Sánchez prevé subidas de sueldos del 2% a costa de destruir productividad

En el Programa de Estabilidad que el Gobierno envió a Bruselas el pasado martes, plasmó no solo sus planes fiscales para los próximos cuatro años, sino también cuál es el escenario económico que arroja para esta legislatura. Según las previsiones que remitió a la Comisión Europea, el Ejecutivo arroja un escenario de deterioro de la competitividad de la economía española que no tiene precedente desde finales de los noventa, en el que los salarios subirán estos cuatro años a ritmos anuales superiores al 2% que no se veían desde 2010 pero a costa de la productividad, que no solo seguirá estancada, sino que se destruirá.

Toda una anomalía que repite los peores tics de la crisis, cuando el desacople continuado entre el crecimiento de los sueldos y el del rendimiento provocó que España perdiera competitividad frente a la Eurozona. En las últimas décadas, España solo ha mejorado su productividad destruyendo empleo: la crisis engulló más de tres millones de empleos. Posteriormente, en la recuperación la productividad había repuntado ligeramente, mientras los salarios seguían una tendencia de moderación.

Esto continuó así hasta el año pasado, cuando España destruyó productividad por primera vez en veinte años, al caer un 0,2%. No obstante, en su cuaderno de bitácora para la legislatura, el Ejecutivo no piensa que vaya a revertir esta tendencia con las medidas que adjunta en el Programa Nacional de Reformas, ya que pronostica que este año y el siguiente la productividad por hora trabajada se seguirá deteriorando un -0,4%, que será del -0,2% en 2021 y el 0% en 2022.

Los economistas recomiendan que los salarios vayan subiendo acordes a la productividad para hacer estas alzas sostenibles, pero al escudriñar el escenario que plasma el Ejecutivo esto no es así. La remuneración por asalariado crecerá, según el Gobierno, un 2,1% este año, un 2,2% en 2020 y un 2,3% en 2021 y 2021. En estos dos últimos años serían las mayores subidas salariales observadas desde 2009, cuando los salarios crecieron un 4,4% pese a que la burbuja inmobiliaria ya había estallado y la economía recortaba empleos a mansalva.

El escenario que dibuja el Gobierno carga así los costes sobre las empresas, que subirán salarios cediendo márgenes. «Las empresas no lo aguantan todo: el 40% siguen aún en números rojos pese a la recuperación. Que en un periodo de varios años la productividad se deteriore y se eleven los salarios técnicamente es imposible sin sacrificar la competitividad», sostiene el vicepresidente y portavoz de CEIM-CEOE, Francisco Aranda.

Una de las muescas que se esconden tras esta senda es las subidas delSalario Mínimo Interprofesional (SMI) que el Ejecutivo planea continuar aprobando. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, abrió hace unos meses la puerta a elevarlo a mil euros en 2020 y el programa del PSOE auguraba que acabaría la legislatura ascendiendo al 60% del salario medio, es decir, en el entorno de los 1.200 euros. Un alza del 33% en cuatro años.

«Este escenario desemboca en menos empleo, porque las empresas sacrificarán la rentabilidad de sus inversiones e invertirán menos, lo que significa menos trabajo; o reducirán su autofinanciación, con lo que tendrán menos proyectos y también caerá el empleo», dispara el profesor del IESE Business School, José Ramón Pin.

Modelo improductivo

El modelo económico español explica gran parte del problema de la productividad. España es el tercer país de la OCDE con un mayor número de empleos temporales, un 26,7% del total, solo superado por Chile y Colombia. Asimismo, el músculo de sectores poco productivos como el turismo o la construcción -cuya inversión crecerá a tasas superiores al 3% según el Gobierno hasta 2022- termina de explicar el fenómeno en el que la educación también tiene un papel fundamental. España es el segundo país de la UE con mayor tasa de jóvenes que dejan los estudios entre los 18 y los 24 años, con un 18,3%. Problemas que no mejorarán esta legislatura ante las estimaciones del Gobierno.