El Banco de España mejora la previsión de crecimiento y vuelve a avisar del efecto en el empleo del salario mínimo

El Banco de España ha mejorado este viernes su previsión de crecimiento para este año, del 2,2% que pronosticaba en marzo al 2,4% que prevé ahora. El motivo es que en el primer semestre del año se ha dado «una mayor fortaleza de lo anticipado», ha afirmado el jefe del servicio de estudios de la entidad, Óscar Arce. A partir de ahora, según las proyecciones del supervisor, el crecimiento se irá suavemente moderando. También el empleo, que además se verá afectado por el incremento del salario mínimo, insiste el banco en su informe. Además, los riesgos procedentes del exterior van en aumento y algunos están materializándose.

El Banco de España se ha defendido de las críticas del Gobierno por sus cálculos sobre el impacto de la subida del salario mínimo. El organismo estimó que se perderían unos 125.000 empleos entre los trabajadores con sueldos afectados. Según ha explicado Arce este viernes, la entidad utilizó una metodología validada y publicada por una revista académica de prestigio. Se cogió el alza del SMI de 2017, en la que un 0,1% de los trabajadores, con sueldos en esa franja de subida, se vieron perjudicados y perdieron su empleo, según datos individualizados tomados de la Seguridad Social. Ahora, para una subida mucho mayor y sin precedentes, que afecta al 6,2% de trabajadores, no hay todavía estadísticas individualizadas. Y lo que hizo el banco fue extrapolar esas cifras de 2017 al incremento del 2019. Aun así, Arce ha reconocido que hay mucha incertidumbre sobre esos números porque entre otras cosas la muestra es de 2017. Además, la magnitud de la subida es tan grande que la extrapolación puede perder precisión. Y podría suceder, por ejemplo, que no se estuviesen aplicando las subidas, como han denunciado los sindicatos. «No tenemos una bola de cristal», ha declarado Arce.

No obstante, ha resaltado que el año pasado el 20% de las contrataciones de gente que se había ido al paro estuvieron por debajo del actual umbral de salario mínimo. Y ha destacado que el empleo ha evolucionado de manera más positiva que lo que se esperaba. «¿Quiere decir que el salario mínimo no esté teniendo efectos sobre el empleo? No necesariamente. La economía española está sujeta a otros muchos efectos que no son solo el salario mínimo. El empleo ha ido mejor pero también la actividad. Por ejemplo, la zona euro ha crecido el doble de lo esperado a inicios de año. ¿Cuánto pesa este factor? Todavía no lo sabemos», ha señalado. Aun así, Arce ha subrayado que los datos son raros: se ha acelerado la creación de puestos de trabajo en la Encuesta de Población Activa, pero se ha desacelerado en la afiliación a la Seguridad Social. Y, extrañamente, los costes laborales se han frenado pese a las alzas del SMI, de las cotizaciones y de los salarios en convenios.

Pese a todo ello, en la nota del banco persiste la visión negativa sobre el impacto del aumento del SMI: «Los efectos de la subida del salario mínimo que entró en vigor a principios de año tenderán a moderar el dinamismo del empleo en los próximos trimestres. En todo caso, el incremento de la ocupación permitirá que continúen observándose reducciones adicionales en la tasa de desempleo, aunque estas se verán atenuadas por el proyectado repunte de la población activa». Para 2021, el paro bajaría hasta tasas del 12%.

A pesar de la ralentización global que lastra las exportaciones, la economía se ha comportado en el primer semestre algo mejor de lo esperado, impulsada por el gasto público y por un consumo interno que aguanta con más fuerza de lo previsto a costa del ahorro. De cara al resto del año, el menor vigor de las exportaciones y el precio del petróleo restarán fuelle a la actividad. Sin embargo, los costes de financiación serán algo más reducidos y continuarán respaldando el crecimiento.

Entre 2019 y 2021, el banco espera que el actual periodo expansivo se prolongue gracias al mantenimiento de la competitividad, la mejora de la situación patrimonial del sector privado y la continuación de una política monetaria favorable. Y «en ausencia de nuevos desarrollos adversos en los próximos trimestres, los mercados de exportación tenderán a una cierta recuperación», dice la nota del organismo. No obstante, el avance del PIB se irá moderando gradualmente conforme se agota el impulso fiscal y los hogares consumen un poco menos. «Un elevado grado de incertidumbre global contribuirá» a este menor consumo y a una menor inversión, explica el supervisor. «Como resultado de todo ello, se prevé que, tras el 2,6% registrado en 2018, el avance del PIB se modere hasta el 2,4% en 2019, el 1,9% en 2020 y el 1,7% en 2021», vaticina el Banco de España. Eso sí: todos los riesgos procedentes del exterior se están intensificando. Arce ha apuntado a una nueva escalada del proteccionismo, el Brexit o las dudas sobre la economía china.

Según las proyecciones, los hogares seguirán beneficiándose del aumento de las rentas laborales, el alivio de la carga financiera y la mejora de la riqueza real, apoyada en un mercado de la vivienda cuyos precios seguirán subiendo. Aun así, la demanda de los hogares tenderá a suavizarse: aunque las rentas laborales crezcan, lo harán más por alzas salariales que por la creación de empleo, y hay una mayor propensión a consumir cuando las rentas proceden del aumento de la ocupación, señala el organismo. Además, la mayor incertidumbre global llevará a los hogares a recomponer su tasa de ahorro en algún momento. De hecho, el Banco de España ya aprecia una ralentización reciente del crédito al consumo. Y prevé un agotamiento de la demanda de bienes duraderos que se pospuso con la crisis y que en los últimos años se ha estado satisfaciendo. Por último, los Presupuestos Generales del Estado de 2018 brindaron una mejora de las rentas de los hogares cuyo efecto se irá desvaneciendo.

También se pronostica una cierta moderación de la inversión residencial tras el rebote de la recuperación, y una desaceleración de la inversión empresarial según se ralentiza la demanda, aumenta la capacidad instalada y persiste la incertidumbre por las tensiones comerciales y el Brexit.

El déficit público continuará corrigiéndose gracias al crecimiento económico. Sin embargo, el déficit estructural apenas variará y por lo tanto permanecerá «en niveles muy elevados». Para el cierre de 2019, el banco cree que el desfase de las cuentas públicas solo descenderá una décima, del 2,5% al 2,4%. Aunque los ingresos han ido mejor, hay algunos gastos extraordinarios y una menor inflación que lastrarán este año la corrección del agujero presupuestario. No obstante, Arce ha aclarado que no se han incluido algunas de las medidas de ingresos enviadas a la Comisión Europea porque no están aprobadas. En el ámbito nacional, la fragmentación política puede evitar que se adopten reformas, dice el documento.

En un contexto de desaceleración de las exportaciones y subidas del precio de petróleo, se mantendrá el superávit con el exterior. Pero este será menor. Según el banco, se quedará estabilizado en torno a un 1% del PIB en lugar del 2% que se estaba registrando en años precedentes.

Las recientes alzas de la inflación se desinflarán según pierdan empuje los precios de la energía. Y a partir de ahí irá repuntando hasta colocarse en un 1,6% en el horizonte de proyección. La inflación subyacente, que no incluye ni alimentos ni energía, se irá recuperando poco a poco. Pero las subidas de salarios no se están trasladando a los precios a pesar de que apenas mejora la productividad. De momento, esa subida de costes laborales se está traduciendo en unos menores márgenes para las empresas. Y este fenómeno está ocurriendo en toda Europa, señala Óscar Arce. El hecho de que la inflación de la zona euro no termine de arrancar preocupa mucho al tratarse de un síntoma de debilidad de la economía. De persistir esa erosión de los márgenes, la inversión y el empleo de las empresas podrían acabar resintiéndose.