La pérdida de poder adquisitivo y los nuevos modelos de un turismo «más líquido» acaban con la tradición del apartamento en la playa
Poco o nada se parecen los hábitos sociales en 2024 a lo que fue lo normal en anteriores generaciones. La vivienda no se libra: la segunda residencia vacacional en la playa o la montaña, lo que fue aspiración de miles de españoles, es hoy una rara avis, por la situación económica y por los nuevos modelos turísticos. Tan solo las segundas viviendas en el mundo rural, donde Aragón destaca considerablemente, mantienen un pulso que creció en la pandemia y se sustenta en los vínculos familiares.
El Grupo de Investigación Sociedad, Creatividad e Incertidumbre (Gisci) de la Universidad de Zaragoza analiza los avances de la sociedad desde el mundo académico aragonés. Amparo Gracia se doctoró a comienzos de siglo estudiando cómo funcionaba la vida en el mundo rural, en materia inmobiliaria; y ha actualizado su visión con trabajos contemporáneos, con la pandemia como protagonista invitada. «A principios de siglo existía esa figura de persona que iba siempre que podía al pueblo», comenta Gracia, que divide los perfiles: «El mayoritario, el que tenía lazos familiares y sentía la conexión con el lugar, pero también aquellos que buscaban una segunda residencia».
Segunda vivienda
En esa segunda vivienda, Gracia considera «referencia» a la provincia de Zaragoza, pero a nivel nacional destaca Teruel. «La pandemia favoreció a la redefinición del mundo rural y hubo un auge de regreso», asegura, mientras que el efecto fue contrario en aquellos lugares con mayor peso turístico.
Intentando entrar en la mente del ciudadano medio, la socióloga aragonesa encuentra un patrón: «Hay una tendencia a no atarse a un solo sitio, además de que se teme a la fiscalidad, los gastos de mantenimiento o la okupación», enumera Gracia, que sin embargo defiende que «la idea de comprar un segundo piso en la playa o en la montaña sigue teniendo cierta fuerza», como «un objetivo de éxito o prosperidad». La experta no niega que la situación económica, precaria en muchas ocasiones para los más jóvenes, no facilita esta acción.
«Hay gente para todo y no podemos encasillar», bromea Gracia, que sí cree que el ladrillo seguirá teniendo un peso importante en aquellas economías familiares que se lo puedan permitir: «En España se ahorra con la propiedad y pensando en vender en un futuro para pagar necesidades importantes».
El alto precio de la vivienda
Diego Gastón es otro de los sociólogos de este grupo de trabajo de la Universidad de Zaragoza. Sus conclusiones coinciden, en gran medida, con lo esgrimido por Gracia. «Creo que importa mucho el precio de la vivienda, que lleva a que haya gente que se aleje de la ciudad en busca de un hogar más barato en los pueblos», inicia Gastón, que sí señala como problema la falta de oferta en muchos puntos del mundo rural.
«La aspiración a esa segunda vivienda no se ha perdido del todo, pero es cierto que desde la pandemia vivimos en un auge de querer salir más», analiza este sociólogo aragonés, que esgrime los nuevos gustos que muestran los compradores: «Se buscan esas casas en municipios pequeños, por encima de zonas masificadas, por el aislamiento, el aire libre o el tamaño, ya que suelen ser más grandes que en la ciudad». Matiza, eso sí, que las conclusiones definitivas del impacto de la pandemia tardarán un poco en llegar.
¿Puede que el modelo de turismo rápido, a bajo coste y por días, acabe con la segunda residencia? «El año es muy largo», bromea Gastón, que considera que aquellos ciudadanos que se lo puedan permitir «intenten tener esa segunda vivienda en otra ciudad y, a la vez, puedan viajar a otros lugares en otra época». Otra baza permitirá que una casa en un pequeño pueblo o cerca de una zona turística siga siendo un lugar interesante: «El teletrabajo se ha establecido más y hay más flexibilidad para combinarlo con el trabajo presencial, algo que ayuda a ese retorno a los pueblos y que estos vuelvan a tener bastante más vida». Y otro apunte para el resurgir del mundo rural: «El trabajo de los ayuntamientos es muy importante, porque recuperar la escuela o dar ciertos servicios es lo que permite esa posible revitalización».
Ambos sociólogos coinciden en que esta tendencia, la búsqueda de «vacaciones más líquidas», ha llegado para quedarse, pero no se aventuran a asegurar cuál será el modelo que marcará para siempre cómo disfrutan de sus semanas de descanso los aragoneses y los españoles. Las circunstancias económicas de cada uno, la innovación futura en el sector turístico y otras muchas variables pueden condicionar ese modelo de vacaciones futuras.
Tendencia inmobiliaria
Los estudios sociológicos arrojan cambios en las prioridades de la ciudadanía, pero la sensación en el mercado inmobiliario no es muy distinta. Las empresas que gestión la compra y venta de inmuebles, tanto en territorio aragonés como en lugares vacacionales, coinciden en muchas de las conclusiones.
«Es un tema diverso, porque en Aragón sigue destacando el Pirineo, la playa y el pueblo, por lo que hay perfiles de todo tipo», defiende Fernando Baena, presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Aragón, que analiza no solo el evidente encarecimiento de la vivienda, sino «unos sueldos que no han crecido lo suficiente».
El modelo, según Baena, se ha transformado desde el inicio de siglo. «Hoy hay poca gente por debajo de los 50 años que se plantea tener una segunda vivienda», señala el representante de las inmobiliarias, que incide en la precaria situación económica: «No pueden hacerlo porque la mayoría, con 35 o 40 años, sigue preocupada por pagar su primer piso». Los gastos no son solo esos, sino que en el supuesto de lograr adquirir esa segunda residencia «hay que tener en cuenta el gravamen fiscal o el mantenimiento continuo».
El Pirineo y Salou a la cabeza
«Hoy vivimos en un mundo más abierto y las nuevas generaciones no quieren atarse a un solo lugar», dice Baena, que sin embargo recuerda que «en lugares con masificación tradicional, como el Pirineo o Salou, no se podrán alquilar apartamentos si no se hace con previsión».
El cambio de paradigma tiene fecha, según Baena, en la crisis del 2008 que tanto golpeó a la economía española. «Hasta entonces había una ilusión por esa segunda vivienda, pero la pérdida de poder adquisitivo y otras dificultades se notan», concluye el presidente de los agentes inmobiliarios, que aborda también las preferencias: «Antes se quería tener coche a los 20 años, hoy no. Con las vacaciones, lo mismo, porque se prefiere conocer más lugares que elegir un solo destino en el que pasar las vacaciones toda la vida».