Jon Rahm da el gran golpe y emula a Seve

Era un putt de cinco millones de dólares. Tres por ganar el torneo, el DP World Tour Championship, y otros dos por ser el primero en la clasificación final de la tradicional Orden del Mérito, la lista que define al mejor golfista del curso en el circuito europeo, hoy llamada Race to Dubai por cuestiones del patrocinio. Jon Rahm acomodó su corpachón de 1,88m a poco más de un metro del hoyo y, cuando caía la tarde en el Jumeirah Golf Club, en Dubái, dio el gran golpe. El jugador vasco embocó con suavidad, evitó así un desempate con el inglés Tommy Fleetwood para conquistar el campeonato con 19 golpes bajo par, uno de ventaja, e imponerse sobre el mismo rival en el ránking de la Orden del Mérito que premia la regularidad en la temporada.

Como en aquella victoria ante Tiger Woods en su duelo individual de la última Copa Ryder, Rahm pensó en el maestro, Severiano Ballesteros. Con solo 25 años, cumplidos hace dos semanas, el joven vasco es el segundo español que celebra el gordo europeo después de que el cántabro lo abrochara en seis ocasiones entre 1976 y 1991, la última hace 28 años.

“Seve es mi gran ídolo. Y que ahora mi nombre esté ahí a su lado, es difícil de creer”, expresó el de Barrika tras la victoria. “¿Cuántas veces en tu carrera puedes verte en esa situación? Necesitaba un birdie para ganar el torneo y me dije a mí mismo que tenía que aprovechar esa oportunidad”, explicó Rahm. Fue en ese hoyo en el que el vasco demostró esa madurez golfística y personal que le ha permitido pasar de ser un golfista con un enorme talento pero con dificultades esporádicas para controlar sus emociones a ser hoy un aspirante a todo.

Par cinco del hoyo 18. Rahm necesita emplear cuatro golpes para sellar el triunfo. Pero su segunda bola aterriza en el búnker. Hace unos meses el contratiempo pudiera haber provocado un aspaviento de furia, una retahíla de gritos o un golpe con el palo a la bolsa. Ya no. Rahm se ha transformado. Sin dejar escapar esa esencia que le hace ser el jugador temperamental que es (como Seve), ha aprendido a manejar y canalizar su energía hacia el siguiente golpe. En un deporte tan destructor mentalmente como el golf, es lo que separa a los buenos de los mejores, y a los mejores de las leyendas. Rahm sacó la bola del búnker con temple y se dejó ese putt de un metro y algo que solo tenía una dirección, la gloria. Era su 25º birdie de la semana, para cuatro vueltas de 66, 69, 66 y 68 golpes, y la demostración de que o se concede oportunidades de bajar el par o lo salva cuando se mete en apuros.

“Por suerte, hice el putt en ese último hoyo. Ha sido un gran año”, dijo el ganador como si nada, después de su cuarto galardón de 2019 (antes venció en el Zurich Classic, Open de Irlanda y Open de España), su décima victoria profesional.

Hasta desembocar en este gran fin de curso en el circuito europeo, Rahm tuvo que gestionar sus fuerzas y volver a llenar el depósito. A Dubái llegó con pocos días de entrenamiento después de seis semanas de parón. Necesitaba el vasco depurarse, dejar de competir al máximo nivel una semana sí y otra también. “Fue un riesgo coger seis semanas de vaciones justo antes de venir a Dubái, pero lo necesitaba. El descanso es también importante. El hecho de tomarme un respiro y luego venir y ganar lo demuestra”, argumentó Rahm, ejemplo de que en el golf tan importante es la práctica como tener la mente limpia.

Su novia, Kelley Cahill, con la que se casa en diciembre en la Basílica de Begoña, en Bilbao, acudió a felicitarle y juntos posaron con el doble trofeo, el del campeonato y de la Orden del Mérito. Este lunes le llegará el postre con el ascenso al tercer escalón de la clasificación mundial, solo por detrás del estadounidense Brooks Koepka, el golfista que compite mejor en los grandes que en el resto de torneos, y del norirlandés Rory McIlroy, ganador este curso de la FedEx Cup y del superpremio de los 15 millones de dólares.

“Ojalá tenga también un buen 2020”, se despidió Rahm, la caja roja de la emoción, soñando ya con un próximo curso en el que tiene muchas citas subrayadas. Después de tener oportunidades de ganar un grande en cualquiera de los cuatro escenarios (Masters, PGA, Us Open y Open Británico), el vasco no quiere seguir leyendo los triunfos de otros. De abril a julio, en cuatro meses consecutivos, Rahm volverá a apostar a todo o nada en el Grand Slam. En agosto quiere competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, “ganar un oro para España”, y en septiembre vuelve la Ryder. El mejor europeo quiere mucho más.

«Juego para dejar mi huella en la historia»

A pesar de su juventud, Jon Rahm es una enciclopedia del golf. Sobre todo de dos mitos cuya carrera conoce al dedillo, Seve Ballesteros y Tiger Woods. Del genio cántabro ha visto todos los vídeos que se pueden ver en Youtube, y es capaz de repasar de memoria una jornada entera del campeón español en un Open Británico, o la estadística de bolas que mandó al búnker cuando se jugaba la Jarra de Plata. De Tiger recita sus récords de precocidad, como los de otras estrellas precoces como Rory McIlroy y Jordan Spieth, y con todos ellos se compara, y se dice a sí mismo que no pasa nada cuando no sale ganador en el cara a cara.

Rahm conoce la historia del golf y sus leyendas, y, testarudo como es, juega para ser uno de los más grandes. “Mi primer pensamiento al ganar era que he hecho historia en el golf español”, dijo a la web Golflick. “Siempre he dicho que juego para ganar y para dejar mi huella en la historia del golf. Seve y yo somos los únicos con este título y eso no me lo quita nadie. Es único pensar que el siguiente a Seve soy yo, es increíble”.