Vuelta a la flojera

El Real Zaragoza regresó a su versión más oscura en Granada, a un equipo muy flojo atrás y sin capacidad en la medular, a un bloque que se dejó remontar tras adelantarse en el marcador y que fue incapaz de, con un Granada echado atrás y con claros miedos y nervios, generarle un mínimo de peligro en el tramo final del encuentro. El Zaragoza cayó así, víctima de su propia flojera e impotencia, y volvió a dejar helados a sus aficionados, a un zaragocismo que ve ya desesperado cómo la temporada se consume, tras ya 23 jornadas disputadas, sin que haya un atisbo de un equipo fiable y consistente.

Parecía que el Zaragoza tenía mejor pinta en este 2018 tras el empate ante el Barcelona B y sobre todo la victoria ante el Tenerife. Lo cierto es que fue impresión pasajera. El Zaragoza sigue vacío de alma y con muy pocos recursos, escasos y mal administrados por su entrenador, al que se le pasa el tiempo sin lograr que su apuesta sea creíble. Otra vez más tardó un mundo en hacer los cambios con un Granada metido atrás que solo veía el final del partido. Así, la realidad se impone. Salvo milagro en forma de revolución que no se espera en este enero o que al club se le agote la paciencia con el entrenador, que méritos está haciendo para ello, este Zaragoza está para salvarse y poco más, un descenso que está a seis puntos. Sí, habrá que hablar de proyecto a dos años.

Con el rombo en la medular y con Pombo y Papu moviéndose en ataque, aunque ninguno sea delantero, y con Zapater cubriendo la baja de Guti, que ya se intuía terrible por el despliegue del canterano, comenzó el Zaragoza en Granada. Y salió con una torrija considerable. De hecho, Adrián Ramos, superando a Verdasca, ya tuvo la primera y envió el balón al palo. Dos remates en sendos córners y las dudas de Verdasca propiciaron que el Zaragoza pasara el tramo inicial con la sensación clara de apuros.

Eso sí, el equipo de Natxo defendía tan mal como en la mayor parte de la temporada, pero el Granada de Oltra también es un bloque que concede mucho, que da facilidades. Una falta botada por Eguaras acabó en el gol de Grippo en el minuto 11 tras adelantarse a Chico Flores, aunque al cuadro zaragocista, sin gobernar el partido en el medio, con Eguaras y Febas flojos y Zapater y Ros sobrepasados, le duró poco la alegría. Adrián Ramos se anticipó a Grippo de cabeza en un centro de Víctor Díaz. Y todo surgió de un saque de banda a favor del Zaragoza. Algo que la pizarra de Natxo debería tener en cuenta.

El Zaragoza sufría sin el balón con ese rombo y sobre todo no frenaba la llegada de los dos laterales del Granada. Aun así, Pombo, en otra falta, y Papu, a pase de Zapater, rondaron el gol en un partido donde las dos zagas eran un monumento a las concesiones. El problema es que el Zaragoza sufría más al no saber cómo mantener la posesión.

Un error de un gris Eguaras propició un aviso que acabó en un remate alto y el Granada, que remataba todo en la estrategia, solo necesitó volver a mover el juego a través de las alas. Víctor Díaz, de nuevo solo como en el primer gol, puso un balón que acabó en Álex Martínez, que tuvo todo el tiempo para parar el balón y enganchar un disparo raso en el que Cristian bien pudo hacer algo más. Kunde, con el Zaragoza noqueado, rozó acto seguido hacer el tercero en la enésima llegada de Álex Martínez.

INOFENSIVOS ARRIBA

El Zaragoza llegó al descanso con muy malas sensaciones y con un remate de Pombo, el más activo de los de arriba, tras pase de Zapater. Tras el descanso, Natxo no tocó nada y el Zaragoza salió muy frío, como si el partido no fuera con él. Machís, en un fallo de marcaje de Benito, tuvo la más clara, pero Cristian salió bien a sus pies.

Febas dio un tímido aviso a Varas y el Granada empezó a sentir los nervios. Se tiró para atrás, le dio el balón al Zaragoza y este empezó a mostrar su incapacidad para encontrar la meta contraria. El dominio era tan claro como insustancial y Oltra, preso del pánico, quiso meter cambios defensivos, con Baena y Quini.

Papu disparó mal y Eguaras no lo mejoró después en el remate, pero los minutos caían sin que Natxo hiciera nada. Lo hizo a falta de un cuarto de hora, sacando a Vinícius primero y a Alain y Pep Biel, que debutó, después, con un claro cabreo de Pombo, de lo poco potable ayer y relevado.

La posesión era abrumadora, el estadio silbaba pero el Zaragoza no tenía mordiente alguna, con una exasperante incapacidad para marcar, echando de menos mucho a Borja Iglesias. Adrián Ramos, con Alain mirando al tendido, la mandó al palo y el Zaragoza acabó el partido con la sensación de que su flojera es endémica en este curso.