Márquez gana el Gran Premio de España; Lorenzo, Pedrosa y Dovizioso se caen tras chocar entre ellos

Ni el más maligno de los guionistas podría haberlo imaginado. Son, probablemente, los tres pilotos más finos al volante. Son, seguramente, los tres pilotos más respetuosos con sus rivales en la pista. Y este domingo se vieron envueltos en una carambola fatal cuando pelaban por subirse al podio. Porque la victoria, parecía claro, la tenía bien amarrada Marc Márquez, que empezó a abrir distancias al cabo de 14 vueltas. Mientras el de Honda seguía más tranquilo todavía camino de su segundo triunfo (consecutivo, además) de esta temporada, sus rivales Lorenzo, Dovizioso y Pedrosa se quedaban la escapatoria de Dry Sack, una de las curvas más famosas del circuito de Jerez. La sexta, donde tantas caídas se producen, donde tantos adelantamientos se dan, donde los atropellos están a la orden del día.

La acción, a ocho vueltas del final, fue un escándalo. Con un responsable, el que inició la acción: Dovizioso, que rodaba en ese momento en tercer lugar y quiso adelantar a su compañero de equipo, Lorenzo, para intentar alcanzar a Márquez, si es que la escapada tenía remedio entonces, tres giros después, cuando les sacaba un segundo más de distancia (2,2 en total). Y una víctima: Pedrosa, que rodaba cuarto, cerrando aquel grupo fantástico en cabeza, y que fue el primero el caer. Porque cuando Dovi adelantó al 99, que lo hizo limpiamente además, se fue un poco largo. Y la jugada descolocó ligeramente a Lorenzo, que trató de volver a su trazada y cortó la curva sin mirar si había alguien allí. Y allí estaban la Honda y el 26, que salió volando.

Hubo responsables pues. Cada uno jugó un papel. Pero no podría decirse que hubiera culpables. Como a menudo indican en Dirección de carrera la acción, tremenda, es el ejemplo perfecto de lo que debería considerarse un incidente de carrera (y así fue, finalmente, como se resolvió: cero sanciones esta vez). Al fin y al cabo, se cometieron errores, pero ninguno lo hizo con mala intención ni con un exceso de agresividad en sus maniobras. Puro espectáculo motero.

Como el que acabó de ofrecer Márquez. El espectáculo lo ofreció Márquez porque parece difícil imaginar que no hubiese ganado esta carrera aunque no se hubieran quedado por el camino sus tres rivales, esos que le perseguían desde que en la vuelta ocho decidió que ya no aguantaba más tiempo a rueda de Lorenzo, el único que calzaba la goma más blanda delante, lanzado desde la salida. El espectáculo lo dio el de Honda porque, a pesar de que ha quedado demostrado este fin de semana que esta es la moto que, al menos por ahora, está un peldaño por encima del resto, potentísimo el motor, pero también manejable, con buena frenada y una buena aceleración, ha conseguido el de Cervera (aunque fuera a base de caídas, como ha hecho tantas veces) encontrar los límites de esta pista que tanto le cuesta. Porque se le atragantan sus curvas lentas y, especialmente, las que van a la derecha, y en el circuito jerezano hay unas cuantas. Márquez marcó los compases de la carrera. Él decidió cuándo y dónde adelantar a Lorenzo (en la última curva de la vuelta ocho) y cuándo romper la carrera (a la mitad de la prueba, 0’5 segundos de margen tras 13 vueltas, 1’1 en la 14). En la desesperación por darle caza, Dovizioso acabó jugando una partida de bolos. Y desbaratando la general.

Por todo eso, el espectáculo es Márquez. No porque terminara la carrera (sobrada la ventaja de más de más de cinco segundos con Zarco) con con una última vuelta en la que se detuvo a avivar a las masas, a esos seguidores que llevaban desde antes de las ocho de la mañana sentados en la zona de pelousedel renombrado circuito de Jerez, ahora Ángel Nieto, enfrente, precisamente de las famosas curvas de Nieto y Peluqui. Tampoco porque al cruzar la línea de meta se pusiera en pie en la moto para dedicar a su equipo el baile de moda, ese swish, swish que le da el toque de modernidad a la competición.

Porque la nueva generación ha llegado. Y está lista para el relevo. Lo dice el podio de Jerez, con Johann Zarco y Andrea Iannone junto al campeón del mundo. Dos tipos de la escuela de Moto2, como el catalán. Y aunque se subieran a ese podio por una carambola increíble, nadie puede negar que su inicio de curso está siendo excelso. Que la Suzuki va tan dulce que enamora a todos esos pilotos que todavía no tienen contrato para el año próximo. Y que Zarco es un piloto del que se va a hablar durante mucho tiempo. Por su atrevimiento y su constancia, además de por sus peculiaridades. De momento, sin hacer demasiado ruido, se ha colocado segundo en la clasificación.