Adolfo Suárez: «Si hay que retirar los símbolos de Franco, también los de la República»

Sin dejar su actividad privada, después de apoyar a Pablo Casado en la carrera de la sucesión en el liderazgo del PP ahora asume también el compromiso con la nueva fundación del partido, cuyo objetivo resume en el espíritu que inspiró la acción política de su padre. «No se trata de que podamos vivir juntos los que somos iguales, sino de que podamos hacerlo los distintos desde el respeto»

En el 40 aniversario de la Constitución, ¿cree que se la está cuidando bien?

Depende de lo exigentes que queramos ser en la valoración. La inmensa mayoría la reconoce como la mejor Constitución de nuestra historia y como el instrumento que nos ha permitido una prosperidad compartida y que nos vaya mucho mejor a todos. Otra cosa es que pueda haber gente que de forma irresponsable le eche la culpa, como al inventor de la rueda, de los accidentes de tráfico que hoy tenemos. Es una posición minoritaria, pero no está de más insistir en hacer pedagogía y en una labor de concienciación en sentido positivo sobre los valores de nuestra Constitución y sobre lo que ha representado en reconocimiento de libertades y de derechos, y, sobre todo, como garante de la concordia. Como todas las constituciones es imperfecta, pero nadie puede negar que ha devuelto la concordia a los españoles.

¿La política del Gobierno de Pedro Sánchez es un riesgo para la concordia?

Por lo que he visto hasta ahora, no. Otra cosa es lo que hagan sus socios políticos. Pero, en cualquier caso, no me preocupa que alguien ponga en riesgo la concordia, sino que el conjunto de la sociedad no sea capaz de reaccionar para mantenerla. Sería bueno que la sociedad empezara a reaccionar contra aquel que insulta a su adversario político, por ahí ya daríamos un paso de gigante en la defensa de la concordia.

Cuando habla de «sus socios», ¿se refiere a Podemos, por ejemplo?

A todo aquel que base su acción política en reavivar el odio entre españoles, en el enfrentamiento y en la revisión interesada de la historia.

¿La exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos consolida nuestra democracia?

No, sinceramente. Demócratas, enterrados en grandes mausoleos, tenemos muy pocos porque la historia de nuestra democracia es relativamente reciente. Si pretendemos despojar de cualquier honor a cada dirigente que no haya sido demócrata, ¿qué hacemos con Pelayo o con los Reyes Católicos? ¿O hay que derruir Los Inválidos en Francia porque alberga los restos de Napoléon? ¿O el mausoleo de Lenin? La historia de todos los países está plagada de enfrentamientos. Franco y sus adversarios son parte de nuestra historia e intentar borrarla o abrir una Comisión de la Verdad, es un gran error.

La exhumación de Franco y la Comisión de la Verdad son dos cosas distintas.

Nos lo venden dentro del mismo paquete de la Memoria Histórica y forman parte del mismo plan.

Entonces, a su juicio, ¿no es una necesidad democrática que no haya ningún ámbito en el espacio público que sea símbolo del homenaje a la figura de un dictador?

¿Una tumba es una símbolo de homenaje?

Allí van a rendirle tributo sus partidarios cada 20-N, por ejemplo.

Y qué más da que vayan o no. Esos mismos irían a cualquier otro lado. No tiene ninguna relevancia. ¿Alguien se cree de verdad que nuestra democracia es tan débil como para que el Valle de los Caídos sea una amenaza? Yo no lo veo. Como no es una amenaza la estatua de Largo Caballero, que tampoco era un demócrata de pata negra. ¿Y Santiago Carrillo?, con quien mantuve una amistad personal hasta el último día de su vida y que cometió atrocidades. ¿Por eso hay que borrar su memoria? En España hubo un enfrentamiento civil y en el 78 se dieron un abrazo los que ganaron y los que perdieron. Sus nietos no tienen ningún derecho a enmendar ese abrazo. El espíritu de la Transición no fue el perdón sobre el olvido, sino sobre la superación del rencor y del odio. España asombró al mundo con una transición extraordinaria sin violencia desde una dictadura a una democracia y tras un enfrentamiento civil entre hermanos.

La queja de los nietos, de una parte, es que se hicieron demasiadas cesiones por debilidades de esa democracia incipiente, como la amenaza de una involución del ejército.

Ese planteamiento es un error absoluto. En el 78 no hubo una parte que se impusiera a la otra por tener la fuerza. El único miedo era a nosotros mismos, a lo que fuimos capaces de hacer los unos y los otros. Se impuso el reconocimiento mutuo de ambas partes. En la guerra siempre gana uno y pierde otro. Pero en el 78 no ganó ni perdió nadie, sólo se marcó un objetivo común y se aceptó hacer sacrificios personales individuales para conseguir ese objetivo. No hubo cesiones vigiladas u obligadas. Como decía mi padre, en España hay 45 millones de españoles que tienen derecho a sentirse cómodos y a tener una habitación en la que vivir. Por eso se trabajó.

¿Qué sentido le ve usted entonces a la Memoria Histórica?

Puedo equivocarme, y si es así, rectificaré, pero creo que es una cortina de humo de quienes no tienen programa de gobierno. Lo digo con todas las cautelas porque no quiero sembrar discordia desde mi posición institucional. Detrás de la Memoria Histórica veo la incapacidad del Gobierno para sostener un programa a largo plazo por los socios parlamentarios de los que depende, siendo legítima la Presidencia del Gobierno. A mi juicio, es una iniciativa que no aporta nada a España.

¿No hace falta retirar tampoco los símbolos franquistas?

Entonces, también, todos los del Frente Popular Republicano.

¿Y tampoco hace falta recuperar los cuerpos de los desaparecidos?

Pero es que eso ya se podía hacer sin la Ley de Memoria Histórica. Las Leyes de Amnistía de mi padre anularon todos los delitos de carácter político que pudieran existir. No los de sangre. Ya hubo una reparación. Y las leyes sucesivas de mi padre y de los Gobiernos que le siguieron han permitido la recuperación de honores y de patrimonio a los sindicatos y a los militantes republicanos y exhumar cualquier cuerpo que fuera hallado en todo el territorio nacional.

Pero siguen en las fosas. ¿Ha faltado voluntad política?

Insisto en que hay un marco legal para hacerlo sin la Ley de Memoria Histórica. Otra cosa es que el Estado tenga la obligación de buscar a los desaparecidos por todos los lados. Pero si sabemos que hay un señor fusilado en un sitio concreto, ¿cómo no vamos a darle una digna sepultura? Pero para eso no hace falta enfrentar a unos con otros. Y si hay que hablar de las fosas comunes, la más grande fue la de Paracuellos del Jarama. Y si hay que retirar símbolos franquistas también hay que retirar todos los republicanos. El levantamiento no fue contra la República, sino contra el caos existente en un Estado fallido. La violencia en la Segunda República fue brutal. Yo no critico la república como forma de régimen político, hay grandes países regidos por el sistema republicano. Pero sí me asombra que alguien pueda defender la Segunda República Española si es consciente de lo que allí sucedió.

¿En qué debe consistir una nueva Ley de la Concordia?

Si me permite, eso entra en el ámbito del partido. Yo soy el presidente de la Fundación Concordia y Libertad y hay que distinguir los dos ámbitos.

¿Cómo ve a España en estos momentos?

Creo firmemente en el principio de que nada está definitivamente ganado ni perdido. Todo depende de nosotros.

¿Quiere decir que Cataluña no está perdida?

Creo que va a haber una o varias generaciones que tendrán que administrar una decepción muy grande. Yo entiendo el sentimiento independentista, y defiendo que se respete. Pero lo que no es respetable es que alguien intente imponer sus sentimientos o sus sueños a los demás saltándose la ley. En el 78 pasamos de la ley a la ley, no conculcamos ni una sola de las leyes de la Dictadura. Ni en esos momentos nos permitimos quebrar la ley. En la España del siglo XXI se puede defender todo con la palabra, está el Parlamento de Cataluña y el Parlamento nacional. Pero dentro de la ley y de un modelo territorial en el que Cataluña es una región más de España, por cierto, una de las pocas que no ha sido reino independiente jamás.

¿No teme que la fractura social en Cataluña sea irreversible?

Todo es reversible salvo la muerte.

¿Por dónde pasa la solución? ¿Por el diálogo?

El diálogo siempre es el camino en democracia. Otra cosa es que se entienda como imposición, y entonces deja de haber espacio para avanzar con el diálogo. La ley y la Constitución marcan el campo de juego, y si uno se quiere salir de ahí, entonces hay que articular un mecanismo de cambio de ley o de cambio de la Constitución. La Constitución se puede cambiar, pero es una decisión muy seria y hace falta un objetivo común, tener un por qué y un instrumento para hacer efectivo ese cambio con consenso, plantearlo luego a la sociedad y votarlo. Es un grave error usar la reforma constitucional como arma electoral porque aborta su éxito antes de empezar. Las reformas constitucionales hay que plantearlas en su ámbito oportuno, que no es la calle ni la tertulia. Mi padre decía que se hace con café y tortilla y en un despacho, respetando y escuchando.

¿Por qué apoyó a Casado en la sucesión de Rajoy?

Tomé esa decisión porque creo que es capaz de generar ilusión en el electorado y representa un proyecto que es el mejor para España y para el PP. Uno se puede equivocar, pero no me muevo por filias o fobias particulares, sino pensando en lo mejor para mi país y para mi partido.

¿Qué ha hecho mal su partido para perder tantos apoyos?

Hemos tenido que hacer unas cuantas cosas mal y otros habrán hecho algunas bien. Siempre es una mezcla. Pero yo no voy a auto flagelarme en público. Hemos cometido muchos errores y ahora hay que mirar hacia adelante en positivo. Dentro del partido debemos hacer examen de conciencia profundo, ver dónde nos equivocamos y dónde creemos que es posible mejorar, y a partir de ahí construir un proyecto ilusionante. Somos un partido que ha ganado elecciones, que las ha perdido, y que debe mirar al futuro desde la defensa de los principios que le identifican.

¿Dejaron de hacerlo?

Ya he dicho que no voy a entrar en polémicas que no suman nada.

¿Qué quiere hacer con la nueva Fundación Concordia y Libertad que va a presidir?

Queremos que sirva para favorecer que la concordia presida el debate. No se trata de que vivamos juntos los que somos iguales, sino de que podamos hacerlo los distintos desde el respeto y con un proyecto común. Esto no significa ser equidistante, porque también hay que defender tus ideas con pasión, siempre dentro del respeto. La política nos incumbe a todos y creo que es bueno, además, que alguien como yo, presidente de un despacho de abogados, o cualquier otro profesional, se implique en la vida pública.

¿Cuándo estará en funcionamiento?

Cuanto antes. Estamos haciendo «fichajes» y preparando todo.

¿Estamos ante su primer paso para volver de nuevo a la política en activo?

Ya le he dicho que reivindico la participación de la sociedad en la vida pública, y he sido coherente con este compromiso siempre. Mi sitio, en estos momentos, es el despacho al que estoy dedicado de lleno, pero no es incompatible con la participación en este proyecto de la fundación. Sobre el futuro, no hay que cerrarse a nada.