A pesar de que sigue siendo habitual escuchar el mantra de que «las campañas electorales no sirven para nada» lo cierto es que un 22,7% de los encuestados tras las generales de 2016 reconocieron que se decantaron por un partido cuando ya había comenzado la campaña electoral frente al 76,8% que afirmó que ya tenían la decisión tomada anteriormente. También es muy significativo estudiar el desglose de ese 22,7% por ciento de electores que se decidieron por su partido durante la campaña. Según el estudio de NC Report, un 6,8% de los votantes en las últimas generales tomó la decisión el mismo día en que introdujeron la papeleta en la urna el 26-J mientras que un 10,2% se decantaron los últimos días de campaña y un 5,7% durante los primeros días de ésta. Una vez más son PSOE y Ciudadanos los dos partidos que se jugaron más en la recta final y que, de repetirse la tendencia observada en 2016, tienen por tanto más que ganar o perder en campaña. El caso del partido naranja es de hecho el más pronunciado ya que un 8,5% de sus 3,1 millones de votos fueron recabados el mismo día de las elecciones.
Como ya se apuntó anteriormente, la media general de votantes que entra en la campaña electoral con la decisión tomada es del 76,8%, es decir, algo más de tres cuartas partes del electorado. Este dato es más abultado entre los votantes del PP: un 82,1% sabe que va a votar estas siglas desde el principio. También los electores que se inclinaron por Pablo Iglesias y por las confluencias de Podemos en 2016 se sitúan por encima de la media (80,4%). El PSOE entra en campaña con más de tres cuartas partes –concretamente un 78,2%– de sus votantes con las ideas claras y es una vez más Ciudadanos el más dependiente del esfuerzo final ya que solo un 63,1% de sus votantes sabía que iba a votar a Rivera antes de que comenzara la campaña.
El estudio de NC Report sobre el comportamiento en las últimas elecciones de los indecisos incluye además significativos datos sobre entre qué opciones políticas se debatieron los «veletas» de cada partido y, una vez más, el análisis es especialmente relevante en el caso de Ciudadanos debido al abultado porcentaje de sus votantes que venía de las filas de los indecisos. Ese 28,1% se divide en tres partes prácticamente iguales entre los que dudaron entre Cs y el PSOE (9,7%), entre Cs y el PP (9,1%) y entre Cs y otros partidos (9,3%). El desglose del 13% del electorado del PP que venía de los indecisos es más sencillo siendo los que dudaron entre el PP y Cs un 8,2% y los que dudaron entre PP y otros un 4,8%. Interesante observar también cómo los indecisos que se decantaron por Sánchez fueron un 17,8%; de los que un 6,2% dudaban entre PSOE y UP y un 4,6% entre PSOE y Cs.
Además, el estudio de NC Report sobre el comportamiento de los electores de cada partido durante los compases finales de la campaña pone de manifiesto que el votante de Ciudadanos es el último que se decanta y, por tanto, es el más dependiente de los mensajes que el candidato a partir de ahora. Por regla general, un 5,7% de los votantes se decanta al principio de la campaña: los de Cs lo hacen en un 10,6%, casi el doble. Esta regla del doble se cumple también al observar el porcentaje de votantes que espera literalmente hasta el colegio electoral para decidirse: la media es un 6,3% pero entre los votantes de Ciudadanos el dato sube hasta el 8,5%. Es decir, si la media del resto de partidos es de un 22,7% como ya se dijo, en Ciudadanos está cifra sube hasta el 36,7%.
Por partidos los votantes que más sensibles se reconocieron ante las encuestas fueron los del Partido Popular con un 11,2% y en segundo lugar –confirmando la tendencia de que el centro derecha es más sensible a la demoscopia– se sitúa Ciudadanos con un 9,9%. Aunque es verdad que los votantes de izquierdas no se muestras tan influenciables, lo cierto es no les andan muy a la zaga: un 8,5% y un 8,4% de los electores del PSOE y de Unidos Podemos, respectivamente, dieron «mucha o bastante influencia» a las encuestas que se publicaron antes de las generales.