5G: Mucho ruido y pocas nueces

Llegó el día. Después de más de dos años hablando todos los meses, por uno u otro motivo, del 5G, ayer, 15 ciudades españolas probaron la nueva conexión ultrarrápida. Bueno, más bien, la realidad fue que en esas 15 ciudades españolas pudieron hacerlo quienes tuvieran Vodafone como operador, aquellos que hubieran contratado la tarifa correspondiente y fueran propietarios de uno de los tres móviles preparados para funcionar con esta nueva tecnología. Esa minoría fue la que ayer se convirtió en usuario pionero del 5G. Aunque ya hemos hablado largo y tendido de este novedoso tipo de conexión, merece la pena hacer una pequeña introducción para comprender a qué viene tanto ruido.

El nuevo estándar de comunicación promete ser no solo más rápido (entre 10 y 100 veces), la velocidad de descarga con 5G prometida por Vodafone llegaría a los 1Gbps (unos 1.000 Mbps cuando el 4G roza los 100) y a finales de año ya se duplicaría. En teoría una fracción de lo que el 5G podrá ofrecer: velocidades de descarga de hasta 10Gbps. Pero hay más. No solo se trata de acelerar, sino también de multiplicar por cientos la cantidad de dispositivos conectados a esta velocidad. Y este es el verdadero reclamo de 5G: todo, desde las señales de tráfico, los coches, la ropa, los electrodomésticos, etc., todo podrá estar conectado a la red y a nuestro teléfono. Esta capacidad obviamente propiciará la llegada de las ciudades inteligentes, los vehículos verdaderamente autónomos y seguros, una telemedicina especializada y nuevas formas de entretenimiento.

El 5G en España ha llegado de la mano de Vodafone que ha utilizado equipos Huawei (en su mayoría) para dar el servicio. La marca china es la principal responsable de la puesta a punto de la infraestructura, justo en el mismo día en que recibió el premio a la Mejor Tecnología de Núcleo de Red 5G en lo que podríamos llamar el campeonato del mundo de las comunicaciones digitales: la 5GWorldSeries. Así, en teoría, quienes tengan un móvil Xiaomi Mi MIX 3 5G, un LG V50 Thin Q 5G o un Samsung Galaxy S10 5G, podrán conectarse a velocidades hasta 10 veces más rápidas que con 4G…Hasta 10 veces. Por ahora el límite máximo de 5G, cerca de 100 veces más rápido, es una quimera y en las actuales condiciones llegar a multiplicar por 10 la velocidad de carga y descarga, es un triunfo.

Claro, que no cualquiera con los mencionados móviles podrá conectarse a 5G, también deberá tener a Vodafone como operadora y haber contratado las tarifas correspondientes, es decir las Ilimitadas (Móvil, Super y Total, que van desde los 20 a los 50 euros por mes). Eso sí, no habrá que cambiar la tarjeta SIM ni habrá diferencia de precio si nos conectamos a la red 4G o a la 5G.

Pero hay letra pequeña. Y mucha. Las 15 ciudades en las que este servicio estará disponible (Barcelona, Bilbao, Coruña, Gijón, Logroño, Madrid, Málaga, Pamplona, San Sebastián, Santander, Sevilla, Valencia, Vigo, Vitoria y Zaragoza) parecen abarcar una gran parte de la geografía española, pero la red cubrirá solo al 50% de la población de estas ciudades. Se espera que más zonas estén habilitadas en los próximos meses (años probablemente), pero falta mucho para ello. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, primero, el año pasado, más de tres millones de españoles residían en una zona en la que ni siquiera una operadora de telecomunicaciones ofrecía cobertura 4G, según datos del Índice de la Economía y la Sociedad Digital (DESI) de 2018 elaborado por la Comisión Europea.

Los obstáculos

A esto hay que sumarle que Telefónica y Orange comenzarán brindar este servicio a finales de 2020, como pronto. ¿Más obstáculos? Ahora mismo, solo tres dispositivos son compatible con 5G, los antes mencionados. Se supone que este año llegarán más a España. Podríamos contar con el OnePlus 7 Pro 5G, el Mate X (el plegable de Huawei) está pendiente de aprobación y demorado en su lanzamiento oficial por problemas de revisión. El Mate 30 presumiblemente también sería compatible, aunque habrá que ver cómo le afecta el veto de Trump). Por su parte, Sony se atrevería con el Xperia 2 y Apple no se sabe si llegará con esta tecnología antes de finales de año.

Y es que no basta con tener el casi último modelo, el teléfono debe contar con la posibilidad interna de conectarse a 5G por medio de su hardware, de lo contrario, no sirve de nada contratar la mejor tarifa ilimitada o vivir en una de las 15 ciudades: hay que tener un móvil 5G.

Es cierto que gracias a este inicio temprano, España se ha convertido en pionera en esta tecnología, pero eso mismo ha hecho que se quede, por ahora, huérfana en la UE. El roaming con 5G tendrá que esperar meses para ser efectivo en países como Reino Unido, Italia o Alemania. Y no en todo el territorio, igual que ocurre en España.

Tarifa ilimitada

Otra duda es cómo se comportará nuestra batería con esta nueva tecnología. Al principio le afectará negativamente. Y con «el principio» nos referimos a los primeros años, cuando el 5G y el 4G se disputen la conectividad, un cambio constante y automático que pondrá a prueba la duración de las baterías. Pero a medida que el estándar sea más habitual, cubra más zonas y haya menos cambios, la batería tendrá una vida más extensa.

Y ¿qué ocurrirá con los datos? Esta es otra incógnita lógica. Si vamos a estar más tiempo conectados, descargando y enviando más información, aunque sea en menos tiempo, la realidad es que los datos se convierten en una cifra fija y las demás son las variables. La recomendación obvia que hacen las operadoras es contratar una tarifa de datos ilimitada, que es por definición, la más cara.

La realidad es que el 5G ha llegado, pero lo ha hecho solo porque la tecnología está disponible, no porque esté demostrada de modo concienzudo. La mayor parte de las pruebas se han llevado a cabo en entornos controlados y con un número de dispositivos previamente seleccionados y preparados en todos los sentidos. En una situación real, con altas demandas constantes, imponderables, fallos y nuevas tecnologías y dispositivos, el entorno es otro. Es cierto que tendremos un mejor servicio, velocidades más altas (de carga y descarga) y una latencia menor, pero poco más podemos esperar del 5G en el próximo año. Por último, tenemos también los problemas que puede traer esta nueva conexión ultrarrápida, según han señalado los expertos. El incremento en el número de dispositivos conectados, que se multiplicará por 5, sobrepasando los 30.000 millones, hará que sea más fácil para «hackers» vulnerar la seguridad. No porque el 5G sea menos seguro, sino porque habrá más puertas a las que golpear y eso facilita el trabajo de los ciberdelincuentes. A eso hay que unirle nuestra propia falta de cuidado. Todos los «gadgets» que tengamos en casa se conectarán a nuestra red wifi y habitualmente no cambiamos los códigos de acceso por lo que será muy fácil acceder a ellos desde fuera. De hecho hay aplicaciones gratuitas que permiten hacerlo.

Otro problema es la conectividad en los lugares que cuenten con wifi pública, una puerta abierta para ciberespías y «hackers». No nos acostumbramos a que este tipo de redes son inseguras, pero a medida que nuestro móvil se convierta en el mando de nuestra vida (y nuestra vida esté bajo el mando del móvil) ya no se tratará de que pueden acceder a nuestra red social o el número de tarjeta, también a la llave de nuestro coche o a las cámaras de seguridad en el hogar. Y esto solo si tenemos en cuenta nuestra realidad más cercana, nuestra casa. ¿Qué pasará con las centrales eléctricas, las plantas de agua potable, los registros de votos o los archivos de documentos e impuestos? Todos ellos serán más vulnerables también y la realidad es que no contamos con suficientes expertos. Realmente no nos interesa tener el suficiente conocimiento para prevenir esta situación de riesgo. Hasta que ocurra un ataque masivo, que se producirá, sin duda. En ese momento desearemos haber creado, junto al estándar 5G, las medidas de prevención adecuadas para ello.

Mejor esperar a 2020

Hoy mismo, tener un móvil 5G, a Vodafone como operadora y vivir en una de las 15 ciudades seleccionadas, permite descargarse películas y aplicaciones a una velocidad más alta, ver vídeos en «streaming «un poco mejor (como por ejemplo cambiar la calidad a 1080 sin casi demoras) y jugar a videojuegos online sin latencia. Pero todas las promesas de la revolucionaria tecnología, ciudades inteligentes, avances en alimentos, agricultura, telemedicina y seguridad, aún deberán esperar más allá de 2020 para hacerse realidad.

El mejor consejo, por lo tanto, es esperar hasta esa fecha para hacerse con un móvil 5G. Para entonces los dispositivos estarán más y mejor preparados para enfrentarse a problemas de batería, latencia y conectividad. Los módem internos serán más eficientes y el software más compatible con la tecnología. Y obviamente la infraestructura 5G será más amplia. Hasta entonces, es un estándar, no una excelencia en tecnología.