va produciendo, en lugar de recopilar la información y enviarla a la Agencia Europea del Medicamento una vez concluidas las diferentes fases de ensayo clínico. Además, la industria ha hecho una enorme inversión y se han lanzado a producir antes de que el producto estuviera autorizado. Eso tiene un riesgo empresarial, pero hace que en cuanto el producto está autorizado, ya está producido.

– ¿Puede haber imprevistos en el funcionamiento a largo plazo de la vacuna?

– Puede haberlos, y hay incógnitas que no sabremos despejar hasta que no pase el tiempo. Por ejemplo, no sabemos cuánto va a durar la inmunidad, y no lo sabremos hasta que transcurra el tiempo tras vacunar a los diferentes grupos de población. Otra de las incógnitas son los efectos que pueden tener impacto en una frecuencia muy baja, por ejemplo, de uno entre un millón… Esto forma parte de los estudios postcomercialización, que se abordan por la industria y los sistemas de vigilancia cuando un producto entra en el mercado y empieza a tener uso generalizado.

– La vacunación empieza mañana, pero los sindicatos piden más personal en Atención Primaria por el temor de que coincida esta campaña con un repunte en enero.

– No es un problema de que la administración no quiera reforzar con más profesionales. Sencillamente, desde hace muchos meses, no hay profesionales de Enfermería en las bolsas de trabajo. Llevamos ya meses en los que el sistema sanitario redistribuye a sus efectivos en función de las prioridades. Hubo un gran refuerzo en profesionales sanitarios antes de verano, pero a partir de ese momento, lo que ha habido es un esfuerzo permanente para reorganizar los servicios en función de las necesidades. En camas de hospitalización, en uci, en el rastreo o en la vacunación. Ese es el elemento con el que tememos que jugar.

– Esta semana, Aragón ha registrado el menor número de pacientes en uci desde el verano, que era uno de los objetivos. ¿Cómo lo analiza?

– (Sonríe) Bueno, creo que es positivo, pero aún esperamos tener un poquito más de margen. Estos datos de ocupación hospitalaria y de uci no los teníamos desde julio. En uci no llegamos a bajar tanto ni siquiera después de la segunda onda epidémica en agosto. Y aunque reducir el número de pacientes en uci era uno de nuestros objetivos, nos gustaría bajar aún más. Porque seguimos con 100 y 110 casos por 100.000 habitantes a la semana. Seguimos en un nivel 3 de alerta. Y creemos que es muy difícil bajar de ahí. Nos hemos estancado e incluso repuntamos, aunque todavía notamos el descenso en lo que siempre viene más tarde, la hospitalización en uci. Es un buen resultado, pero es todavía insuficiente y por eso intentamos mantener todas las alertas. Cuanto más abajo estemos, mejor.

– ¿Cuál es el riesgo real de que las reuniones navideñas lleven a Aragón a una cuarta ola?

– Es un riesgo y es real, diría yo. La movilidad y el incremento de reuniones sociales aumentan los casos. Lo hemos visto ya. Sobre todo, en el inicio de nuestra tercera ola. A finales de agosto se paró la bajada de la curva fundamentalmente porque se reanudó la vida social en septiembre: el colegio, la universidad, el trabajo… Hubo un dinamismo social tremendo, con celebraciones como las comuniones que se habían paralizado en primavera… Y quizá el desencadenante mayor fue el puente del Pilar. Esa no es una experiencia única e irrepetible. Al contrario. Es una experiencia reproducible. Y si se vuelve a dar un fenómeno de ese tipo, la posibilidad de que aumenten los casos es muy real. Por desgracia, todo lo bueno que tienen las Navidades en circunstancias normales, se vuelve contra nosotros ahora. La Navidad impactará. Ya veremos cuánto, porque el objetivo es que con todas las medidas sea lo menos posible.

– ¿Cuál es su predicción? ¿Volveríamos a los mil casos diarios?

– Si mantuviéramos las medidas, pensamos que podríamos doblar con respecto a los datos de ahora a principios de enero. Esa es una predicción conservadora. Si ahora estamos entre 150 o 200 casos diarios, podríamos movernos entre 300 y 400, que es una situación que el sistema sanitario sabemos que puede absorber, pero nos pone en una situación muy inestable ante un nuevo crecimiento. Por eso esa prudencia en la flexibilización de las medidas.

– El presidente Javier Lambán ha pedido a las Fuerzas de Seguridad que se garantice el cumplimiento de las medidas y se sancione.

– Con carácter colectivo nos movemos responsablemente, pero hay que establecer modelos de vigilancia para ese porcentaje que no asume la norma y las transgrede. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad son las que tienen que servirnos como herramienta de control. Es lamentable, pero es así.

– Después de Navidad, todos los alumnos volverán las aulas pese a la previsión de que aumenten los casos en enero. ¿Le parece el momento más adecuado?

– Es un momento que yo creo que tiene más elementos organizativos que sanitarios. Porque nuestra experiencia es que las aulas son muy seguras. Se han hecho miles y miles de PCR en estos meses y la detección de casos positivos en los alumnos no ha superado el 3,5%, que es muy inferior a lo que encontramos en población general. E incluso esos positivos que se encontraban en el aula, muchos probablemente tenían que ver más con un contagio comunitario, fuera del aula, que en el colegio. Las aulas se han mostrado como un espacio donde el riesgo es muy inferior al comunitario, por lo tanto no debería preocuparnos tanto esto. La comunidad educativa ha resuelto este primer trimestre del curso de una manera ejemplar y hay que felicitarles por ello.

«Tirar la toalla es una idea a la que no se puede dar concesión»

– Han pasado nueve meses de pandemia. Cuando empezó el año se sabía que algo ocurría en China, pero seguramente usted tampoco se imaginaba que se iba a producir esta situación. ¿Cómo lo ha vivido?

– (Suspira) Casi nada cómo ha cambiado todo. Hay que asumir con humildad cómo todos los servicios sanitarios autonómicos, españoles y europeos, percibíamos los riesgos en aquel momento y cómo los estamos viviendo ahora. Al principio trabajamos con mecanismos de contención; pensábamos que podríamos contener la transmisión del virus en determinados territorios. Queda meridianamente claro que eso no fue posible. En estos meses con tantos momentos complicados hemos tenido que hacer continuos ejercicios de humildad y de resituarnos ante el conocimiento que hemos ido adquiriendo. Ninguno de nosotros podíamos pensar que la sociedad aragonesa respondiera como ha respondido, y creo que ha habido un enorme ejercicio de trabajo y responsabilidad por parte del sistema sanitario. Nos quedarán muchos claroscuros y será bueno que en el futuro hagamos ejercicios de evaluación, de manera profesional y serena, sobre lo que ha pasado. Pero sin duda nadie nos podíamos imaginar el futuro que nos esperaba hace diez meses, igual que nadie podíamos imaginar la calidez y la calidad en la respuesta desde un punto de vista social y profesional.

– ¿Cuál ha sido el momento más duro? ¿Ha pensado alguna vez que la situación se les iba de las manos?

– Ha habido muchos momentos duros. Muchos, muchos.  Todos hemos pasado por momentos muy complicados y estoy convencido de que aún nos queda alguno más por pasar. A mí nunca se me olvidarán los meses de marzo y abril, cuando teníamos el sistema sanitario muy tensionado; las residencias con un porcentaje muy alto de casos, y recuerdo jornadas interminables con muchísima gente trabajando, todos los días y a todas las horas, y aquello lo recuerdo como momentos especialmente duros. Quizá porque eran los primeros. A lo mejor luego ha habido momentos tan duros, pero la naturaleza humana hace que incluso te termines adaptando a situaciones complicadas. Aquellas primeras fotografías de incidencia, de mortalidad, de casos graves, todos confinados en nuestras casas… Muchos vivimos aquel momento con un enorme dolor y emoción.

– Con más de 2.500 fallecidos en Aragón, todas las familias han quedado tocadas por el coronavirus.

– Eso es algo que también marca la pandemia. Al principio, no era tan fácil conocer a alguien que tuviera covid, pero conforme ha ido pasando el tiempo, todos tenemos gente de nuestro entorno que lo ha padecido, mejor o peor, hemos perdido a alguien próximo o conocemos a alguien que ha perdido a su padre o a su madre… Se han llenado nuestras vidas de pequeñas crónicas personales, todas emotivas y de dolor. Algunas también de felicidad; porque mucha gente ha superado al covid.

– Con toda esa tensión y carga emocional, ¿en algún momento pensó en dejarlo?

– (Sonríe) Bueno… Muchos días y ninguno (sonríe). Todos llevamos nuestra carga personal y emotiva, pero puedo decir que en este departamento, como en muchos centros de trabajo, los equipos de trabajo son magníficos. Cuando hay alguien que está mal, siempre hay otra persona al lado que está mejor y te ayuda a salir. Y eso es lo más importante. Siempre digo que los que estamos aquí, por muy mal que lo hayamos pasado, probablemente seremos unos privilegiados. Seguro que hay gente fuera que lo está pasando mucho peor y hay que acordarse de eso. Para eso son los servicios públicos y los funcionarios públicos. Y una sociedad fuerte es la que es capaz de responder ante unos eventos como estos. ¿Que se me ha pasado por la cabeza? Pues muchas veces. Pero otras tantas veces hemos decidido que es una idea a la que no se le puede dar concesión.

– 2021 va a ser el año de la esperanza en la vacuna. ¿Cuándo se verán sus efectos en Aragón?

– Costará un poquito porque en sus primeras fases no está dedicada a cortar la transmisión, sino a proteger a los más vulnerables, en quienes tiene más efectos la enfermedad. Pero poco a poco lo iremos notando. Notaremos que aunque haya transmisión, el impacto en casos graves, hospitalización, uci y mortalidad, irá disminuyendo. Y después, conforme vayamos vacunando más estratos de población, notaremos cómo la transmisión se va controlando. Luego quedarán otros envites, como saber cuánto tiempo dura la inmunidad, o si la vacuna tiene un carácter único o la tendremos que incorporar como una vacuna estacional más… Pero de lo que no me queda ninguna duda, ninguna, es que el 2021 será mejor que el 2020. Probablemente, al final de la primavera veremos la situación de otra manera. Ya tendremos a los colectivos más vulnerables protegidos y, si no tenemos la inmunidad, estaremos en una situación mucho más favorable. Con lo cual, a final de la primavera o principio de verano, si nuestros conocimientos no se modifican de nuevo, estaremos en una situación muy diferente.