Con Solari llega la alegría de Vinicius

Bien entrada la primera parte, con el Madrid ya 0-1, comenzó a verse algo en el estadio Álvarez Claro de Melilla. Entre Asensio y Vinicius había un entendimiento. Eso que Valdano llamaba una «sociedad». Asensio es bueno y dicen que los buenos se buscan, ergo: Vinicius es bueno.

En los primeros y oscuros minutos de partido había demostrado que tenía rapidez de piernas y además rapidez de mente. Pero fue a partir de la media hora de juego, con el rival ya cansado y con espacios, cuando comenzó a hacer otras cosas. Lucas, en el otro lado del campo, quedaba empequeñecido.

El Madrid de Solari llegó a Melilla con los “dos cojones” prometidos y además con Pintus, que calentó por fin con los jugadores, y con el mencionado Vinicius. Y salió de allí con un fichaje nuevo, pues Vinicius es un fichaje.

Solari hizo otra cosa importante: superó el 4-3-3 por algo que era defensivamente un 4-4-2 y en ataque se acercaba al 4-2-3-1. Asensio jugaba como mediapunta libre y ahí también había una idea.

El partido empezó con gran entusiasmo local. Incluso hubo una ocasión clara del Melilla. El Madrid seguía perdiendo balones en defensa.

Llovía y un balón salía despedido fuera del campo (¡por estas cosas hay que tener cubierta retráctil!).

Solari lo miraba todo desde la banda con mucha apostura. Tiene ya mucho ganado porque es guapo. Hablamos siempre de mano dura y mano izquierda, pero los entrenadores del Madrid también pueden clasificarse según seduzcan o no.

Tras unos minutos malos, de agobio por la pasión del Melilla, el Madrid pasó a controlar el partido a la altura del minuto quince.

Las portadas serán para Vinicius, pero también destacó Odriozola, que estuvo tan ofensivo y participativo como contra el Alavés. El primer gol del Madrid fue una gran jugada suya que a puerta vacía y con el portero superado (es decir, sin obstáculo físico imaginable) remató Benzema. Este gol se celebró con una alegría sincera.

Cuando con el gol y los espacios se avivó el Madrid los pensamientos se fueron hacia Lopetegui con una mezcla de consternación y piedad. ¿No es Vinicius como mínimo apto?¿Acaso no podía jugar este Odriozola en lugar de un Lucas reconvertido hasta lo irritante?

Puede que algunos (o que todos alguna vez) seamos un poco como Lopetegui. Que tengamos algo muy claro enfrente y no lo sepamos ver. Que una determinada ofuscación nos lleve a la ceguera. Vinicius y Lucas jugaron cada uno por una banda y no pareció el brasileño un jugador menor. Al contrario. Más rápido y lo suficientemente espabilado para soltarla pronto, supo ver a los compañeros con prontitud, con pases al hueco y con recursos técnicos como el exterior del pie. Eso fue al principio, con los minutos mejoró, «creció», y a su habilidad le sumó una especie de rabia que le asomó en el área. Ganas de rematar y florituras no robiñescas.

Corriendo, parando y pasando llegó el 0-2, que remató un Asensio devuelto a la vida, como si Vinicius fuera un grupo electrógeno. Lo que todos menos Lopetegui intuían.

En el descanso, Solari retiró a Benzema por Valverde, pasando Asensio de mediapunta a falso nueve. Seguía en el eje del juego.

También entró Nacho, con algún problema inicial para sujetar a Yacine. Los primeros minutos tampoco fueron buenos. Se percibió, si acaso, la voluntad de ser más directos, de estar muy juntos, y de entrar con dos hombres por las bandas.

A la altura del 60 se aflojó la presión local y reapareció el Madrid en ataque. Lucas y Ceballos enhebraron una buena ocasión que, de nuevo, paró Barrio.

De la sociedad entre Asensio y Vinicius fue saliendo fútbol: en el 72, el brasileño lanzó un trallazo al larguero. Disparo parece que también tiene.

El Melilla había corrido mucho y tras el cansancio llegaron los problemas físicos en sus jugadores.

Ya roto el rival, el Madrid pudo gustarse. Odriozola marcó el tercero rematando un balón de Vinicius que entraba llorando.

Vinicius hizo controles circenses, taconazos distintos, disparos orientados, pases con espacio-tiempo (es «futebol» y es también «fúpbol»), regates en la cal que no hace nadie en el Madrid. Su fútbol de relámpagos y de tobillo fino era útil, estaba siendo efectivo, pero además era divertido. Más divertido que todo el último mes madridista.

En un equipo viejo, diésel, horizontal y reumático, Odrizola y Vinicius le dan velocidad. ¿Se puede jugar al fútbol sin velocidad de balón y además renunciar a la velocidad en las piernas?

En el Madrid entró Cristo, Cristo González, y Vinicius, cómo no, le dio un pase al hueco. Luego redondeó su gran partido dándole el cuarto gol.

El rival era un 2ªB, pero Solari había hecho cosas apreciables: retocar un sistema que no funcionaba, centrar a Asensio, y dar entrada a Vinicius, un jugador que pondrá de pie el Bernabéu. La ilusión era esto: querer ver jugar a un futbolista. Es un fichaje que llega en noviembre y del que se privó Lopetegui en una de las obcecaciones más incomprensibles que se han visto en el fútbol. Zidane llegó con la flor, Solari llega con Vinicius.

Ficha de partido

Estadio: Álvarez ClaroMelilla

  • 1Daniel Barrio
  • 4Ricardo Segura Martínez
  • 2Sofian Chakla
  • 3Juan Miguel Carrion
  • 5Mohamed Mohamed Mahanan
  • 8José Manuel Garrido Fernández
  • 10Otegui
  • 7Igor Martínez
  • 11Juan Ramón Ruano
  • 6Alfonso Martín Castillo
  • 9Yacine Qasmi

Real Madrid

  • 1Keylor Navas
  • 31Javier Sánchez de Felipe
  • 4Sergio Ramos
  • 23Reguilón
  • 19Odriozola
  • 18M. Llorente
  • 24Dani Ceballos
  • 20Marco Asensio
  • 28Vinicius Júnior
  • 9Benzema
  • 17Lucas Vázquez
  • Banquillo
  • 16Brian Martín
  • 17Brahim Amar Romero
  • 12Francisco Javier Bueno
  • 18Óscar García
  • 15José Gabriel Romero López
  • 14Jordi Ortega
  • 13Pedro Luis
  • Banquillo
  • 6Nacho
  • 27Cristo González
  • 15Federico Valverde
  • 14Casemiro
  • 34Franchu
  • 26Adrian De la Fuente
  • 25Courtois
  • Goles
  • Goles
  • Benzema 27′
  • Marco Asensio 45′
  • Odriozola 78′
  • Cristo González 91′

Árbitro: Ricardo de Burgos Bengoetxea