El derrumbe de People’s Vote, la campaña por un segundo referéndum del Brexit

Contaba con el dinero, más de 115.000 euros a la semana en donaciones, la envergadura, siendo el grupo de presión más importante del país, y los contactos, una sucesión de nombres de los mayores partidos presentes en la Cámara. Pero People’s Vote, el movimiento que aboga por un segundo referéndum para el Brexit, está políticamente muerto. A tres días de unas elecciones generales a las que Boris Johnson llega lanzado para imponer su versión de la salida de la Unión Europea, el ‘Remain’ pierde fuelle inmerso en un mar de disputas internas.

«Esto se ha convertido en una broma, en serio, éramos una gran plataforma lista para ponerse en funcionamiento y nos han sacado del terreno de juego. Podríamos haber sido el puente entre laboristas y liberal demócratas, pero ahora esta organización no va a ninguna parte», lamentaba Alastair Campbell, uno de los integrantes de la campaña, que llegó a reunir en marzo y en octubre a cientos de miles de personas en las calles de Londres.

La renuncia el mes pasado del presidente de People’s Vote, Roland Rudd, hermano de la ex ministra conservadora Amber Rudd, no ha sido sino el detonante final de una tensión que se llevaba mascando durante meses. Las disputas internas por el poder, la mala organización y la posibilidad cada vez más remota de que se lleve a cabo un nuevo referéndum, han llevado a que el medio millón de personas que simpatizaban con ellos se queden sin una referencia clara.

«La verdad es que la organización no estaba siendo llevada de forma profesional e incluso, si llegaba a convocarse una nueva consulta, People’s Vote iba a tener problemas para ser designado como el grupo oficial de representación de la permanencia», explicaba uno de los aliados cercanos a Rudd que siguieron llevando las riendas de la plataforma hasta hace poco y, sobre todo, administrando una base de datos de enorme valor de cara a las elecciones del próximo 12 de diciembre.

La nueva junta directiva del grupo ha pedido de manera urgente a la Comisión Electoral que revise la procedencia y la forma en que se han declarado entre 350.000 y 600.000 euros en donaciones que se recibieron alrededor de junio, más o menos cuando tuvieron lugar las elecciones europeas. Si se detectan irregularidades, además de una sanción económica se podría iniciar una investigación policial que podría golpear aún más a una organización que lleva seis semanas en derrumbe progresivo justo antes de los comicios.

LOS COMICIOS MÁS IMPORTANTES DE LA HISTORIA RECIENTE

El llamamiento a las urnas, aceptado por Jeremy Corbyn a pesar de la clara tendencia ascendente de los ‘tories’ desde el anuncio del acuerdo con la Unión Europea y la llegada de Johnson, es uno de las más importantes de la historia reciente de Reino Unido. El Parlamento resultante elegirá no sólo la forma en que el país lleve a cabo el Brexit, sino también la relación futura que mantendrá con los 27 una vez que termine el periodo de transición.

Es por eso que la desarticulación progresiva de una organización como esta, que aboga por dar una «última palabra» a la ciudadanía acerca de si prefiere el pacto alcanzado o la permanencia, ha ido acallando poco a poco una opción que hasta unos meses no estaba completamente descartada. Según las últimas encuestas, los liberal demócratas -los únicos que piden claramente detener el Brexit-, se encuentran en pleno hundimiento mientras que los laboristas -que sí llevan esa consulta en su programa-, remontan pero no apuntan a arrebatar el poder a Johnson.

Sólo la victoria de Corbyn podría salvar a una organización que desde que celebró su primer evento público en Camden en abril del año pasado no ha hecho sino tomar malas decisiones y fracturarse. A principios de 2019, los fundadores de People’s Vote sufrieron su primer gran revés después de que sus líderes, el laborista Chuka Umunna y la conservadora Anna Soubry, creasen Change UK, un partido político con un ideario tan confuso que fracasó estrepitosamente en las elecciones europeas.

LOS PARTIDOS DEBATEN SOBRE EL DERECHO A VOTAR DE LOS EUROPEOS

El segundo referéndum que decidiría la permanencia en la Unión Europea o la salida según los términos del acuerdo actual alcanzado con Bruselas es una posibilidad aún lejana, pero los grandes partidos ya dibujan cuáles podrían ser sus condiciones. Uno de los temas de discusión de la semana, planteado por los laboristas, es si los ciudadanos europeos que residen actualmente en el Reino Unido deberían tener la posibilidad de votar en él.

Rebecca Long-Bailey, ministra de Economía en la sombra y una de las candidatas a suceder a Corbyn si se lleva a cabo el cambio de líder, dejó clara la postura de su formación: «Si se da un gobierno laborista hemos dicho que queremos que cualquier europeo que esté viviendo aquí se quede aquí como cualquier otro ciudadano. Creo que es justo que esa gente tenga la oportunidad de votar acerca de su futuro. No se trata solo del futuro de la gente que ha nacido aquí, sino también del de aquellos que contribuyen a nuestra economía ahora y desde hace mucho tiempo».

Por su parte, Michael Gove, el que fuese candidato a líder de los tories y ahora miembro del Ejecutivo de Johnson, cuestionó la legalidad de incluir a dos millones de personas nuevas en el censo tildándolo de «asalto a los principios básicos de la democracia»: «Los europeos no votan, nunca lo han hecho en unas generales, y como no lo hacen en esos casos tampoco deberían tener el derecho a hacerlo en consultas como el referéndum sobre el Brexit, simplemente no sería justo».