El Parlamento griego ratifica el acuerdo con Macedonia y abre la puerta a su ingreso en la UE y la OTAN

En medio de un ambiente crispado en la Cámara y entre sonoras protestas callejeras, el Parlamento griego ha ratificado este viernes con el respaldo de 153 de los 300 diputados el acuerdo con Macedonia, que pone fin a un enquistado conflicto vecinal y por el que la antigua república yugoslava pasará a llamarse Macedonia del Norte, abriendo oficialmente la puerta a su integración en la OTAN y la Unión Europea. La votación se retrasó un día por la prolongada intervención de los diputados en el debate, con 230 turnos de palabra en una Cámara de 300 escaños.

Rechazado por una oposición variopinta —desde la conservadora Nueva Democracia (ND) al Partido Comunista y los neonazis de Aurora Dorada—, y por el 60% de la población en la calle según las encuestas, la ratificación completa la revisión constitucional que aprobó el Parlamento de Skopje para modificar la denominación del país, hasta ahora presente en los foros internacionales con el nombre provisional de Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM, en sus siglas inglesas) pero reconocido sin más como Macedonia por más de 130 países, entre ellos EEUU, Rusia y China.

Este reconocimiento oficioso ha sido uno de los motivos esgrimidos en el debate por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, para superar el sinsentido nominal, al igual que la oportunidad de hacer historia resolviendo un conflicto que desencadenó a comienzos de la década de los noventa el conservador Andonis Samarás, a la sazón ministro de Exteriores y dos décadas más tarde jefe del Gobierno encargado de ejecutar el segundo rescate. El pacto, además, “abre una nueva era de estabilidad y progreso en los Balcanes”, subrayó Tsipras.

Pero la ratificación ha sido un trago amargo para Grecia, donde la mayoría de la población desconfía de Skopje y sus presuntas veleidades irredentistas sobre la región helena de Macedonia, cuna de Alejandro Magno, además de considerar una traición el pacto. Para el Ejecutivo tampoco ha sido un camino de rosas, ya que le ha costado la ruptura de la coalición de gobierno y una moción de confianza, de las que ha salido invicto.

Los más perjudicados han sido los pequeños partidos que orbitaban alrededor de Syriza. El peor parado es el antiguo socio de coalición, Griegos Independientes (ANEL, en sus siglas griegas), que se ha fracturado entre partidarios y detractores del acuerdo. Panos Kammenos, su líder y exministro de Defensa, ha atizado el debate esgrimiendo una fotografía en la que se ve en Davos al multimillonario George Soros y el primer ministro macedonio, Zoran Zaev, principal impulsor del acuerdo junto con Tsipras. Kammenos acusó a Soros de financiar “un plan para destruir Grecia”.

El Ejecutivo de Syriza ha superado la votación gracias entre otros a los rebeldes de ANEL, tres votos de To Potami y uno del pequeño Dimar (integrante del refundido Pasok, hoy Movimiento para el Cambio o KINAL en sus siglas griegas). Pero esos apoyos también han salido muy caros, ya que han supuesto la desaparición como grupo parlamentario del liberal Potami, escindido igual que ANEL, y la expulsión de KINAL del único diputado de Dimar. Así, Syriza ha acabado de colonizar todo el centroizquierda mientras las encuestas de intención de voto —las elecciones están previstas en otoño— apuntan a un futuro Parlamento pentapartidista, sin Potami ni Dimar, y liderado por la conservadora ND.

La oposición frontal de ND al pacto suscita dudas acerca de su viabilidad. El líder conservador, Kyriakos Mitsotakis, amenazó durante el debate con presentar una moción de censura contra el Ejecutivo y, aunque desistió, subrayó su determinación si no a revertir el pacto —“una derrota nacional”—, sí a vetar la entrada de Macedonia del Norte en la UE. “Si el Parlamento griego adopta el acuerdo, será irreversible para todas las partes, griegos y macedonios del norte, independientemente de los Gobiernos que haya en el futuro”, considera Dimitris Rapidis, analista político y asesor de Syriza.

Desde Skopje, Simonida Kacarska, directora del centro de análisis European Policy Institute, considera que “la disputa no terminará automáticamente con la aprobación del Parlamento griego, ya que dependerá por supuesto del comportamiento de los líderes políticos de ambos países en un futuro próximo”. Sobre la implicación de Europa, que ha visto favorablemente el acercamiento de Atenas y Skopje —mientras la canciller Angela Merkel ha intentado convencer incluso a Mitsotakis de la bondad del pacto—, Kacarska opina: “Las instituciones europeas se han mantenido claramente al margen de la disputa, aunque el acuerdo vincula su implementación a las negociaciones de adhesión. Ello coloca a la UE en una tesitura para comprometerse en la implementación, aunque no es algo que hará a gusto”.

Entre los beneficios del acuerdo, “muy positivo para Grecia”, Rapidis cita, entre otros, uno muy simbólico: “La aceptación por parte de Skopje de no volver a usar nunca el sol de Vergina”, una estrella o sol amarillo sobre fondo azul que es el símbolo de la realeza macedonia y que se ha convertido, junto con la enseña blanquiazul griega y la bizantina (el águila bicéfala sobre fondo amarillo), en bandera de las protestas nacionalistas; la celebrada este jueves en Atenas se saldó con la detención de 133 personas vinculadas a la extrema derecha, según la Policía, informa Efe.

Menos simbólico, pero más sustancioso, es el horizonte de oportunidades que se abre para Grecia con el pacto. Según informaba esta semana el diario económico Naftemporikí, la mayoría de las grandes empresas griegas tienen filiales en Macedonia y las exportaciones al vecino del norte son tres veces más que las importaciones. Grecia no podía dejar escapar ese mercado, subrayaba la publicación para recalcar la necesidad del acuerdo.