Santiago Abascal: «¿Extremos? Vox está lleno de españoles con sentido común»

La palabra que más pronuncia es «España». Dice que es su hogar, su patria, su partido, y la traición que no le perdonaría a sus hijos. «Pueden ser del partido que quieran, menos traicionar a España», asegura el líder de Vox al que casi 400.000 votos andaluces le han convertido en el quinto elemento para cambiar 37 años de imperio socialista. Nos recibe con su familia, en Amurrio, (Álava), donde creció, donde dio sus primeros pasos en la política vasca y donde sufrió el chantaje terrorista.

Pasea por sus calles junto a sus dos hijos mayores de 14 y de 12 años que ya han tenido que asumir los comentarios en el colegio que les dicen que su padre es «radical» o «franquista». «¡Qué pasa, Santiii!», le gritan desde un coche que le pita a su paso. «¡Menuda propaganda te están haciendo. Bueno o malo, pero que hablen, que hablen!», le dice una señora con la que se encuentra en el mercadillo donde mira un abrigo que le gusta a su hija. Otra mujer, de 95 años le para y le da un beso. «Te veo en la tele. Muy bien, sigue así», le espeta.

Antes le conocían en el pueblo; ahora, en toda España. ¿Se esperaba el resultado andaluz? «Nunca pensamos que íbamos a sacar doce escaños, pero intuíamos que podía pasar algo muy grande». Recuerda que los mítines de Vox «estaban siempre llenos». Destaca la anécdota de un pueblo andaluz donde llegaron a encontrarse en uno de sus mítines un concejal del PP y otro del PSOE. «Esa ha sido la explicación del resultado», el voto incluso de otros partidos.

La defensa de la tauromaquia que el partido de Abascal tiene en su programa le ha llevado a forjar una amistad con el torero Morante de la Puebla quien se presentó en el cierre de campaña con su furgoneta «tuneada» con carteles del partido e instaló una mesa en la carpa invitando a jamón y vino a los asistentes. El día de las elecciones llevó al líder de Vox a visitar la tumba de Joselito «el Gallo», el rey de los toreros. «Me dijo que me había llevado allí porque daba suerte»; y así fue.

En el pueblo le saludan cuando ven que no hay cámaras y en las cafeterías o restaurantes le llaman por su nombre. Un hombre le para al lado de la iglesia y le pide ayuda: «No te olvides de nosotros», mientras le explica el problema que tiene con su ex pareja con denuncias falsas de por medio. Abascal se sorprende porque nunca pensó que ese vecino compartiera alguna de las ideas que él defiende.

Cuando le dicen a usted que es un machista, ¿qué responde? «Es propaganda, ganas de hacer daño y no me preocupa lo más mínimo. Me preocuparía que lo pensase mi madre, mi mujer o mis hijas y que no me dejasen entrar en casa», comenta. ¿Y cómo le explica a ellas la propuesta de Vox de retirar la ley de violencia de género? «Yo creo que la mayor parte de las mujeres sensatas están preocupadas con la actual Ley de Violencia de Género porque convierte en sospechosos, sin presunción de inocencia, a sus hijos varones. Lo que nosotros queremos es una ley de violencia intrafamiliar que proteja a la mujer, pero también a los varones de las denuncias falsas».

Durante el paseo, se cruza con un vecino abertzale que intenta hacerse notar desde el silencio. Otro, mientras posa para las fotografías, le graba con el móvil. «Estará avisando de que ya estoy por el pueblo», indica Abascal. ¿Vox es un partido de la órbita de Le Pen o se parece más al de Trump? «Vox es un partido de la órbita de Ortega Lara, Santiago Abascal, Javier Ortega, Rocío Monasterio y de millones que ya están afiliados», y asegura que «solo orbita en torno a los intereses de España». ¿Pero se identifica más con alguno de esos partidos? «Nos identificamos más con esas referencias que con Angela Merkel que está destrozando Europa abriendo las puertas a la inmigración masiva y a la destrucción de la soberanía de los estados nación».

Practica la dialéctica desacomplejada y huye de lo políticamente correcto. Hay quien le ha denominado el líder «radical, de extrema derecha» y que da miedo. ¿Qué le parece? «Supongo que el que dice ese tipo de cosas lo hace desde la extrema izquierda y porque tiene intenciones aviesas para España». «Vamos a la raíz de los problemas y defendemos las cosas con radicalidad, en el buen sentido. Extremistas no nos consideramos, pero quien nos ve así es que está muy lejos de nosotros y nos alegramos de tener lejos a los comunistas, a los separatistas y a los que han justificado el terrorismo». Y cómo define a Vox, ¿extrema derecha? «Somos un partido lleno de españoles con sentido común que se identifican con los valores que les han enseñado sus padres, que creen en el estado de derecho. Que nuestros adversarios y enemigos, que los hay, lo califiquen como quieran».

Hace una parada en la tienda de su madre, un comercio familiar de ropa de 1946, el mismo que la kale borroka carbonizó con cócteles molotov en 1999. Se para en el mostrador y dos clientes se sorprenden al verle. «Es mi hijo», dice la madre, orgullosa. Los clientes se marchan. «Antes de que digan nada yo ya me pongo la tirita», asegura ella. Otros han llegado desde Alicante y se han pasado por el comercio expresamente por si le ven.

Los radicales también pintaron en 2000, con una diana, los caballos de su padre, fallecido hace un año, cuando este era portavoz de las juntas generales de Álava. Con él, solía ir a montar a caballo, a disfrutar de una de sus pasiones, la montaña y la naturaleza. «Mi padre es mi referente político» y asegura que «estaría muy orgulloso de lo conseguido en Andalucía. Lo está, porque tengo fe».

Cuando Pablo Iglesias llamó a movilizarse tras los resultados de Vox, ¿se sintió marcado de nuevo, como cuando le acosaban los terroristas?

«Todavía no hemos llegado a que se produzcan agresiones contra nosotros, pero estamos a punto de que eso ocurra. Hay una demonización que lleva a la deshumanización y ésta a las agresiones. Estamos convencidos de que quienes nos están señalando se están convirtiendo en culpables de las agresiones que se produzcan». Recuerda cómo en una de esas turbas se llegó a decir «os mataremos como en Paracuellos» u «Ortega Lara vuelve al zulo». Y cuando habla con el funcionario de prisiones, secuestrado 532 días por ETA, ¿qué le inspira? «Confianza y un gran ánimo. Ha sido capaz de resistir el mayor calvario, que es privarle de su libertad en condiciones terribles y por eso es admirable para nosotros. Siempre decimos que es el mejor de todos. Nos da mucha fuerza para perseverar».

La banda terrorista ETA, en 1981 envió una carta al abuelo de Santiago Abascal en la que le pedían diez millones de pesetas (60.000 euros) a modo de impuesto revolucionario: si no «comenzaremos a ejecutarles». «¿Y por qué decían eso? ¿Cuándo fue?», le pregunta la hija al líder de Vox que mira atenta la entrevista que le hacemos a su padre.

¿En qué ha cambiado el Santiago Abascal de aquellos años?

«Yo sigo defendiendo las mismas cosas, quizá otros no puedan decirlo. No he cambiado mucho, pero es cierto que la experiencia de vivir bajo el chantaje y no haber cedido nunca me da mucha fuerza».

¿Tiene miedo ahora?

«No, no tengo miedo, tengo precaución. Soy consciente de que están agitando el odio de los españoles, pero no tengo miedo. Miedo a que se rompa España y a vivir sin libertad. Que por defender eso me pueda pasar algo… todo eso se asume».

¿Cómo ve al Gobierno actual?

«Está presidido por un tipo que no tiene escrúpulos, que ha engañado a todos los españoles, que hacía una moción de censura para convocar elecciones y devolvernos la palabra y nos la ha arrebatado apoyándose en los enemigos de España, en quienes quieren destruirla, y en quienes han justificado los asesinatos de nuestros compatriotas y quienes quieren llevarnos al comunismo chavista. Es lo peor que ha pasado a España en los últimos 40 años».

¿Qué le diría a sus votantes?

«Que no les vamos a defraudarles». Si repitiera los resultados andaluces en el Parlamento español destaca que no quiere ser «bisagra de nadie», que salen a ganar y que prefieren poner sobre la mesa parte de su programa en materia de Justicia, Sanidad, de control de fronteras o terminar con la presión fiscal. Abascal está convencido de que tendrá cantera suficiente para encontrar candidatos, de hecho el viernes se colapsó el sistema de afiliación del partido.

¿Cuándo ha hablado con Pablo Casado?

«Me llamó para felicitarme por el resultado la noche electoral, para emplazarnos a tener un contacto. ¿Ha hablado alguna vez con Pedro Sánchez? «Sí, crucé un par de palabras con él antes de que fuera presidente. Después ya no». ¿Y con Albert Rivera? «Hace tiempo que hablaba con él, ya no… Supongo que será necesario que lo hagamos».

¿Vox es fruto del PP de Rajoy?

«No. Vox no es el PP auténtico ni nada parecido. Es un partido enteramente nuevo, con un programa distinto al de ellos. Da respuesta a la España de 2018. Nos distinguimos de todos los demás». Asegura que dejó de militar en las filas populares «porque dejó de representar los valores y los intereses en los que yo creía. Dejó de defender la unidad de España con la fortaleza que a mí me gustaba, dejó de oponerse a la agenda de negociación con ETA de Zapatero, y cuando el gobierno de Rajoy dejó en libertad a violadores y asesinos por la derogación de la doctrina Parot…»

¿Y cómo se arregla el problema catalán?

«El desafío separatista en Cataluña solo se puede arreglar aplicando la ley que pasa por la suspensión de la autonomía, por la detención del presidente de la Generalidad, que sigue conspirando para el golpe de Estado, la disolución de los Mossos y la integración de los leales en la Policía Nacional, la expulsión de la función pública de quienes han estado del lado del golpe y con la ilegalización de los partidos separatistas que se han convertido en Cataluña en organizaciones criminales».

Dejamos al líder de Vox con su familia y sus hijos. A la niña no le importaría ser política, le parece «interesante» la dedicación de su padre que dice que trabaja por el futuro de España.

El perfil

«El que resiste, vence». Ése es el lema de su Instagram y con el que ha llevado a Vox a lograr 12 escaños andaluces. Licenciado en Sociología, tiene varios libros publicados. Fue presidente de las Nuevas Generaciones del PP vasco, concejal y diputado donde batalló por la Educación. Apasionado de la montaña, en mayo hizo la carrera de los «101 km Ronda». Le gusta la naturaleza, los caballos y antes que político quiso ser ornitólogo o forestal. Le gustan las motos y trata de inculcar a sus cuatro hijos su pasión por España. Nunca olvida el recuerdo de su padre.