Los ataques de Casado dinamitan las relaciones entre el Gobierno y el PP

La relación ya era casi inexistente, pero desde este miércoles el presidente Pedro Sánchez da por rotos contactos y acuerdos con el líder del PP, Pablo Casado, quien acusó en el Congreso al jefe del Ejecutivo de ser “responsable y partícipe del golpe de Estado que se está perpetrando en España”. Sánchez opina que tal invectiva va más allá de la dureza habitual en la pugna política. El presidente instó a Casado a retirar sus palabras, consciente de que necesitará su concurso si se complica la situación política en Cataluña, pero el líder popular no se retractó. A última hora de la noche, La Moncloa confirmó la ruptura.

“Es usted partícipe y responsable del golpe de Estado que se está perpetrando en España”. Con esta severa acusación, Casado pasó por alto el apoyo que Sánchez, con los votos del PSOE en la oposición, brindó al Gobierno de Mariano Rajoy hace un año para que aplicase el artículo 155 de la Constitución y abriera así el camino para que el Estado interviniera Cataluña.

La acusación tuvo un enorme efecto, ya que el presidente emplazó enfáticamente a Casado a retirarla, con un tono más grave de lo normal en un forcejeo dialéctico parlamentario: “Si no retira que yo soy un golpista, usted y yo no tenemos nunca nada más que hablar”. El dirigente conservador mantuvo sus palabras, aunque introdujo un matiz que pareció suavizar la embestida: “Usted es responsable de no atajar el golpe al Estado que se está dando en Cataluña”. Por dos veces le pidió Sánchez que retirase la afirmación e incluso hubo una tercera, durante la sesión de control que se celebró a continuación, tras algo más de cinco horas de debate sobre la UE y sobre las relaciones con Arabia Saudí. Pero Casado volvió a negarse: “No se ponga usted tan digno, porque ya le di razones de lo que está pasando en Cataluña sin que se tomen medidas”.

Pasadas las once de la noche, fuentes oficiales de La Moncloa confirmaron la ruptura de la relación del presidente con Casado, aunque no con su partido. “Las relaciones con el presidente del PP, Pablo Casado, están rotas. Consideramos que ha perdido el respeto institucional”, enfatizaron dichas fuentes.

El líder popular había reprochado además a Sánchez que el Gobierno “presione a los fiscales” para cambiar la tipificación de los delitos que pesan sobre los políticos secesionistas presos y huidos. Y, también en el terreno de la convivencia, se refirió a los ataques a dirigentes del PP y Ciudadanos en Cataluña.

“Todo es asumible, pero no me puede acusar de ser un supuesto golpista. Le pido que lo retire, porque lo que ha dicho llena de ignominia a su grupo parlamentario”, le replicó Sánchez.

La insistencia del jefe del Ejecutivo en que su rival retirara sus palabras del Diario de sesiones obedece a la eventualidad de que en algún momento ambos líderes tengan que consensuar una respuesta a los independentistas. Sánchez quiso deslizar que no resulta descartable otra aplicación del artículo 155 en Cataluña. “Si nos tenemos que ver en una situación parecida a la de hace un año, se necesitaría un amplio consenso parlamentario”, asumió.

En este clima, la dureza habitual del discurso de Albert Rivera, jefe de filas de Ciudadanos, pasó a segundo término, como destacó después el entorno de Casado.

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, mirando al líder popular, reclamó: “Basta ya de banalizar el significado de un golpe de Estado”. El portavoz de ERC, Joan Tardà, fue más lejos. “Señor Casado, ustedes nos fusilarían. El señor Rajoy, no; nos metería en la cárcel, pero ustedes nos fusilarían”, señaló para remontarse a unas palabras del propio Casado en octubre de 2017. El entonces vicesecretario general del PP advirtió al expresidente Carles Puigdemont de que podía acabar como Lluis Companys, el presidente catalán en la Segunda República fusilado por la dictadura en 1940. Casado aludía a su encarcelamiento en octubre de 1934 tras declarar el Estado Catalán.