Djokovic responde ante el primer rival de peso

Llueva o truene, haga frío o calor, Novak Djokovic se da un gustazo en cada partido de este Roland Garros. A veces hasta se aburre, como en su duelo de tercera ronda ante el colombiano Galán Riveros, en el que aprovechó un receso para echar una mano a los empleados que se afanaban en reacondicionar la pista. Este lunes venció a Karen Khachanov, 15º favorito, por 6-4, 6-3 y 6-3, en dos horas y 24 minutos, logrando plaza en cuartos de final, donde se medirá con el vencedor de la confrontación entre Pablo Carreño y Daniel Altmaier.

Nadie ha ganado al serbio sobre la pista en este 2020. Son 35 las victorias que acumula, aunque su desafortunada rabieta en los octavos del US Open, precisamente contra Carreño, le costase la descalificación. El azar quiso que ante el ruso otra pelota suya se estrellase sin daño alguno en un juez de línea, que fue impactado durante un lance del juego. Pura anécdota.

Khachanov, un tenista bien plantado, con buen manejo de su arsenal de dinamita, le aguantó un set, en el que ambos intercambiaron tres roturas en los juegos de desenlace. Bajo el techo retráctil de la Philippe Chatrier, con el público dosificado como es costumbre en esta edición y París en vísperas del estado de alarma máximo por la pandemia, el número 1 del mundo jugó con la suficiencia de la que viene haciendo gala, sin dejar de frivolizar con el uso de las dejadas.

Encantado con las bolas

Djokovic parece más cómodo que nunca en este torneo excepcional, encantado con las nuevas bolas Wilson, más dóciles hacia quienes, como él, golpean plano y, de momento, sin las dificultades que en más de una ocasión ha atravesado en algún trance inesperado.

De modo similar a Nadal, pasó las tres primeras rondas ante rivales cuasianónimos. En octavos, tuvo la oportunidad de sentir la bola de un buen competidor, un gigante que ya le había ganado precisamente en la capital francesa, en la final de Paris-Bery de 2018. Anda fino Nole, con el único pecado de distraerse en alguna ocasión, algo que seguramente corregirá cuando la exigencia sea mayor. Se presenta entre los ocho mejores sin ceder un set y con 25 juegos perdidos, dos más que Nadal.