Los pactos municipales complican aún más la investidura de Sánchez

Antes de la constitución de los gobiernos municipales del pasado sábado no salían los números para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Tras el reparto del poder local, la situación se ha complicado aún más. Solo ERC parecía abierto a hacer posible la investidura, pero el voto de los socialistas a Ada Colau para la alcaldía de Barcelona, frente al republicano Ernest Maragall, ha irritado profundamente a los independentistas. La oferta de UPN de dar sus votos a Sánchez se mantiene si se les permite gobernar en Navarra.

Los bloques de izquierda y derecha se afianzaron este sábado en la conformación de los ayuntamientos, salvo algunas excepciones fruto de rencillas locales. Cerrado el mapa local, desde este lunes se reanudan las negociaciones para la constitución de los ejecutivos autonómicos. Los socialistas albergan pocas esperanzas de gobernar en algunas de las comunidades donde ganaron las elecciones.

Antes de que termine la semana los pactos quedarán consumados, y solo entonces la cúpula del PSOE afrontará con toda la determinación la negociación para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Se pretende que los ánimos se serenen, que cada partido tenga ya conciencia de su poder local y autonómico y puedan empezar a pensar en el Gobierno central.

La situación se ha complicado un poco más para Pedro Sánchez, que ha recibido el encargo del Rey de buscar apoyos suficientes para su investidura, al no haber otra alternativa. Solo ERC entreabrió la puerta a abstenerse para que Sánchez lograra la presidencia el Gobierno en segunda votación —en la que basta con tener más votos a favor que en contra— y evitar así la vuelta a las urnas. Los ánimos de los republicanos no estaban ayer en la línea de ayudar en nada al líder socialista.

Sin dudarlo un instante, los socialistas apoyaron a Ada Colau para que volviera a ser alcaldesa de Barcelona. También sin titubear, dieron la espalda al candidato de ERC, Ernest Maragall, cuya lista consiguió el primer puesto en votos en las elecciones del pasado 26 de mayo, aunque empató en actas con la de Colau. La votación en la corporación barcelonesa fue una de las más extrañas entre las grandes ciudades que ayer renovaron el poder municipal.

Manuel Valls y dos regidores más de su equipo —de los seis concejales que obtuvo la candidatura Barcelona pel Canvi-Ciudadanos— contribuyeron a que Colau resultara elegida frente al independentista Maragall. La airada respuesta en la calle de los republicanos, con insultos e incluso lanzamiento de objetos contra Colau y los socialistas, indican el mal ambiente contra el PSC y, por extensión, contra el PSOE de Pedro Sánchez.

En ningún caso desde Moncloa se pensó en dar instrucción alguna a su partido hermano, el PSC. Seguramente no lo habrían admitido pero tampoco estaba en la intención de la cúpula de Ferraz, sede federal del PSOE en Madrid, señalan en la dirección socialista.

Pasan las semanas y no hay gestos del Gobierno central hacia el mundo independentista, como tampoco los hubo del secesionismo hacia Pedro Sánchez. ERC y el PDeCAT rechazaron los presupuestos en la anterior legislatura tras negarse Sánchez a empezar a hablar de autodeterminación. A partir de ahí todo han sido desencuentros.

Ha sido mucho más fácil que el PSC, y su candidato municipal barcelonés, Jaume Collboni, olvidaran que Ada Colau les expulsó del gobierno municipal, en noviembre de 2017, a que el socialismo catalán perdonara que ERC impidiera la elección de Miquel Iceta como presidente del Senado. En este contexto de agravios mutuos, y sin que el PSOE pida nada a ERC, solo este partido independentista muestra alguna predisposición a favorecer la investidura de Pedro Sánchez. Así estaban las cosas hasta la víspera de la constitución de los ayuntamientos. “No venimos a bloquear nada”, anunció en el Congreso Gabriel Rufián. El portavoz parlamentario de ERC no hablaba a humo de paja, sino a sabiendas de que la negociación con el PSOE sobre “derechos nacionales” de Cataluña es imposible, al menos, en términos de independencia.

Navarra puede decidir

Pero la disposición real se verá en conversaciones en los próximos días, cerca del fin de mes o principios de julio. El PSOE no quiere dar por cerrada la vía navarra. Los dos votos de Navarra Suma, con dos diputados al Congreso de UPN, serían suficientes para no tener que contar con el partido independentista catalán. Y Sánchez los tiene, siempre que convenza a los socialistas navarros, y a su líder y candidata a la presidencia del gobierno foral, María Chivite, de que no insista en alzarse con el bastón de mando con apoyos de los partidos de izquierda —nada que objetar a ello— pero con la colaboración inexcusable de Bildu en forma de abstención en segunda convocatoria.

La semana empieza sin que las posiciones hayan cambiado, salvo el voto de los socialistas navarros a su propio cabeza de lista que propició que Navarra Suma (UPN, PP, Cs) haya conseguido la alcaldía de la capital navarra y muchas otras de ciudades de la comunidad foral. Una muestra que quiere exhibir el PSN para demostrar que su acción política en nada favorece a los radicales. Aun así, si Chivite no pacta con Navarra Suma y les da la presidencia, Pedro Sánchez puede olvidarse de sus votos para la investidura.

Más previsible se presentan los pactos para los gobiernos autonómicos. Las escaramuzas habidas entre Vox, Ciudadanos y el PP, en algunos lugares, con resultados inesperados, como la alcaldía de Burgos para el PSOE, no constituirán una categoría. El bloque actuará como tal y lo mismo el de izquierda, pero con mucho menor rendimiento en cuanto a conseguir poder autonómico. Unidas Podemos pondrá el énfasis en que el Gobierno de “cooperación” al que aspira Pedro Sánchez se aproxime lo más posible al Ejecutivo de “coalición” al que aspira su formación.