“La subida de las pensiones es puntual y no se van a vincular al IPC”

Seamos estoicos o maquiavélicos, algo así decía Schopenhauer. La antesala del despacho del ministro Román Escolano (Zaragoza, 1965) parece el de un personaje que tiende hacia el estoicismo; hay apenas una mesa impoluta, un teléfono ochentero, un sofá mullido para entrevistas como esta y una enorme estantería estupendamente vacía, huérfana de libros, que recuerda aquel lema de Epicuro, “esconde tu vida”. Pero esa frugalidad es sobre todo la del recién llegado: Escolano se convirtió en titular de Economía a principios de marzo, tras la marcha de Luis de Guindos al Banco Central Europeo. Sólido economista, antiguo asesor de José María Aznar y amante del arte contemporáneo, dejó la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones, en la espesa Luxemburgo, para incorporarse a un Gobierno que está justo en mitad de la legislatura.

Pregunta. A su llegada al Gobierno se dijo que era usted un burócrata con poco perfil en un Ejecutivo con un peso político escaso. ¿Es así? ¿Cuáles son sus ideas de política económica?

Respuesta. Soy un economista vocacional. Me considero liberal, reformista y de centro. Creo en una economía de mercado abierta en la que el sector público apoye al sector privado, que es el responsable del crecimiento económico. Y mi modelo son las democracias avanzadas de la Unión Europea.

P. El PP también se presenta como liberal y reformista. Pero sus últimas propuestas son una contrarreforma de las pensiones y alguna medida de corte keynesiano, con subidas de sueldo de los funcionarios y rescates de las autopistas, pese a que España tiene el mayor déficit de Europa. ¿Ha cambiado el Gobierno de ideario?

R. Es curioso: en el Parlamento tuve que escuchar acusaciones de neoliberal. El Gobierno está haciendo políticas de crecimiento compatibles con una reducción del déficit y del endeudamiento y con superávit exterior, a diferencia de lo ocurrido en otras etapas de expansión. Son medidas compatibles con una atención especial a aquellos colectivos que no se benefician directamente de la recuperación, como los pensionistas de rentas más bajas. Todo eso puede conseguirse con una mejora de las cuentas públicas hasta lograr superávit fiscal en 2021.

P. El programa de estabilidad de Rajoy en 2014 ya preveía superávit en 2018. Y tenemos, de largo, el mayor déficit del euro.

R. En 2017 cumplimos el objetivo fijado. Y nuestra senda de reducción del déficit es creíble.

P. En febrero su Gobierno decía que era imposible subir las pensiones más del 0,25%; en mayo anuncian subidas del 1,5%. ¿Qué ha cambiado?

R. Lo que dice el pacto con el PNV es que hay un compromiso puntual, extraordinario, para subir las pensiones durante 2018 y 2019. No una vinculación de las pensiones al IPC.

P. La subida llegará justo en años electorales, y después de movilizaciones en la calle.

R. Son incrementos puntuales porque pensamos que en estos momentos la economía española crece en torno al 3%, y ese puede ser un factor de distribución del crecimiento económico.

P. Pero los pensionistas son quizá el colectivo que menos poder adquisitivo ha perdido durante la crisis.

R. No sé si lo que quieren decir es que los pensionistas no merecen este esfuerzo: si es así, el Gobierno no comparte esa posición.

P. ¿Con el mayor déficit de la UE y las dudas sobre la sostenibilidad del sistema era el momento adecuado de subirlas?

R. La Comisión prevé que España crezca con fuerza, y pronostica que el déficit bajará del 3% este año: salimos del brazo correctivo del Pacto de Estabilidad.

P. Bruselas también dice que se van a incumplir los objetivos fiscales y advierte contra la tentación de revertir las reformas mientras el Gobierno aplaza la medida estrella de 2013, el factor de sostenibilidad. ¿Puede Bruselas discrepar?

R. Lo que se hace, repito, es solo un esfuerzo puntual. Y en cuanto al factor de sostenibilidad, se ha llamado a todos los grupos políticos a negociar en el Pacto de Toledo un acuerdo en las actuales circunstancias económicas que dé sostenibilidad al sistema y cuente con consenso político.

P. Pues parece aritmética electoral.

R. Lo que se ha pactado es compatible con mantener la senda de reducción del déficit.

P. ¿No va a pedirle Bruselas un ajuste adicional por haber subido las pensiones?

R. La Comisión ha dicho que confía en que sigamos haciendo un esfuerzo presupuestario y de reducción del déficit. Es lo que ellos han transmitido.

P. El Gobierno ha anunciado que va a pagar la subida de pensiones con la tasa a las tecnológicas. ¿Gravarán a más empresas además de las tecnológicas?

R. El apoyo a ese impuesto es general. El Gobierno está examinando alternativas: tanto las que ha propuesto la Comisión como las experiencias en otros países.

P. ¿Pero pagarán solo las grandes como Google y demás o cualquiera con actividad en Internet?

R. Serán las mismas empresas que en otros países que ya aplican este tipo de impuesto.

P. España ha recuperado el nivel de PIB precrisis. Pero el paro es del 16%, la desigualdad y la pobreza están en máximos y el empleo es precario. ¿Eso es una verdadera salida de la crisis?

R. Hay que recuperar aún un millón de empleos más para llegar a las cifras de 2007 y poder hablar de una salida completa de la crisis. Queda mucho por hacer, pero después de una dura crisis social, política y económica, España presenta buenos resultados.

P. Rajoy siempre ha defendido que lo primero era apuntalar el crecimiento y luego ya vendría la redistribución. ¿No ha llegado el momento de subir los sueldos?

R. Estamos viendo un fuerte crecimiento del empleo: esa es la mejor redistribución en la sociedad española actual. Y puede haber aumentos salariales en sectores que van bien y en determinadas empresas si lo deciden.

P. Con el paro, la pobreza y la desigualdad más altas del Atlántico Norte, ¿no es necesaria una salida de la crisis diferente?

R. Los retos y los problemas sociales están ahí: no los voy a negar. Pero tampoco se puede negar que llevamos tres años de crecimiento fuerte que se traduce en empleo y que hemos recuperado la confianza. Hay que perseverar y no volver a los desequilibrios de otras fases de expansión.

P. ¿Cuál es el principal riesgo? ¿Político, por Cataluña y la frágil mayoría del Gobierno? ¿Económico, por el empacho de deuda y la futura subida de tipos de interés?

R. El riesgo fundamental sería separarnos de la actual política económica. La estabilidad política, por eso, es particularmente importante. También hay que seguir absorbiendo el desempleo, y seguir de cerca el endeudamiento en un contexto de normalización de la política monetaria.

P. No cita a Cataluña.

R. Queremos un Gobierno cuanto antes y vemos mejoría desde la aplicación del 155.

P. ¿Le preocupa una nueva burbuja inmobiliaria?

R. La situación es muy distinta de la que teníamos cuando de verdad había una burbuja: una subida generalizada de los precios, un peso anormal de la construcción en el PIB y un crecimiento excesivo de la exposición de la banca. Eso no lo vemos ahora. Hemos aprendido la lección.

P. ¿La privatización de Bankia va a tener lugar en el plazo que se fijó España, en diciembre de 2019?

R. Nuestro objetivo es la privatización total de Bankia, pero el Gobierno no se siente presionado para su venta. Maximizar la recuperación de las ayudas es fundamental.

P. España ha presentado un plan para reformar la eurozona de la que se caen los eurobonos. ¿No estamos más cerca de Alemania que de Francia cuando quizá conviene lo contrario?

R. Se hizo un llamamiento a completar la unión bancaria en junio para ir después a objetivos más ambiciosos. Hay que pactar el respaldo del fondo de resolución, el fondo común de garantía de depósitos europeo y el mecanismo de estabilización anticrisis: a eso se ciñe la propuesta española. Más adelante llegará el debate sobre un Tesoro que emita deuda común y un Fondo Monetario Europeo. Pero rechazo la idea de que estemos más cerca de Alemania o de Francia. Es simplificar en exceso.

P. ¿No ha eliminado usted de la propuesta las medidas que molestan en Berlín?

R. No. La propuesta española se centra en el debate que está sobre la mesa: la forma de compaginar la reducción de riesgos y la mutualización. Algunos no quieren avanzar: el plan español permite dar pasos adelante.

P. ¿Alemania va a permitir reformas ambiciosas? No parece.

R. El compromiso europeísta de Alemania nunca ha fallado. Es probable que, una vez más, tengamos que esperar hasta el último minuto para tener un acuerdo. Pero eso no es nuevo.

P. Lo que sí es nuevo es la desconfianza Norte-Sur.

R. Alemania acabará sumándose a un acuerdo. Pero sí hay un grupo de ocho países [del Norte] que han presentado posturas absolutamente alejadas de nuestros puntos de vista. Necesitamos resultados en junio.

P. Berlín insiste en un mecanismo de restructuración automático de la deuda pública y en limitar los bonos soberanos en manos de la banca. ¿Está dispuesta España a aceptar eso?

R. Un instrumento automático de reestructuración de deuda es una línea roja para España. Y para Francia, que lo ha dicho alto y claro. Sobre los límites a los bonos soberanos, Europa no puede separarse del consenso global, que se negocia en Basilea.

P. Su propuesta parece complaciente con las posiciones de Berlín. Pero esas líneas rojas se parecen más a las de Francia.

R. Pues el Gobierno ha sido objeto de acusaciones en sentido contrario.

P. ¿Va a pactar el nombre del nuevo gobernador del Banco de España con otros partidos?

R. El Banco de España va a tener un papel relevante en el BCE, con la discusión sobre la salida de las políticas no convencionales. Para tener voz ahí debería estar liderado por alguien con prestigio, con una trayectoria sólida y capaz de influir en el debate europeo.

P. ¿Será una mujer?

R. Hay hombres y mujeres perfectamente cualificados.

P. ¿Apoyará España a un candidato alemán en el BCE a cambio del respaldo a Guindos?

R. Lo relevante no es el pasaporte: es el perfil del candidato.

P. Pues vayamos al perfil de Jens Weidmann. El jefe del Bundesbank se ha opuesto a las medidas no convencionales que permitieron a la eurozona, y a España, salir de la crisis. ¿Es el adecuado?

R. Lo que hace falta es un BCE que cumpla su mandato y acompañe el proceso de crecimiento de la economía europea.

P. En 2018 hemos visto cierta desaceleración en la zona euro. ¿Los vientos de cola van a empezar a ser vientos de cara?

R. Es verdad que el PIB de la zona euro se ha ralentizado. Pero es pronto para saber qué ha pasado, incluso para conocer el impacto del lenguaje proteccionista en las expectativas. Yo no pondría el acento en los vientos de cola: España se ha recuperado por factores endógenos, como la inversión y la competitividad exportadora.

P. Si viniera un shock, ¿está España preparada para resistir perturbaciones inesperadas?

R. Cuando estalló la crisis, España cometió graves errores; incluso los protagonistas de esa época lo han reconocido. Ahora la economía está bien preparada, es dinámica y competitiva, ha reducido el endeudamiento en 60 puntos del PIB. Tiene nuevos soportes que nos permiten ver con más tranquilidad tanto un posible impacto en el comercio internacional como una subida de tipos de interés.

P. Es el responsable del I+D y la ciencia. Es un colectivo muy movilizado. ¿Se está matando la ciencia en España?

R. Llevamos oyendo que la ciencia se muere en España hace muchos años. Y la ciencia en España está vibrante. España tiene un muy buen comportamiento científico con cualquier criterio objetivo que se use: patentes, publicaciones… El Gobierno está haciendo un esfuerzo por subir cada año la dotación para I+D y en los Presupuestos hay medidas para mejorar la estabilidad profesional del personal científico.