¿Es Vox fascista? No. A los expertos les preocupa más la actitud de los independentistas

Vox se queja de que los medios demonizan su imagen. Pero, sin embargo, impide la entrada a periódicos y radios que no sintonizan con su ideología a actos públicos. Actitudes así, a las que por suerte no estamos acostumbrados en España, envuelven a la formación de Santiago Abascal en la polémica. Unos dicen que son fascistas, otros les acusan de franquistas o totalitarios y el director del CIS, José Félix Tezanos, incluso comparó el crecimiento electoral de este partido con el proceso que desencadenó la llegada al poder del partido nazi de Hitler. ABC se ha puesto en contacto con tres reconocidos expertos en Ciencias Políticas y Derecho Constitucional para que acoten las características de Vox desde un prisma académico. Pese a sus diferentes puntos de partida, todos ellos coinciden en su valoración: Vox, como partido, no es fascista, pero sí es de ultraderecha.

Juan José Solozábal, catedrático emérito de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), detecta que hay propuestas de Vox, como por ejemplo impugnar el sistema autonómico «rozan la inconstitucionalidad», por lo menos en el fondo del asunto. «Pero bueno, de ahí a decir que es un partido anticonstitucional, yo creo que no», suscribe el catedrático, quien considera el auge de Vox como «una mala noticia para el sistema» y que aprovecha una lección de un viejo profesor para ejemplificar su actividad: «Diría que pugnan con la Constitución».

«Hay que mirarles con mucha prevención. Estas personas, con toda la consideración, políticamente no aportan nada», subraya Jaime Ferri, director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, quien critica que, a la vez que una parte de la sociedad guarda reservas al aproximarse a Vox, otros les dan carta blanca. «Hay quien mira de lado para legitimar a Vox cuando hace propuestas que afectan a los valores y principios democráticos», denuncia Ferri, que califica como anticonstitucionales algunas de sus tesis -en materia de género o modelo autonómico- pero que considera un error tildar al partido de Abascal como fascista, otra de las críticas que recibe: «No se les debe llamar fascistas. Eso fue lo que hubo en Italia, o hace décadas en España».

Conceptos «relativos»

«Ultraderecha o ultraizquierda son conceptos relativos, no creo que estas categorías tengan una solvencia intelectual. Más bien son conceptos arrojadizos», reflexiona Félix Ovejero, profesor de Filosofía Política en la Universidad de Barcelona. «En ningún caso diría que Vox es un partido equivalente a lo que hace 20 años era el neofascismo. Lo acercaría a una vieja socialdemocracia cristiana con un componente nacionalista español», acota Ovejero, quien tiene una explicación para que la sociedad tolere menos los símbolos que se relacionan con la extrema derecha que los procedentes del ideario de ultraizquierda: «España es el país más de izquierdas de toda Europa, según la autopercepción que tienen los ciudadanos», añade el experto.

De esta forma se entiende que, con el tablero ligeramente inclinado hacia la izquierda, Ovejero estime que, si Vox hubiera surgido en Francia, «sería un partido conservador, mientras aquí está considerado un partido de extrema derecha».

No son los únicos

No obstante, los expertos consultados alertan de que los ataques de Vox contra el sistema constitucional no son, ni mucho menos, los únicos. «En el Congreso hay un número de fuerzas que tienen una actitud ante la Constitución bastante mejorable», manifiesta Solozábal, a quien completa Ovejero: «Vox no tiene ninguna participación en actos violentos, cosa muy característica de la extrema derecha de otros tiempos. Pero ahora podemos ver que, al otro lado, sí hay grupos que tienen cierta comprensión con la violencia que se ve en Cataluña. Sin ir más lejos Jaume Asens (diputado de En Comú Podem) ha disculpado los cortes en carreteras».

El pasado martes, cuando los radicales cortaron la frontera en La Junquera, Asens escribió en su cuenta de Twitter que, estas graves acciones, que no respetan precisamente el orden constitucional, debían ser entendidas como un «ejercicio de derecho a la protesta». De igual modo, en este punto también cabe recordar que, en la semana posterior a la sentencia del «procés», el presidente de la Generalitat, Quim Torra, se animó a unirse a una marcha que cortó varias autovías.

Las instituciones

Pese a lo radicales que puedan parecer los postulados de Vox, los expertos coinciden en que, igual que ocurrió en su día con Podemos, el tamiz de las instituciones suavizará al partido. «Lo que quieren es ser asimilados por el sistema. Quieren estar dentro, porque es lo que les puede dar expectativas de voto y cierta legitimidad», pronostica Ferri. Es lo que Solozábal llama «capacidad de camuflaje» de un partido, algo que también practicó Podemos. «El paso por las instituciones tienen un efecto suavizador y positivo desde el punto de vista de la integración», explica el catedrático, que aboga, pese a las amenazas políticas de Vox -y las prácticas de los secesionistas- por «incluir [en el sistema] a tantos como se pueda, aunque haya que forzar un poco las cosas».