La vuelta a casa por Navidad se complica y encarece a menos de un mes de las fiestas

Dentro de apenas un mes las familias aragonesas estarán celebrando la Navidad con una situación que hoy es difícil de aventurar. La indefinición de la Administración para concretar las normas sanitarias que serán necesarias y las restricciones que limitarán la movilidad y las tradicionales formas de celebración hacen que aquellos que residen fuera de la comunidad estén asistiendo al vaivén de medidas con «mucha incertidumbre», nervios por no poder planificar con antelación y «preocupación» por si no pueden estar con sus seres queridos en unas fechas tan señaladas en el calendario de todos. Así, aguardan a que con el paso de los días se despejen las múltiples incógnitas que siguen abiertas y que, por extraño que parezca, ya les están costando dinero.

La anticipación en las reservas es clave para encontrar, en muchos casos, el precio más barato para el desplazamiento, e incluso para el alojamiento, porque el confinamiento y la pandemia han cambiado los hábitos a la hora de desplazarse al hogar. La vuelta a casa por Navidad para muchos de los que viven fuera de Aragón no solo será más atípica, también será más cara. Por ejemplo para los que residen fuera de España y el paso por los aeropuertos es obligado. Entre pruebas PCR a la ida y a la vuelta, la cuarentena obligatoria según el país donde residan y el coste añadido de contratar a última hora, la factura de ese cubierto a la mesa en Nochebuena y Nochevieja se va a disparar para muchos de los que quieren volver.

La opción más barata sería no regresar y esperar a celebrar con la familia más adelante. Pero las Navidades no son como las fiestas del Pilar o cualquier fiesta patronal que ya se han sacrificado este verano. Los que vuelven no buscan una programación festiva, ni conciertos ni actividad en las calles para mantener el arraigo de esa tradición que pasa, sobre todo, por estar junto a la familia. Y el devenir de la pandemia en los últimos meses ha hecho que muchos lleven demasiado tiempo sin ver a los suyos, y la mayoría sin poder alegar ninguno de los supuestos en los que sortear un confinamiento está justificado.

Los que están fuera, los que no saben si podrán pasar las Navidades en familia y que quizá pronto tengan que buscarse un plan b para cenar en Nochebuena o Nochevieja, critican, sobre todo, la indefinición y la demora. Pero a la preocupación se suma, en algunos casos, la indignación de ver cómo las condiciones puede que varíen en función del lugar del que procedan o, como en el caso de Aragón, de si la comunidad a la que se dirigen decide mantener el confinamiento perimetral (ni entrar ni salir sin motivo justificado se puede) o lo levantarán. En el caso de Aragón, los últimos movimientos dados esta semana apuntan a que se abren las tres capitales pero se mantiene el cierre de las provincias y de todo el territorio al menos hasta el día 12 de diciembre. Y que el toque de queda de 23.00 a 06.00 horas seguirá hasta el 20, solo cuatro días antes de la Nochebuena. Mientras desde Madrid el ministerio sopesa cenas con un máximo de seis personas que otras comunidades quieren elevar a diez y otras, como Aragón, ni se pronuncian.

En este contexto, muchos de los que residen fuera y planean volver empiezan a plantearse anticipar su regreso a fechas «menos controladas» que los días previos a la Nochebuena o procurarse uno de esos motivos justificados para, como el turrón, pase lo que pase volver a casa por Navidad.

LOS TESTIMONIOS

ANA CASTILLO, SANTIAGO DE CHILE: «Cambiamos de opinión cada día»

La oscense Ana Castillo, junto a su marido Alberto, y sus hijos Ana y Alberto, viven en Santiago de Chile con la incertidumbre de no saber si podrán pasar la Navidad en España. «Cambiamos de opinión cada día; la decisión es difícil. No puedo pensar que no vayamos a estar juntos estas fechas tan familiares pero también que deberemos convivir esos días todos metidos en la misma casa con los abuelos. A día de hoy no vamos a ir, aunque nos dé mucha pena», comenta esta geóloga de 48 años.

Mientras permanecen atentos a las nuevas medidas que puedan llegar desde España, otro motivo planea con fuerza: «Estamos en primavera, a las puertas del verano. Desde mediados de marzo hasta septiembre estuvimos encerrados y ahora nos están dejando mover con facilidad. Si vamos a España, será invierno y será volver a la pandemia con más fuerza».

El estallido del covid-19 provocó el cierre de los colegios –sus hijos asisten a las clases online– y limitó las salidas del país. «Entre marzo y junio solo hubo vuelos urgentes gestionados por el consulado. Eso creó un sentimiento de encierro. Si hubiera pasado algo en España, no hubiéramos podido viajar». Hoy volar a Madrid es factible y en los aeropuertos se siguen los protocolos de seguridad. «El vuelo de Santiago a Madrid es de 14 horas con mascarilla, pero es asumible».

La familia Blanco Castillo arribó hace casi tres años y medio para establecerse en la comuna de Lo Barnechea, pero siempre ha pasado las navidades en España. El 24 y 25 de diciembre se reúnen con la familia de Alberto en Madrid para después celebrar el fin de año con los padres de Ana en Huesca. «Hoy día me preocupa más llegar a España y no saber si podremos movernos entre las dos comunidades».

Si finalmente Ana y su familia deciden no volar se verán obligados a trazar un plan b. «Nos quedaremos en Santiago o haremos un viaje donde sea posible. Pero no quiero pensar que no voy a estar con mi familia», reconoce con nostalgia.

ELVISA SULCA, RIGA: «Si voy a España, tengo que guardar cuarentena»

Elvisa Sulca tenía previsto volver a España por Navidad, pero la pandemia complica las cosas. «Soy voy, tendría que guardar cuarentena durante quince días, y todavía no sé si tendré permiso en mi trabajo para hacerlo», explica esta vecina de Calatorao, que lleva viviendo en su Riga natal seis años. «Tendría que volar a Madrid o a Barcelona, y con los confinamientos no sé si podría llegar hasta casa, así que aún no sé qué hacer», resume esta encargada de tienda, a menos de un mes de celebrar la Nochebuena.

MARÍA EUGENIA TAPIA ROJO, LUXEMBURGO: «Hablaremos con la embajada para saber si podremos entrar»

María Eugenia Tapia Rojo vive en Luxemburgo desde hace cinco años y, aunque tenía previsto volver para Navidad, si finalmente cogerá el avión es todavía una incógnita. «En mi DNI tengo residencia en Zaragoza, pero mi pareja no es español y no sabemos si al volar a Madrid tendríamos luego algún problema para llegar hasta Zaragoza. Llamaremos a la embajada días antes, para asegurarnos, y vamos a esperar a última hora para coger los vuelos», explica Tapia, responsable de comunicación en el área de Desarrollo Sostenible del Ministerio de Finanzas. Además, temen que «como ocurrió en verano», vuelvan a cancelar los vuelos, lo que llena de incertidumbre esta vuelta a casa.

ADRIÁN GÓMEZ, LONDRES: «Llevamos desde las pasadas navidades sin volver a casa»

Adrián Gómez y Andrea Maestre viven en Luton, cerca de Londres, con sus dos hijas de tres meses y dos años. Llevan desde las pasadas navidades sin volver a casa, a Zaragoza, y seguirán sin poder hacerlo porque son tantas las condiciones que tienen que sortear que han acabado descartándolo. «En Reino Unido primero exigían 14 días de cuarentena y no me lo podía permitir por trabajo», cuenta Adrián, que decidió comprar los billetes cuando se  rebajó a cinco. Pero entonces España anunció que era obligatoria la PCR negativa para entrar al país «y nos cuesta 120 euros por persona». En total, 480 euros que tendrían que volver a pagar para regresar. ¿La alternativa? Una Navidad con acento inglés.

PATRICIA GUILLEN, VALDEMORO (MADRID): «No quiero hacerme ilusiones y tampoco perder la esperanza»

«Se vive con tristeza e incertidumbre». Así sufre el vaivén de informaciones que estos días recibe Patricia Guillén, una zaragozana de 32 años desde su casa de Valdemoro, en Madrid. Asegura que  está «más pendiente» de las noticias de Aragón. «No quiero hacerme ilusiones pero tampoco perder la esperanza», admite. Su deseo, esperar a que al final se levante el confinamiento de la comunidad e ir con su familia a Zaragoza a pasar unas Navidades «más especiales este año». Sería el primero que su hija, Abril, nacida en primavera, pasa la Nochebuena y el fin de año con sus abuelos. Pero su impresión es que «ahora las restricciones son más duras allí que aquí».

LUIS LAGUNA, VARSOVIA: «Necesito una PCR negativa para salir»

Luis Laguna lleva tres años viviendo en Varsovia (Polonia) y a pesar de que las ganas que tiene de volver para Navidad a Zaragoza, a día de hoy la incertidumbre aún no permite tener las ideas claras. «La embajada ha comunicado que estamos exentos de hacer cuarentena al volver de España en este caso, pero es necesario para salir de aquí hacerlo con una PCR negativa que nos tenemos que pagar nosotros», cuenta este joven zaragozano que ya vino en verano y por aquel entonces, sí que tuvo que guardar una cuarentena de diez días.

Además, cuenta que anteriormente solía haber todas las semanas tres vuelos a España pero ahora la situación del covid-19 ha provocado que solo haya uno. «Este año queríamos ir tanto mi pareja como yo a pasar la Navidad a Zaragoza pero es bastante complicado debido a que ella tiene la nacionalidad polaca y no sé si nos pondrían inconvenientes al respecto con la situación actual». Otro de los problemas que preocupa a Laguna es el número de personas que podrán juntarse para entonces, debido a que, reduciendo el número de comensales que suelen juntarse todos los años, siguen superando las seis personas en su unidad de convivencia. «Hay más ganas que nunca de volver, pero también hay mucho miedo a la situación», afirma.

LAURA FERRER, BARCELONA: «Deberían decidirse ya y no  restringir tanto la movilidad»

«Sería injusto que llegaran las Navidades y a unas comunidades se pudiera ir y a otras no». Es la reflexión que hace Laura Ferrer, zaragozana afincada en Barcelona que está estos días «más preocupada por los datos de Aragón que por los de Cataluña». Allí se han relajado las restricciones pero «agobiaba un poco la vigilancia que se hacía del cumplimiento» por la guardia urbana. «Se lleva mal tantas subidas y bajadas», añade, «deberían decidirse ya y no restringir tanto la movilidad». Seguramente acabe teniendo cita médica en Zaragoza y pueda estar con la familia, pero apunta al «daño psicológico que creará en la gente que no pueda volver a casa».

CARMEN POLO, FRIBURGO: «Estamos pensando ir en coche en vez de en avión»

La zaragozana Carmen Polo vive con su familia en la ciudad alemana de Friburgo. Cada año, suelen regresar a Aragón dos veces al año, una en verano y otra para Nochevieja. Sin embargo, la situación sanitaria les privó de la primera visita y ahora no saben si podrán regresar para final de año. «Estamos pensando ir en coche, en vez de en avión, porque están cancelando los vuelos y hay pocos». Además, considera que en el avión el riesgo de contagio es mayor. Para Carmen es muy importante ir a ver a su familia y amigos en España, pero en Alemania les recomiendan no viajar. «No sabemos qué hacer, por un lado proteger a mis padres y por otro verles», comenta.

LAURA SABATER ZAMORA,WASHINGTON D.C.: «Podré ir y volver a EEUU gracias a la visa diplomática»

La zaragozana Laura Sabater Zamora es gestora de proyectos de género en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en Washington desde el pasado mes de agosto. Y, a pesar de la incertidumbre de los confinamientos perimetrales, sus planes no han cambiado y volverá a casa por Navidad. «Mis planes no han cambiado, mis visa diplomática me permite volver a Estados Unidos por motivos de trabajo, por lo que no me afectan las actuales restricciones», explica. Eso sí, intentará tener a tiempo los resultados de la preceptiva PCR por dos vías. «Suele haber retrasos, así que hablaré con mi médico y a la vez lo solicitaré a un laboratorio privado para tener el resultado justo 72 horas antes», indicó.