Estudiar para aprobar… ¡Estudiar para saber!

 

Estudiar para aprobar o estudiar para aprender, esa es la cuestión. Y aunque parece un fácil juego de palabras -de corte poco original- creo que ello, es de capital importancia para el estudio. No es lo mismo realizar el estudio con el objetivo de saber más, de aprender para mejorar y, así, poder obrar mejor, que ponerse a estudiar con la intención de aprobar, aunque no se comprenda lo que se estudia, por lo que, además de ser muy fatigoso, a éste trabajo-juego, no se le encuentra sentido y, en consecuencia, aburre.

Qué es lo que preocupa a padres, profesores y responsables de la enseñanza? Que los chavales aprendan o que aprueben?… Las notas o, la mejora personal del estudiante?… Que adquieran valores, destrezas y conocimientos o, que pasen de curso?… Qué obtengan un título, lo más preciado posible, para obtener con ello una buenas rentas?… Por preocupar, preocupa todo pero, hemos de claudicar ante lo que en realidad sucede. Las respuestas a estas y, parecidas preguntas de este estilo, pueden darnos las pistas de: el fracaso escolar, la falta de autoridad de los profesores, el hastío de los chavales, la ignorancia, casi insultante, de un gran número de -los mal llamados- estudiantes.

Aumentar el presupuesto, disminuir la ratio de alumnos por profesor, dedicar los tutores más tiempo a hablar con padres y alumnos, cambiar los planes de estudio, introducir materias de discutible utilidad y oportunidad en las aulas, facilitar ordenadores y prácticas de informática, no resuelven el problema, si antes, no hemos trasmitido a los chavales y, desde muy pequeños, que se estudia para saber. Si no, lo que pasa es, que lo que realizamos y llamamos estudiar no es, precisamente eso, estudiar. Y si no estudiamos de verdad, nunca alcanzaremos el objetivo de esta tarea: saber más, ser mejores.

No tengo nada que estudiar hoy, el examen es dentro de 15 días, mañana no tengo que presentar el trabajo de…. Cómo puede motivar a un niño hoy, al que se le ofrecen un montón de alternativas más divertidas para ocupar su tiempo ahora, el realizar unas tareas que le aburren, no les encuentra sentido ni utilidad, y que no adquirirán el carácter de urgentes hasta mañana o dentro de unos días?

¡De acuerdo!, los padres y los profesores les advierten que el día de mañana se arrepentirán; les amenazan con castigos, les obligan a estar delante de los libros sin salir de la habitación o, incluso, se ponen a estudiar por ellos (los chavales no estudian, los padres si).

La recompensa a un trabajo-juego tiene que ser inmediata para resultar motivante. Y el estudiar para aprobar (las notas me las darán dentro de X días), en muchas ocasiones, no resulta demasiado eficaz. Sin embargo, la recompensa es inmediata para el que estudia para aprender (he resuelto los problemas, ya sé hacer muchas cosas que hace un rato no tenía ni idea como podría realizarlas, ¡soy mejor!).

Sentirse bien consigo mismo es importante, se llama tener una elevada autoestima. Sentirse mal, culpable por el bajo rendimiento en estudio y los consecuentes reproches de los profesores (lo puede hacer mejor, se esfuerza poco) y de los padres, produce (aunque solo sea un mirada triste ante la situación) tener una baja autoestima, cuando no es causa, además, de reproches y castigos, de situaciones de tensión familiar.

Indudablemente tener claro el objetivo del estudio: aprender, mejorar, ser mejor… no es la panacea de todos los problemas relacionados con este tema pero es una cuestión importante que hemos de tener siempre presente estudiantes, profesores y padres.

De otra parte hemos de decirles, de una vez, que los hombres hemos nacido para trabajar. Que el trabajo, no sólo es un derecho, sino tambien, una obligación. Que hemos nacido para servir a través de nuestro trabajo (el estudio, es hoy, entre otros, nuestro trabajo de cada día), de la misma manera que miles de personas lejos y cerca de nosotros nos están sirviendo con su trabajo. Continuará…