Llamada a la fidelidad. Israel pueblo consagrado. La elección y el favor divino. La fuerza divina.

Llamada a la fidelidad.
No vayáis detrás de otros dioses, de los dioses de los pueblos que tendréis a vuestro alrededor, porque Yahvé tu Dios, que está en medio de ti es un Dios celoso. La ira de Yahvé tu Dios se encendería contra ti y te haría desaparecer de la faz de la tierra. No tentaréis a Yahvé vuestro Dios, como le habéis tentado en Masá. Guardaréis cuidaosamente los mandamientos de Yahvé vuestro Dios, los estatutos y preceptos que te ha prescrito, harás lo que es recto y bueno a los ojos de Yahvé para que seas feliz y llegues a tomar posesión de esa tierra buena de la que Yahvé prometió con juramento a tus padres que arrojaría a todos tus enemigos ante ti, como te ha dicho Yahvé.

Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: «¿Qué son estos estatutos, estos preceptos y estas normas que Yahvé nuestro Dios os ha prescrito?», dirás a tu hijo: «Eramos esclavos del Faraón en Egipto, y Yahvé nos sacó de Egipto con mano fuerte. Yahvé realizó a nuestros propios ojos señales y prodigios grandes y terribles en Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa. Y  nos sacó de allí para traernos y entregarnos la tierra que había prometido bajo juramento a nuestros padres. Y Yahvé nos mandó que pusiéramos en práctica todos estos preceptos, temiendo a Yahvé nuestro Dios, para nos vaya siempre bien y nos mantenga en vida como el día de hoy. Tal será nuestra justicia: cuidar de poner en práctica todos estos mandamientos ante Yahvé nuestro Dios, como él nos ha mandado.»

Israel pueblo consagrado.

Cuando Yahvé tu Dios te haya introducido en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión, y haya arrojado delante de ti a naciones numerosas: hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos, siete naciones más numerosas y fuertes que tú, cuando Yahvé tu Dios te las entregue a tu llegada y tu las derrotes, las consagrarás al anatema. No harás alianza con ellas, no les tendrás compasión. No emparentarás con ellas, no darás tu hija a su hijo ni tomarás su hija para tu hijo. Porque tu hijo se apartaría de mi seguimiento, serviría o otros dioses; y a la ira de Yahvé se encendería contra vosotros y se apresuraría a destruiros. Por el contrario, esto es lo que haréis con ellos: demoleréis sus altares, romperéis sus estelas, arrancaréis sus cipos y prenderéis fuego a sus ídolos. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé tu Dios; a ti te ha elegido  para que seas, de entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra, el pueblo de su propiedad.

La elección y el favor divino.

No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahvé de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene y por guardar el juramento hecho a vuestros padres, por eso os ha sacado Yahvé con mano fuerte y os ha liberado de la casa de servidumbre, del poder de Faraón, rey de Egipto. Has de saber, pues, que Yahvé tu Dios es el Dios, el Dios fiel que guarda la alianza y su favor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos, pero que da su merecido en su propia persona a quien le odia, destruyéndole. No es remiso con quien le odia: en su propia persona le da su merecido. Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te mando hoy poner en práctica. Y por haber escuchado estas normas, por haberlas guardado y practicado, Yahvé tu Dios te mantendrá la alianza y el favor que bajo juramento prometió a tus padres.
Te amará, te bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu seno y el fruto de tu campo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de tus rebaños, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Serás bendito más que todos los pueblos. No habrá macho ni hembra estéril en ti ni en tus rebaños. Yahvé apartará de ti toda enfermedad; no dejará caer sobre ti nunguna de esas malignas epidemias de Egipto que tú conoces, sino que se las enviará a todos los que te odian. Destruirás, pues, todos esos pueblos que Yahvé tu Dios te entrega; tu ojo no se  apiadará de ellos,  y así no darás culto a sus dioses, porque eso sería un lazo para ti.

 La fuerza divina.

Si dices en tu corazón: «Esas naciones son más numerosas que yo; ¿cómo voy a poder desalojarlas?» Pero no las temas: acuérdate bien de lo que Yahvé tu Dios hizo con el Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que tus ojos vieron, las señales y prodigios, la mano fuerte y el tenso brazo con que Yahvé tu Dios te sacó. Lo mismo hará Yahvé tu Dios con todos los pueblos a los que temes. Yahvé tu Dios enviará contra ellos incluso avispas  para aniquilar a los que hubieren quedado y se te hubieren ocultado a ti. Así que no tiembles ante ellos, porque en medio de ti está Yahvé tu Dios, Dios grande y temible. Yahvé tu Dios irá arrojando a esas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás exterminarlas de golpe, no sea que las bestias salvajes se multipliquen contra ti, sino que Yahvé tu Dios te las entregará y les infligirá grandes descalabros hasta que queden destruidas. Entregará a sus reyes en tu mano y tú borrarás sus nombres de debajo de los cielos: nadie podrá resistir ante ti, hasta que los hayas destruido. Quemaréis las esculturas de sus dioses, y no codiciarás el oro y la plata que los recubren, ni lo tomarás para ti, no sea que por ello caigas en una trampa, pues es una cosa abominable para Yahvé tu Dios; y no debes meter en tu casa una cosa abominable, pues te harías anatema como ella. La tendrás por cosa horrenda y abominable, porque es anatema.