EE UU pide a China una reducción del déficit comercial de 200.000 millones de dólares

Los dos días de conversaciones entre los equipos de máximo nivel en materia económica y comercial de China y Estados Unidos no han logrado este viernes sellar un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Los dos países se comprometen a “estrechar su comunicación”, pero reconocen que “en algunos asuntos existen grandes diferencias”, según informó la agencia china Xinhua al término del encuentro. La filtración de una lista de demandas por parte de Estados Unidos, prácticamente imposible de cumplir para China, muestra cómo de alejadas están las posiciones.

Las delegaciones de China y Estados Unidos “mantuvieron un profundo intercambio de opiniones sobre cuestiones como el aumento de las exportaciones estadounidenses a china, el comercio bilateral de servicios, la inversión bidireccional, la protección de los derechos de propiedad intelectual y la resolución de cuestiones arancelarias, llegando a un consenso en algunas áreas”, explicó Xinhua. Sin embargo, “ambas partes reconocieron que, dado que aún existen diferencias considerables en algunos temas, se requiere un trabajo continuo para lograr un mayor progreso”. Ninguno de los representantes hizo declaraciones tras las reuniones.

El establecimiento un mecanismo conjunto de trabajo no ha ido acompañado de un compromiso de retirar los aranceles ya en vigor, que afectan a mercancías valoradas en 6.000 millones de dólares entre ambos, ni la intención de suprimir o retrasar los que están por venir, por 200.000 millones de dólares según las listas provisionales que han publicado tanto Estados Unidos como China. De momento, seguir hablando y poco más.

La filtración de un documento con las demandas de Washington, enviado a Pekín antes de comenzar los encuentros, muestra que la delegación utilizó tácticas similares a las del presidente Trump, a raíz de lo que él mismo ha explicado en su libro The art of the deal (El arte del trato). El equipo liderado por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, pide a China una extensa lista de compromisos prácticamente imposibles de lograr, la más relevante una reducción del déficit comercial de 200.000 millones de dólares desde ahora hasta 2020 (el desequilibrio comercial se situó en los 375.000 millones a finales del año pasado).

Además, le exige a China que no subsidie los sectores de alta tecnología incluidos en el plan de modernización industrial “Made in China 2025”, una mayor protección de la propiedad intelectual, acabar con las transferencias “forzadas” de tecnología, que retire sus denuncias a Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio o hasta que se comprometa a no tomar represalias en caso de que Washington decida imponer aranceles a los productos chinos.

Otras peticiones se basan en mejorar el acceso de empresas estadounidenses en sectores ahora protegidos y que el país asiático reduzca, para el 1 de julio de 2020, los aranceles que aplica a todos los productos estadounidenses en sectores no críticos a niveles que no superen los de las tarifas correspondientes que aplica Washington a los de Pekín. La administración Trump propone que ambos países se reúnan una vez por trimestre para revisar el cumplimiento del acuerdo y, en caso de que China no lo cumpla, EE.UU. puede tomar represalias imponiendo aranceles o restringiendo su oferta de servicios.

China no ha dado pistas sobre qué está dispuesto a negociar y ha advertido, previo al encuentro, de que no aceptará “demandas irrazonables”. Si bien los analistas consideran que Pekín puede ceder terreno en el campo comercial (aunque no en la medida que propone Trump), es prácticamente imposible que renuncie a su política industrial o tecnológica al tratarse de un objetivo estratégico de las autoridades.

El documento filtrado no incluye (o al menos la parte que se conoce públicamente) ninguna contraprestación por parte de Estados Unidos, aunque la delegación habría prometido a la parte china plantear al presidente Trump la situación de la empresa ZTE, fabricante de teléfonos móviles al que Washington ha prohibido comprar componentes de empresas americanas.