La senda pirenaica luce desde ahora su mejor aspecto

Hacia 1976, llegó a España una idea del montañero francés Henri Viaux para facilitar a todo el mundo la práctica de esta actividad: marcar los recorridos por los parajes de más interés con señales claras y características, que diesen seguridad a los caminantes sin conocimientos de la ruta y poco duchos para interpretar un mapa. Así, comenzaron a pintarse las primeras marcas blancas y rojas de los GR y, naturalmente, uno de los primeros que se indicó fue el que atravesaba los espacios más emblemáticos del Pirineo, pronto identificado como GR 11 o Senda Pirenaica.

Más de cuarenta años después, los senderos balizados se han extendido en una amplia red y también han ido evolucionando sus características y requisitos técnicos; pero el veterano GR 11 sigue siendo una de las rutas más conocidas y transitadas y en Aragón su trazado al pie de las más altas cumbres del Pirineo atrae desde a los más deportistas, que se proponen ascensiones o largos recorridos, a familias que se acercan a los lugares más famosos de la cordillera.

Y es que en su paso por Huesca, el GR 11 muestra toda la belleza, singularidad y valores naturales de la alta montaña, atravesando los espacios protegidos del Parque Natural de los Valles Occidentales, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y el Parque Natural Posets-Maladeta. Prados de alta montaña, frondosos bosques, ibones, collados con espectaculares vistas, curiosas formaciones geológicas… se suceden en un recorrido que también acerca a la cultura tradicional ligada a la ganadería.

Una ruta fascinante, que ahora se puede disfrutar mejor, tras el fin de los trabajos con los que se ha adecuado como Sendero Turístico de Aragón, y que han supuesto el remozado de toda la señalización, la adecuación de algún nuevo tramo y una mejor distribución de etapas entre refugios u otros alojamientos.

El Comité de Senderos de la Federación Aragonesa de Montañismo, a través de convenios con el Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Huesca, ha sido el promotor de esta obra, que ha mejorado el GR en todo su paso por Aragón: desde Zuriza, en el límite con Navarra, hasta el puente de L’Espitalet, frontera con Lérida, y que se ha venido desarrollando, por fases, desde 2014.

La señalización ha sido uno de los ejes de los trabajos y ahora el GR 11 está indicado con nuevos postes, según los estándares del decreto que regula las condiciones de los senderos turísticos (itinerarios señalizados para su uso de ocio y utilizando medios distintos a los vehículos a motor). Nuevos paneles, con mapas e información del camino y turística actualizada, también ayudan a los visitantes.

Como estos mapas muestran, el trazado original se ha mantenido en casi todo momento, con alguna variación y reordenación de finales de etapa con el fin de que cada jornada permita hacer noche en un albergue, aprovechando los refugios de la FAM, junto con otros hospedajes en pueblos o ‘campings’. Solo el final de la primera etapa en La Mina no cuenta aún con alojamiento aunque, mientras se realiza, se cuenta con alguna alternativa cercana.

La mayor novedad está en el recorrido de la siguiente etapa, que antes llevaba a Candanchú y ahora se ha desdoblado en dos, con un nuevo camino por el refugio de Lizara. Así, se evita el paso por Francia y se reduce la parte que cruza la estación de esquí, a la vez que lleva a los senderistas por el hermoso valle de los Sarrios y la curiosa formación geológica del paso de la Oreja.

Pura montaña

Así, el tramo aragonés de la Senda Pirenaica, de oeste a este, se inicia entre los prados y hayedos de los valles de Ansó y Hecho, con sus restos megalíticos. Sube el Achar de Aguas Tuertas y por el ibón de Estanés y el valle de los Sarrios, llega al refugio de Lizara y a Candanchú.

Por el valle de la Canal Roya, en el macizo del Anayet, se cruza a la comarca del Alto Gállego, donde la ruta sigue por el valle del río Aguas Limpias hasta el refugio de Respomuso y continúa, por un itinerario jalonado por hasta ocho ibones, hasta el balneario de Panticosa.

En Sobrarbe, el GR recorre los parajes más emblemáticos del Parque Nacional de Ordesa, como las Gradas de Soaso y la cascada de la Cola de Caballo, el valle de Añisclo y la pradera de Pineta. Luego, se interna en la Bal de Chistau para pasar al valle de Benasque.

En sus últimas etapas por Aragón, se sigue por el valle de Vallivierna y por los ibones de la cara sur del Aneto para al fin bajar por el barranco de Salenques hasta el río Noguera Ribagorzana, límite con Cataluña.

Los atractivos del camino se suceden a cada kilómetro y, para descubrirlos a fondo, el GR 11 aguarda a los visitantes con su mejor aspecto.