Los independentistas resurgen en Quebec tras abandonar el «derecho a decidir»

El independentismo resurgió en la noche del lunes en Quebec. Yves-François Blanchet, líder del Bloque Quebequés, nacionalistas y conjurados para lograr la secesión del territorio francófono, habría alcanzado la tercera plaza, con 32 escaños.

Si bien apostaron por una campaña pragmática, menos idealista y sutilmente xenófoba, con menos contenido identitario, aunque orientada, como acostumbra el partido, a subrayar lo propio, lo que distingue al quebequés del resto de los canadienses, los mantras nacionalistas y las obsesiones y fantasmas locales.

«Entendemos lo que significa nuestro mandato, pero también entendemos sus limitaciones», había comentado durante un mitin Blanchet. «Por esta vez, la realización de la soberanía no es nuestro mandato», añadió. Y lo mejor de todo, y lo más preocupante para la estabilidad institucional del país, es que hace apenas un año muchos comentaristas anticipaban la extinción del Bloque. Kate McKenna, en un perfil del líder para la CBC, comentaba que «cuando Blanchet, de 54 años, se postuló el pasado noviembre para liderar el Bloque, no tuvo competencia». Importaba poco quién pilotaría las exequias de una formación moribunda. «En esas circunstancias habría que disculpar a los observadores que no predijeron un cambio en la fortuna del Bloque en el corto plazo». Pero Blanchet es un líder resiliente. Entusiasta de los suyo. Hábil a la hora de usar los puntos débiles del enemigo, que demostró poca mano izquierda cuando transformó la legislación local en un caballo de batalla.

«Puede que no haya estado en el radar de muchas personas», concluyó la comentarista, «pero en Quebec Blanchet es bien conocido». Y sobre todo, «ha estado comprometido con la soberanía de Quebec toda su vida». Blanchet ha sabido dirigir su partido hacia el terreno de lo posible y abandonar los postulados más extremos como el mentado derecho a decidir y el eterno retorno del referéndum de ruptura. Ese giro ha tenido buenos resultados en las urnas y ha salvado al Bloque de su segura desaparición. Empieza, por tanto, una nueva etapa para el independentismo en el que tendrá que gestionar esta victoria adecuadamente si quiere afianzar su recuperación.