El presidente de EEUU, Donald Trump, declaró este viernes la emergencia nacional en su país para combatir el coronavirus y autorizó el envío de 50.000 millones de dólares (45.000 millones de euros) del Estado federal -el equivalente, con muchas salvedades, de la Administración central española- a los estados y a las administraciones locales del país con el objetivo de combatir este virus.
Trump acepta así las sugerencias de la oposición demócrata de que invoque la Ley Stafford de 1988 para combatir la pandemia, a la que el presidente se ha referido hasta hace pocos días como «una falsedad». Esa ley, que ha sido aplicada por George W. Bush y Barack Obama, permite al Estado enviar recursos a territorios que estén en crisis.
El presidente declaró: «No asumo ninguna responsabilidad en absoluto» por la dramática falta de sistemas para hacer pruebas y diagnosticar a los infectados, y dijo, sin dar más detalles, que «tendremos millones [de esos sistemas] en muy poco tiempo». Pero Trump también dijo que las cosas «podrían ir a peor y que «las próximas semanas van a ser críticas».
A última hora de la tarde, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció que había alcanzado un acuerdo con los correligionarios republicanos de Trump para lanzar un paquete de ayuda para las personas que sufran la enfermedad. El acuerdo incluirá por primera vez baja por enfermedad para todos los trabajadores que tengan que tomar una baja por enfermedad.
Wall Street reaccionó a Trump con un alza de casi el 10%, la más alta desde la época de la volatilidad extrema de las hipotecas basura, en 2008, a la noticia. Eso se debe no sólo a que, por fin, el Gobierno estadounidense está actuando para contener la expansión del coronavirus sino, según la agencia de noticias financiera Bloomberg, a los planes de Trump de que EEUU aprovechará el desplome del precio del petróleo para comprar crudo y completar sus reservas estratégicas de esa fuente de energía.
La adquisición de hidrocarburos es un rescate encubierto de las empresas que extraen hidrocarburos por medio del fracking, que se han visto tremendamente golpeadas por la guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia. De hecho, el precio del barril subió dos dólares tras conocerse la noticia. La deuda pública también bajó de precio, en lo que parece una señal de la relativa tranquilidad del mercado ante la reacción del Gobierno estadounidense.
Entre las medidas que Trump anunció para combatir el coronavirus están la producción de tests para llevar a cabo pruebas de la enfermedad, y la colaboración con empresas privadas tanto en ese área como en el suministro de medicamentos y la provisión de atención médica. De hecho, la rueda de prensa dejó claro que EEUU ha dejado la lucha contra el coronavirus al sector privado. Trump entregó el micrófono a más de una docena de consejeros delegados de grandes empresas -desde los gigantes de las grandes superficies Wal-mart, CVS, Walgreens o Target hasta la farmacéutica Roche- para que éstos hablaran, mientras el presidente les iba animando con frases como «tenéis un talento tremendo» o «qué gran tipo eres».
En sí misma, la Declaración de Emergencia Nacional no tiene mucho valor. Desde que se creó esa figura en 1976 se han producido 60 declaraciones de las que 33 están en efecto. Una de ellas lleva en vigor 40 años, y afecta al bloqueo de los activos del Gobierno de Irán en EEUU.
