«Sánchez sabía que el ritmo de contagios del coronavirus estaba bajando antes del 8M, que volvió a dispararlo»

El Gobierno de Sánchez toleró los actos masivos del 8M ocultando que el número de infectados que generaba cada contagiado de coronavirus estaba bajando vertiginosamente desde fines de febrero y que tras dicha jornada el ritmo de contagios volvió a repuntar a dichos valores. La irresponsabilidad política de dichos baños de masas no sólo reside en lo ya conocido: los contagios se dispararon un 1.200% una semana después del 8M, mucho más que en ningún otro país occidental. Es más grave: el virus se estaba debilitando hasta que Sánchez lo vitaminó con contactos masivos. Es una de las conclusiones más graves que arroja mi libro de investigación periodística sobre la gestión de esta crisis sanitaria, «Una pandemia de errores», que saca a la venta la editorial Deusto el próximo martes.

Los datos corroboran que el número de contagios iba en descenso antes del 8-M
Los datos corroboran que el número de contagios iba en descenso antes del 8-M/Foto: La Razón/La Razón

En efecto, en mi acopio durante meses de decenas de informes oficiales, descubro que en los días previos al 8M el Gobierno registraba a través del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) que el ritmo de contagios venía descendiendo vertiginosamente tras haber alcanzado unas cotas muy altas el mes anterior. El 25 de febrero cada contagiado generaba más de seis infectados, cuando la media estandarizada por la OMS era de dos a tres. Desde esa fecha, día tras día fue bajando espectacularmente la tasa de propagación sin haber tomado ninguna medida preventiva el Gobierno de las que aconsejaban la OMS y la UE o aplicaban los países afectados (mascarillas, test masivos, rastreos de contactos, controles de temperaturas en aeropuertos, distanciamiento o restricción de movimientos). Pese a tal pasividad gubernativa, al 8M se llegaba con una tasa de reproducción de apenas dos contagiados por cada enfermo, seguía siendo muy alta, pero era sólo un tercio de la sufrida a fines de febrero. España estaba conteniendo/ralentizando al virus casi sin medidas sanitarias. Casi sin gobierno.

Pero ese fin de semana de actos masivos cambió el escenario. Y a partir de ahí remontó la tasa de propagación del virus día a día hasta las terribles cifras de febrero. El día 10 de marzo ya alcanzaba una tasa de reproducción de 4,5 infectados por enfermo, el doble que el 8M. El 8M es el fondo de una V: la gráfica de la velocidad de la propagación del contagio en nuestro país antes y después del cóctel de masas. Marea bajar y subir por la V que ocultó Sánchez. Marea pensar lo que pudimos habernos ahorrado sin esta montaña rusa de contagios posibilitada por el Gobierno. Quizá se habría evitado el confinamiento, el desplome de la economía, y, sin duda, miles de enfermos y muertos, tal y como recogen informes que cito. Hasta dos días después del decreto de estado de alarma, 16M, no se alcanzó el nivel de reproducción de contagios que España tenía el 8M sin medida alguna. Hubo que encerrar España para recuperar las cotas que tenía en vísperas de los actos masivos del 8M.

Lo más sangrante no es que el Gobierno ocultara esta información al tolerar los actos del 8M ni que despreciara el regalo que estaba haciendo el virus a España de diluir su velocidad de propagación. El Gobierno ha usado su control de la tasa reproductiva tras el confinamiento para mostrar las virtudes de su política. «En España, el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) calcula diariamente la Re, lo que resulta de gran utilidad para la toma de decisiones y la evaluación de la efectividad de las medidas de salud pública que se van adoptando». ¿Por qué es importante este valor? «El número reproductivo efectivo (Re) es la estimación de cuántas personas en promedio se han contagiado cada día a partir de los casos existentes observados durante una epidemia (en el momento en el que son notificados). A diferencia de Ro, que sería un cálculo promediado y teórico, Re es un valor que tiene en cuenta la observación a tiempo real de la epidemia y permite seguir su evolución dinámica». ¿Si este control diario sirve para la toma de decisiones por qué no se usó antes del 8M?

El 27 de febrero España tenía 17 casos. Era terrible multiplicar cada caso por 6. Pero al arribar el 8M, aunque cada contagiado infectara sólo a dos personas, España ya sumaba 589 enfermos de coronavirus. Tras el festival de actos masivos del 8M se dispararon ambos factores: número de contagiados y ritmo de reproducción. El 10 de marzo cada contagiado ya contaminaba a 4,5 españoles. Pero ese día son ya 1.600 los enfermos que se multiplican por 4,5 cada uno. ¿Si los actos masivos son inocuos por qué el 16 de marzo con el confinamiento baja la propagación del virus al nivel previo al 8M? ¿Por qué no se aplicó el confinamiento el 7M en plena cuesta abajo del virus? Nos habríamos ahorrado más de 80.000 enfermos y no se habría producido el colapso sanitario, según los expertos. Cuestiono y documento reiteradamente en mi libro que no vale el «si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos hoy». Al Gobierno le sobraba información propia y ajena. Un Gobierno sensato no se va de manifestación precisamente cuando baja el nivel de contagios de una epidemia. Hay que tener el coraje político de detener las manifestaciones. Todas. Te jaleen o no. China alarmó al mundo con 27 casos, España se fue de mani con 589.

Este gobierno recibió el 2 de marzo un informe del ECDC, organismo de la UE que combate las epidemias, y su director de alertas, Fernando Simón, no lo recirculó ni lo discutió con ningún servicio sanitario autonómico. ¿Para qué, si estaba en la web del ECDC?, según confesó Simón a la Guardia Civil. Total, sólo exigía a España que no celebrara actos masivos, lo mismo que pedía la OMS desde el 30 de enero, día a día. Y el jefe de prevención de la policía, que solicitó iguales medidas preventivas al Gobierno el 24 de enero, José Antonio Nieto, fue destituido tras difundirse su acusador informe. En una entrevista que me ha concedido dispara alto: acusa al Gobierno de delinquir con la salud de los españoles y de falsear los datos del coronavirus.

Los asesores sanitarios de José Manuel Franco, delegado del Gobierno que toleró los actos masivos madrileños, también los cuestionaron cuando fueron interrogados.

El Gobierno condena a quienes se congregan en calles o redes para negar el virus. Pero el primer negacionista español ha sido el Gobierno. Cuando China ya estaba confinada, con miles de contagiados y había exportado el virus a decenas de países… el Gobierno todavía cuestionaba en sus informes que el virus se transmitiera entre humanos. «De transmitirse de persona a persona», metía como coletilla. ¿Quién creía Salvador Illa que volaba en avión en febrero desde China para infectar Europa o América? ¿Pangolines pagados por el gobierno chino? Mientras el Ministerio de Sanidad minimizaba el riesgo, preparaba ya en febrero un protocolo de cadáveres del coronavirus. Cada protocolo oficial ha sido indigno del proclamado «robusto sistema sanitario español». Todos los enfermos de coronavirus, incluidos ancianos, se axfisiaban en igual cuello de botella: salvo los casos graves, que todos se queden en su casa o residencia en «una habitación bien ventilada» contagiando a placer. Preconizaban usar mascarillas caducadas o guantes de cocina en las residencias, y regateaban hacer test a sus propios sanitarios. Primero cuarentena casera, y luego ya veremos. Cada vez que el Gobierno recomendaba una medida (test, epi, mascarillas) añadía «si hay disponibilidad». En caso de incendio, usar el extintor… si hay extintor.

En mi libro recorro mes a mes, torpeza a torpeza, todas las ocasiones perdidas; todas las negligencias inexplicables en la gestación del boom del 8M; los masivos vuelos contaminantes; el calvario de las residencias, de los ancianos (su masiva eutanasia colateral) y de los sanitarios; las ruinosas, fraudulentas y tardías compras de material, y la asfixiante política de propaganda. En definitiva, el origen del monstruoso problema que hoy lidian las autonomías. La gestión de la pandemia no es un terreno de expertos. Es política. Una pandemia es una pandemia, pero los españoles somos más pandemia. Campeones mundiales del coronavirus. ¿Por qué? Quiero abrir un debate secuestrado bajo el argumento de que el Gobierno sólo hizo lo que le decían los expertos. Falso. Acredito decenas de ejemplos. El Gobierno ha cambiado en todo de criterio. Los expertos, no. No era cuestión de ciencia. El coronavirus era y es incurable a fecha de hoy. Por eso los expertos recomendaban medidas no sanitarias. Leerlas y aplicarlas era más sencillo que un manual de Ikea. Y una pandemia ni es una guerra, como quiere Pedro Sánchez, ni un escudo. El primer ministro británico sufrió mociones parlamentarias por sus derrotas en Escandinavia frente a las tropas alemanas. Los nazis, claro, no debatían.