Hombres para la Comunicación

La fascinación que los medios de comunicación ejercen sobre el público y su relevante influencia en la conducta de las sociedades, han puesto de moda unas profesiones que aportan dos “valores” (¿?)en alza en nuestro tiempo: la popularidad y el poder. El vértigo, que implica dejarse llevar por una fuerza que succiona, una especie de torbellino que arrastra sin ofrecer apenas posibilidad alguna de reacción, es utilizado por los medios de comunicación como instrumento para atraer a la audiencia –supremo juez que dirige las actuaciones de los profesionales- inmersos en la vorágine del mercado de la oferta y la demanda. Es la tiranía que impone una mal entendida democracia sin límites.

La inmensa mayoría de los ciudadanos, los intelectuales más cualificados condenan este producto de nuestro tiempo: la telebasura, amarillismo, descaro y engaño, agresividad, violencia y erotismo… de que hacen gala casi la totalidad de los medios de comunicación de nuestros días. Los informadores ya no saben que hacer con la noticia, porque no saben qué es noticia en un mundo que parece haberse vuelto loco y al que sólo parece interesarle el escándalo en cualquiera de sus modalidades.

NO ES SUFICIENTE LA VERDAD

Muchos para poner orden (palabra hoy maldita que parece atentar a ese gran valor de siempre y ahora tan manipulada: la libertad), recurren, con buena voluntad, sólo a un dato: que la “noticia” sea cierta y verificable, y con ello quieren resolver el problema.

Pero es mala mezcla la necesidad de audiencia y lo que ello comporta, y el sólo freno de la veracidad (que la verdad no te estropee la noticia), porque no evita el vértigo que anula toda posibilidad de establecer un campo de interacción libre y anquilosa la personalidad humana.

El vértigo origina en el hombre una violenta escisión interna: el desgarramiento entre la clara comprensión de lo que debiera ser y la constatación evidente de lo que es. La sensación de vértigo rigurosamente tal es producida por la caída en lo fascinante, lo que atrae con voluntad de fusión, no de promoción de la libertad.

Así el informador, a veces, sin darse cuenta, entra en el campo de la manipulación cuando, impelido por la necesidad de éxito, se esfuerza más por fascinar que por comunicar. Comunicar es crear ámbitos de convivencia, crear espacios de interrelación, campos de actuación libre y reflexiva*.

NECESIDAD PARA COMUNICAR DE LA FORMACIÓN INTEGRAL

Pero crear ámbitos de interacción humana entre personas seres de intimidad no es fácil*.

Es necesario una sólida formación humanística por parte de cualquier persona y es, imprescindible, para los profesionales de la comunicación.

Hay que formar integralmente grandes profesionales más resolutivos, disciplinados, responsables, más humanos y este modelo de formación no se consigue sólo aprendiendo lo que hay en los libros. En primer lugar los futuros profesionales han de aprender a relacionarse, ayudar a los demás, a trabajar en equipo. También han de adquirir experiencia de su trabajo mediante prácticas en empresas e instituciones.

Han de dominar los lenguajes que han de emplear en su tarea de comunicación y han de adquirir el estilo que es, en frase de Bécquer, “ el invisible anillo que une el mundo de la forma al mundo de la idea”.

Y el estilo no se puede imitar. Es algo personal que cada uno ha de encontrar en lo más profundo de su intimidad. Las ideas han de ser propias, asumidas, incorporadas a su ser personal mediante la reflexión y el estudio. Y la forma tiene que ver con la sensibilidad y la belleza que ha de poseer el alma de quien quiera crear ese invisible anillo; medio a utilizar para instaurar ese ámbito de relación creativa que ha de establecer con sus públicos.

Para Ello los comunicadores han de desarrollar su propia personalidad mediante la interiorización de valores. Es decir, han de ser más generosos, leales, trabajadores… y descubrir el sentido de servicio que tiene su profesión. Y así podremos hablar de formación integral de los comunicadores. Una sólida formación cultural en las diferentes áreas del saber humano (historia, literatura, arte, música, etc…). Les capacitará para descubrir la verdad, el bien y la belleza, elementos imprescindibles para poder establecer una estética de la creatividad en su labor.

CONOCER A LOS PÚBLICOS Y DOMINIO DE LAS TÉCNICAS

Así mismo, y para comunicar, han de conocer al público, a sus públicos, al hombre que integra las comunidades humanas. Y para ello la psicología, economía, política, la actualidad social, cultural, etc…

Pero hoy la técnica ha creado diferentes instrumentos de comunicación: Radio, Televisión, Prensa, Publicidad, Relaciones Públicas, Gabinetes de Información… necesarios y creados al servicio de la comunicación en empresas e instituciones. Por ello, diferentes tipos de mensaje dominados por la primacía de sus objetivos : informativos, formativos, recreativos, persuasivos; aunque no todos tengan en común que son comunicación creadora de ámbitos de relación y enriquecimiento humano. Sin embargo, cada medio tiene su lenguaje y la técnica adecuada para conseguir su objetivo, y los profesionales han de dominar los unos y las otras para poder lograrlo.

En un mundo cambiante, con celeridad trepidante, aparecen nuevas tecnologías que el comunicador ha de saber utilizar, siempre consciente, que lo que cambia es la técnica y lo que permanece es el hombre y sus necesidades. Por lo que siempre para no desvirtuar por lo fácil su trabajo de servicio al hombre, habrá de ocuparse de la humanización de esas tecnologías.

AL SERVICIO DEL HOMBRE

En definitiva, han de ser personas al servicio de las personas, para que podamos decir que son auténticamente profesionales de la comunicación. El olvido de este principio deja sin sentido y, en una espiral de fascinación –que reduce al ser humano y lo cosifica- la labor de los profesionales de la comunicación.

La calidad es más importante que la cantidad y que la calidad del material que se utiliza, juzgarlo así, posibilita el que la comunicación del futuro se ponga al servicio del hombre y no al revés. El protagonista de la historia es el hombre, y no las estructuras que éste crea para que le sirvan, no para que lo utilicen y reduzcan a mero consumidor de lo que sea.

Hay noticias que no son noticia y deberían serlo, porque no entran en el juego del Mercado. Y hechos que nunca deberían ser noticia, porque no nos ayudan, no nos sirven a las personas para mejorar sino, que nos desvían de nuestro personal camino, porque nos apartan del Bien, la Belleza y el Amor.