Túnez afianza su democracia con la elección del segundo presidente desde la Primavera Árabe

Hay muchas escenas que podrían resumir lo que significa para Túnez elegir este domingo al que será su segundo presidente desde que en 2011 huyera del país el dictador Ben Ali. Una de esas imágenes podría ser la de tres jóvenes sonrientes que salen del centro electoral de la Calle Marsella, en el centro de Túnez, un barrio popular. Han votado por candidatos distintos, pero se sienten orgullosos de que la democracia avance en el país, de que el viernes se celebrase un debate inédito en el mundo árabe entre dos candidatos presidenciales.

Siete millones de electores están llamados a votar este domingo entre el jurista Kais Said, de 61 años, y el magnate televisivo Nabil Karui, de 56. Aunque ninguno ha estado al frente de organismos públicos, el elegido deberá desempeñar su función en un momento en el que la sociedad tunecina se muestra desencantada frente a una clase política donde abundan los casos de tránsfugas y corrupción.

Motaz, un estudiante de informática de 22 años, dice que ha votado a Kais Said porque defiende un sistema político distinto. Su amiga Charaf, una estudiante de 24 años, y su amigo Yusef, de 20, ha votado por Karui. Salen del colegio electoral de la calle Marsella, a solo cinco minutos a pie del lugar en el que el pasado junio un terrorista del Estado Islámico perpetró un atentado suicida. También se encuentra a cinco minutos la avenida Burguiba, donde en octubre de 2018 una terrorista suicida se hizo estallar otra bomba ante una patrulla de policía. La amenaza yihadista sigue ahí. Pero el proceso democrático avanza.

Esta vez, a diferencia de las elecciones legislativas del 6 de octubre, no ha habido que lamentar una baja afluencia de electores. Tres horas antes de concluir la jornada electoral, a las 15:30, la participación ya ascendía al 39,2%, casi el mismo nivel que en los comicios legislativos 6 de octubre al cierre de urnas (41,7%). El interés de los ciudadanos quedó patente en el debate entre los dos candidatos, que registró un récord absoluto de audiencia en Túnez con 6,4 millones de telespectadores, más de la mitad de la población.

Jazy Hedi, es un funcionario de 58 años que ha votado por Kais Said. “El jurista Said puede ser un hombre de Estado. Mientras que Karui no serviría ni para gobernar un barrio”. Aisaui Sami es un tunecino de 40 años que trabaja en Europa y también ha votado por Said. “El otro candidato es un demagogo. Reparte comida entre los pobres y lo saca en su cadena de televisión. Si hay que seguir con la revolución adelante yo quiero seguir con un pueblo culto. La gente que vota a Kais Said son más conscientes”.

En el otro extremo de la ciudad, en un colegio del barrio acomodado de La Marsa, Syrine, una joven de 25 años empleada en el sector de los Recursos Humanos, señala: “Esta elección es una batalla entre generaciones. Los jóvenes estamos con Kais Said, los mayores con Karui”. Han sido un grupo de jóvenes voluntarios, muchos de ellos exalumnos de Said, quienes han organizado su campaña electoral.

Una buena parte de los votantes parece haber votado por miedo a un candidato más que por adhesión al otro. “Lo único que quiero es que no vengan los Hermanos [Musulmanes]”, se despacha Maria, también en el barrio de La Marsa. Maria alude a la supuesta vinculación de Said con el partido islamista Ennahda, que pidió a sus votantes el voto por el jurista Said.

Najua, una funcionaria de mediana edad, comenta: “He sido alumna de Said, y tiene unas buenas ideas teóricas, pero lo que necesitamos es un hombre práctico que reactive la economía. Tengo miedo de que haya un retroceso en el país, sobre todo en los derechos de las mujeres”. “No, no creo que exista ese peligro”, tercia su marido, aunque también se ha decantado por Karui.

En el campo del jurista, suscitan preocupación los negocios del magnate de la comunicación. “Sus empresas y conexiones con el extranjero son dudosas. El país necesita un hombre íntegro y bien formado, un intelectual como Said”, dice Sonia, un ama de casa que ha venido acompañada de su hija, que vota por primera vez. “Estoy asustada ante la posibilidad de que Karui gane. No sé cuál será su relación con la sociedad civil”, confiesa Olfa, una treintañera que trabaja en una ONG.

Karui fue liberado el miércoles, después de 46 días en prisión preventiva por una denuncia de evasión fiscal y blanqueo de dinero presentada por la ONG Iwatch, especializada en la lucha contra la corrupción.

La Constitución de 2014 limita las atribuciones del presidente a los ámbitos de la Política Exterior, la Defensa, y la Seguridad Nacional. Sin embargo, podría desempeñar también un importante papel de árbitro ante una hipotética situación de bloqueo en el Parlamento durante la próxima legislatura.

Tras las elecciones legislativas celebradas la semana pasada surgió un Parlamento muy fragmentado. El partido más votado fue Ennahda, de tendencia islamista moderada. Pero solo consiguió 52 de los 217 escaños disponibles. Ahora tendrá que buscar socios que le proporciones los 57 votos que le faltan para alcanzar la mayoría de 109, mínimo indispensable para gobernar.

El próximo presidente, sin experiencia en el manejo de organismos públicos, deberá esmerarse en asentar la joven democracia en medio de unas instituciones debilitadas.