La verdadera historia de los escudos de España: más de 500 años uniendo a un país

Se puede hablar del primero de los escudos de la historia de España ya en 1475. Con el águila de San Juan como soporte –cuya inclusión en este símbolo muchos han asociado erróneamente a la dictadura de Franco–, fue creado por losReyes Católicos para representadas de forma intencionada y políticamente equilibrada a las dos mayores entidades políticas de la Península Ibérica a finales del siglo XV: la Corona Castellano-Leonesa y la Corona de Aragón. Y eso que faltaban aún varias décadas para que se completara la extensión territorial del país tal y como lo conocemos hoy, con la reconquista de Granada en 1452 y la posterior incorporación del Reino de Navarra a la Corona de Castilla, en 1515.

Desde entonces, los cambios que ha sufrido nuestro escudo nacional han sido tantos en lo que respecta a su forma y los elementos que incluye, que no es muy difícil perderse en ellos. En 21014, por ejemplo, una serie de expertos se dieron cuenta de que, durante veinte años, la selección española de fútbol había lucido en sus camisetas el emblema equivocado. Fue en ese momento cuando Adidas y la Federación aprovecharon el lanzamiento de la nueva equipación para corregir la mayoría de sus errores, aunque no todos.

Las anteriores incorrecciones, que fueron habían sido descubiertas por el historiador Jaime Salazar en agosto de 2010, hicieron correr ríos de tinta entre los expertos: que si el rabo del león del cuartel del Reino de León se representaba hacia dentro y no hacia fuera, como debería; que si la corona de la columna izquierda no era la imperial, que si las cadenas de Navarra no tenían la simetría correcta o que si la flor de lis no era la auténtica, entre otros muchos. Algunos fueron subsanados, pero otros encontrados en la corona de la derecha y las bases de los capiteles, no.

Formas y elementos

Para algunos lectores estos pueden parecer detalles sin importancia, pero lo cierto es que todos esos escudos, formas y elementos han representado a las diferentes dinastías que han reinado en España desde los Reyes Católicos. A las que hay que sumar las consiguientes variaciones realizadas por cada uno de los monarcas para realizar la más correcta representación simbólica de la realidad histórica y política del país.

No es descabellado decir que el actual escudo es el resultado de un proceso que comenzó en la Reconquista y que concluye con la llegada de la actual democracia. Este no es un proceso que pueda seguirse con precisión. En primer lugar, porque no podríamos defender con propiedad que los escudos utilizados por los diferentes reyes a lo largo de la historia representaran al Estado como tal. La mayoría eran escudos de armas personales del monarca que se aplicaban en sus reinos por extensión. No será hasta el Gobierno Provisional de 1868 cuando se cree un símbolo propio del Estado, independiente del de la monarquía.

Por otro lado, los elementos que conforman los primeros escudos que representan a la práctica totalidad del territorio peninsular estaban influenciados por otros más antiguos. En «Los símbolos de España» (2000), libro publicado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, cuya parte del escudo fue escrita por Faustino Menéndez-Pidal, se describe al detalle el proceso que llevó a España a adoptar, en 1981, el actual escudo. Según este académico de la Historia, el recorrido comienza nada menos que en la Hispania Romana, por ser entonces cuando se consideraron unidos los pueblos peninsulares. Y destaca después las aportaciones realizadas a nuestro emblema por parte de los visigodos, ya que estos influenciaron también en la iconografía de los reinos peninsulares que iniciaron más tarde la Reconquista.

Desde 1475

Como hemos apuntado antes, el primer escudo de España es el de los Reyes Católicos de 1475, donde incluyen el águila de San Juan como soporte. Fue la muy católica Reina Isabel quien tomó esta decisión, con la intención de mostrar sus preferencias por este evangelista, cuyo libro se asocia con esta ave. De hecho, este águila nimbada apareció ya en la divisa personal de Isabel, en 1468, cuando solo era princesa heredera, y continuó vinculada más tarde a la monarca a través de la heráldica compartida de los Reyes Católicos.

La divisa elegida fue, concretamente, un águila real pasmada, de sable, nimbada de oro, con el pico y las garras de gules y un halo de oro, al que pronto se le incorporó la leyenda «sub umbra alarum tuarum protege nos» («protégenos bajo la sombra de tus alas»). Así está presente en sus monedas de oro desde 1497, así como iluminando su Breviario desde 1502, tal y como informa César Cervera.

El escudo de los Reyes Católicos fue diseñado inspirándose en el que creó el Rey Fernando III de Castilla cuando recibió la Corona de Aragón. Para Menéndez-Pidal, este momento de 1230 es el más trascendental en la formación del escudo de 1475, ya que Fernando III creó su emblema simbolizando la unión bajo su cetro de los dos importantes reinos. En él distribuía de forma cuartelada dos castillos y dos leones alternados, mientras que en el de 1475 las armas de Castilla y León se alternan con las de Aragón y las Dos Sicilias. Este escudo fue el que le sirvió de inspiración al régimen franquista tras la Guerra Civil, que estuvo vigente hasta el establecimiento del actual emblema en 1981, aunque con algunas variaciones a lo largo de las casi cuatro décadas de la dictadura.

«Plus Ultra»

Desde la muerte de Fernando el Católico, en 1516, el escudo de España ha sufrido incontables variaciones y transformación con la intención de seguir uniendo a lo españoles bajo un único símbolo en un territorio indivisible. Uno de los más activos en este sentido fue Carlos I y V de Alemania, nieto de este que añadió un montón de elementos nuevos. En primer lugar, a las armas ya presentes, sumó las de Austria, Borgoña antigua y moderna, Brabante, Tirol y Flandes. En segundo, incluyó las columnas de Hércules para hacer referencia a la mitología griega, según la cual este dios colocó dos pilares a ambos lados del estrecho de Gibraltar para marcar el fin del mundo. En tercer lugar, añadió después la famosa leyenda de «Plus Ultra», para hacer referencia a la enorme expansión de su territorio tras el descubrimiento de América. Y en último lugar, el collar del Toisón de Oro que rodea al escudo, el cual permanece intacto hasta hoy.

El proceso de transformación no se detuvo ahí. Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II descargaron el escudo de ornamentos externos, sustituyendo la corona imperial por la real abierta, hasta llegar hasta la siguiente dinastía, la de Borbón-Anjou (1700-1808), que se estableció tras la Guerra de Sucesión.

Fue en este periodo donde se produjo uno de los cambios que, por error, decidió incluir la Federación Española de Fútbol en el escudo de su camiseta, hace unos años, como si fuera actual. Fue obra de Felipe V, quien además de mantener todos los elementos anteriores, aunque cambiando el diseño y la distribución de los mismos, añadió el polémico escusón que hace cinco años aparecía destacado en los telediarios y periódicos. Se trata de una especie de escudo dentro del escudo, recto es su parte superior y con las flores de lis de la Casa de los Borbones en Francia.

Esa es la razón por lo que alguien se equivocó al incluirlo en la equipación de fútbol que debían usar nuestro equipo en la Eurocopa de Inglaterra de 1996, ya que este representaba a la Casa de Borbón en Francia, no a la de España. En 2014 fue, por fin, sustituido por el actual escusón ovalado.

El «Rey intruso»

Tras la Guerra de Sucesión se produjeron otras variaciones importantes, como las de José I de Bonaparte, conocido como el «Rey intruso», y Fernando VII. Pero fue durante el Gobierno Provisional de 1868 cuando, entre otros cambios, se suprimió el famoso escusón. Éste es, además, el escudo que adoptará la distribución de cuarteles tal y como la conocemos hoy y el primero que, según algunos expertos, puede considerarse propiamente como escudo nacional. Hasta entonces solo era el escudo de la monarquía correspondiente.

Este mismo emblema estatal siguió apareciendo intermitentemente en el futuro, al ser recuperado por el reinado de Amadeo I (1870-1873) en la Primera República y en la Segunda, pero siendo eliminado en la Restauración, con la vuelta al trono de la dinastía borbónica, que quiso volver a instaurar su escudo dinástico. Sin embargo, cada rey y Gobierno seguía incorporando sus propios elementos para darle un carácter más personal.

Franco, además de añadir las columnas de Hércules coronadas y una cinta con la divisa «una, grande y libre», recuperó el escudo de 1475 de los Reyes Católicos tras unos momentos de confusión simbólica. Y también incluyó el yugo y las flechas, que no fueron inventadas en la dictadura. El yugo para Fernando, pero representado con la Y inicial de Ysabel; y las flechas de Isabel, con la F inicial de Fernando. Un intercambio galante de sus divisas para escenificar la unión dinástica que dio forma a la España moderna.