El idilio Sánchez-Iglesias: unidos tras el fracaso y con la esperanza de una investidura antes de comer las uvas

Hubo un enfado de ERC el pasado miércoles porque entendieron que Pedro Sánchez estaba dando por hecho el acuerdo de investidura. Se trasladó incluso que se podría suspender la reunión del próximo martes. Sin que mediara nada especial entre ese aparente enfado ayer se comunicó oficialmente que la reunión del día 10 será en Barcelona. A falta de confirmar todavía la hora y el lugar exactos.

Será la tercera reunión de las delegaciones de ambos partidos. Aunque el contacto «es constante» mediante el intercambio de propuestas y documentos. Son Adriana Lastra y Gabriel Rufián quienes siguen centralizando esos trabajos. Fuentes socialistas rechazan ver en el desplazamiento de las negociaciones a la ciudad condal una concesión sino «un símbolo y un singo de normalidad». Es, en cualquier caso, un guiño a los independentistas republicanos. En días previos, desde el equipo negociador de ERC se había apuntado ya que «sería bueno que ellos fuesen allí igual que nosotros venimos aquí».

La negociación se lleva de forma blindada, fuentes del entorno del presidente del Gobierno insistían ayer en que «el acuerdo no está cerrado», transmitían además que ERC «puede ser imprevisible en el momento decisivo» y definían la reunión del martes como «importante» pero «no la definitiva». La reunión coincidirá en el tiempo con el inicio de las consultas por parte de Felipe VI. Un día después pasarán por Zarzuela los grandes partidos. Todos en el PSOE descuentan que Pedro Sánchez será designado candidato a la investidura el próximo miércoles. Es entonces cuando el presidente se plantea hablar con el resto de partidos políticos. En conversación informal con periodistas ayer en los actos de la Constitución, el presidente en funciones también insistió mucho en el papel que Ciudadanos puede tener para la gobernabilidad. Considera que tienen una reflexión que hacer. Y en este sentido cuestionó al PP, del que ha dicho que tiene menos sentido de Estado que el PRC. Insistiendo en que el problema de la gobernabilidad no tiene tanto que ver con la fragmentación.

Pero esos contactos tienen más de relato que de posibilidad real. Al menos hasta que la sombra del bloqueo o de la repetición electoral sea inminente. Porque el presidente en funciones volvió a reiterar ayer en que «no habrá terceras elecciones». Pero por ahora su vía es la de los 169 escaños (con el voto a favor de PSOE, Unidas Podemos, Más País, PNV, Partido Regionalista de Cantabria, BNG, Teruel Existe y Coalición Canaria-Nueva Canarias). A los que se uniría la abstención de los 13 escaños de ERC. Sánchez reivindicó ayer el «acuerdo entre diferentes» como solución al bloqueo. Los socialistas manifestaron que preparan ya esa propuesta a los independentistas que pretende constituirse como mecanismo para la negociación futura.

Última semana de diciembre

Lo que el Gobierno defiende es que el foro respetará los márgenes de la Constitución, pero sí que descuentan que se va a tener que aceptar la libertad de las partes para poder hablar de lo que consideren. «Ser independentista no es delito. Ellos no van a dejar de serlo», decía ayer una minsitra. Y esto derivará en que el espacio de diálogo empezará con los republicanos hablando de autodeterminación y amnistía. «Nosotros hemos aplicado el 155, y ellos lo saben. Podemos hablar. Pero nuestros límites están muy claros», explicaba otro miembro del Ejecutivo.

Sánchez se ve cerca de la investidura, pero ayer no se atrevió con los pronósticos ni las fechas. Tampoco se ata ya a su ambición de lograrlo antes de fin de año: «Importa el qué y el cómo, pero no tanto el cuándo». Las sensaciones son dispares. Hay miembros del Gobierno que ven difícil cerrar antes de 2020 el acuerdo. Pero desde el círculo del presidente se insistía en no dar nada por hecho. Ni siquiera que la semana que arranca el lunes 16 sea la única posible en diciembre. Se trasladaba ayer por parte de diferentes fuentes, aunque otras lo veían descabellado, la posibilidad de que la investidura fuese entre la semana de Navidad y la Nochevieja.

Sánchez se mostró ayer con los medios hermético en lo relativo al estado de las negociaciones, como es habitual en él, pero más abierto a la hora de justificar su cambio de guión para pasar con Pablo Iglesias del insomnio al abrazo en menos de 48 horas. Reconoció el líder socialista que laselecciones mandaron «un mensaje», en forma de pérdida de votos para él e Iglesias, que cree que ahora ha sabido «interpretar» con este acuerdo rápido.

El presidente en funciones parece firmemente anclado al pacto con Iglesias. «Agradecido a su posición política», «muy satisfecho», «ilusionado». Todas fueron expresiones de Sánchez para referirse a su relación con Iglesias, que ha sido de las peores que se recuerdan en la política española y que ahora vive una segunda oportunidad. Sánchez avanzó que la estructura del Gobierno, en la que habrá «novedades», aunque la gran mayoría forzadas por la entrada de Podemos. Y ahora se afanan en el pacto programático, donde los protagonistas son la ministra María Jesús Montero y Pablo Echenique.