La UE aprueba un embrión de presupuesto de la zona euro

Los líderes de la UE rompieron ayer el histórico tabú que impedía la creación de un presupuesto para la zona euro y fijaron por primera vez un calendario para dotar a la Unión Monetaria de ese imprescindible brazo fiscal. Aun así, el embrión presupuestario nace limitado por los países del norte, que siguen vetando su función anticrisis. La desconfianza mutua entre los socios también retrasa sine die la culminación de la Unión Bancaria. “Me da la impresión de que avanzamos, pero no con suficiente rapidez”, lamentó Jean-Claude Juncker.

El presidente francés, Emmanuel Macron, pudo volver a casa con una brizna de aliento después de arrancar al resto de jefes de Estado y Gobierno de la UE el compromiso de sacar adelante un presupuesto de la zona euro cuyo diseño debe estar a punto en junio de 2019. La declaración de la cumbre del euro limita ese fondo a fomentar la “competitividad” y la “convergencia” de los Estados que comparten moneda. Sin embargo, los países del norte, liderados por Holanda, mantuvieron el veto a que esos fondos puedan servir para hacer frente a futuras crisis, como pedíam París o Madrid.

Los Veintisiete acordaron que durante el primer semestre del año que viene los ministros de Finanzas, en el marco del Eurogrupo, se encargarán de diseñar ese mecanismo, buscar fórmulas para implantarlo y fijar un calendario para su puesta en marcha. Tienen ya una base para desarrollarlo: dos propuestas de la Comisión Europea que esbozan un fondo para financiar reformas (20.000 millones) y otro para inversiones en tiempos de crisis (30.000 millones). Aun así, Juncker admitió que hay “menos entusiasmo” para desarrollar ese último instrumento.

El presupuesto, como propusieron Francia y Alemania, estará dentro del Marco Financiero Plurianual. Ese anclaje despertó recelos dentro de los países que no están en la moneda única, por lo que finalmente ayer se decidió ampliar el alcance del presupuesto a los Estados que estén en la antesala del euro, siempre de forma voluntaria.

Al final de la cumbre, la mayoría de países vieron el vaso medio lleno. Pese a tener que renunciar a la función anticrisis por la que batalló en el último Eurogrupo, Francia considera que este acuerdo hubiera sido imposible hace un año. Además, Macron advirtió de que no renuncia a “la idea” ni a “la voluntad” de que la zona euro pueda tener una capacidad fiscal para hacer frente a los shocks económicos y financieros. Igualmente optimista se mostró la canciller alemana, Angela Merkel, quien en noviembre dio un arreón a esa idea al patrocinar una propuesta concreta junto a Macron. “Tenemos que tener un presupuesto de la zona euro”, zanjó la canciller.

Tampoco la Comisión Europea renuncia a dar una capacidad fiscal a la zona euro. Juncker deslizó en la rueda de prensa que, aunque no suscite unanimidad, recuperará su propuesta para un fondo de inversiones que actúe en momentos de crisis. El presidente del Ejecutivo comunitario dijo estar convencido de que un presupuesto con función estabilizadora “acabará encontrando cabida” porque el euro “no puede vivir sin instrumentos que permitan reaccionar a golpes externos”.

A pesar de que serán los Ventisiete quienes determinen el tamaño de esos recursos, puso sobre la mesa la cifra de 50.000 millones de euros. En cualquier caso, los jefes de Estado y de Gobierno se reservan la posibilidad de enmendar cualquier propuesta legislativa de la Comisión.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, fue de los que, solo ver el vaso, se quedó con sed. “Estamos satisfechos a medias”, sostuvo. El jefe del Ejecutivo lamentó que los pasos que está dando la zona euro son “insuficientes” e “incompletos” y reclamó más ambición al resto de mandatarios. Sánchez ha llevado a la cumbre del euro la propuesta de un seguro de desempleo comunitario por el que, según dijo, “seguirá batallando”. Esa idea cuenta con el respaldo de Francia, Portugal o Eslovaquia. Y del ministro de Finanzas alemán, Olaf Schloz, aunque no de Merkel. Pero para que ese seguro pudiera ver la luz, los Veintisiete deberían aceptar que la zona euro pueda contar con un mecanismo estabilizador.

Encontronazo con Merkel

Sánchez tuvo, además, un áspero desencuentro con Merkel. El presidente reclamó que la declaración hiciera referencia al fondo de garantía de depósitos, una pieza clave para la Unión Bancaria que sigue encallada. Pero se encontró con la negativa de Berlín, que no quiere compartir riesgos sin que estos se hayan reducido.

Merkel, según fuentes comunitarias, pidió que las conclusiones de la Cumbre del Euro hicieran referencia también a la sostenibilidad de la deuda, después de que el Eurogrupo acordara que en 2022 se introducirían las cláusulas de acción colectiva, que permiten a una mayoría de inversores imponer la reestructuración de la deuda. Sánchez se opuso. En la cumbre de octubre, el presidente ya vio cómo mientras exponía su propuesta de seguro de desempleo, Merkel iba girando la cabeza en un claro gesto de negación.

Si bien para algunos el presupuesto puede suponer un paso adelante para la Unión Económica y Monetaria, las reformas para apuntalar la Unión Bancaria son todavía mínimas. Ayer se cerró un respaldo fiscal para el fondo de resolución de bancos en crisis y se reforzaron las funciones del Mecanismo Europeo de Estabilidad. Pero seis años después de lanzar la idea, el fondo de garantía de depósitos europeo —clave para la unión bancaria— sigue en respiración asistida. En esta ocasión, los líderes no acordaron ni tan solo dar otra patada adelante.