Soledad Herreros de Tejada habla del nacimiento de la entidad y del programa Promentor
Cuando Soledad Herreros de Tejada tuvo a su tercera hija, Ana, en 1993, su vida dio un giro inesperado. Ana nació con síndrome de Down, lo que planteó un desafío para el que ella y su esposo no estaban preparados. «Ni su padre ni yo teníamos idea del mundo del síndrome de Down, pero era nuestra tercera hija muy deseada y acometimos ese reto con mucha ilusión», afirma. En el 2000, junto a un grupo de padres, fundó Prodis. La misión estaba clara desde el principio: «Queríamos que nuestros hijos tuvieran planes los fines de semana, como el resto de sus hermanos, eso fue lo primero que quise hacer». Herreros de Tejada es la protagonista de este nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tiene como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.
«Mi hija estaba muy bien atendida en el colegio de educación especial, pero cuando acabase, ¿qué iba a ocurrir?», recuerda del nacimiento de Prodis. Durante cinco años, la entidad no tuvo sede física y operaba desde las casas de las familias. Pero en 2005 llegó un punto de inflexión: se creó junto a la Universidad Autónoma de Madrid el programa Promentor, pionero en España en formación universitaria para jóvenes con discapacidad intelectual. «La misión fundamental de la Fundación Prodis es que tengan una vida plena e integración total. No hay mayor integración que el estar trabajando en una empresa», sostiene Herreros de Tejada, recordando cómo aquel primer año arrancó con 16 estudiantes.
A partir de entonces, la evolución fue constante: en 2007 se puso en marcha un servicio de inclusión laboral, gracias al cual casi 200 personas han encontrado empleo. «Encontrar un trabajo les cambia la vida por completo. Crece su autoestima, se sienten útiles e independientes», enfatiza, resaltando además el beneficio para las empresas que contratan a estos jóvenes: «Van a trabajar con alegría, con una sonrisa de oreja a oreja, aportando un clima muy positivo».
Apoyo a la inserción laboral y momentos complicados
En 2011, la Fundación Prodis inauguró su sede actual, un momento decisivo gracias al apoyo económico de empresas solidarias y la antigua Obra Social de Caja Madrid. Este nuevo espacio permitió crecer aún más, sumando un centro especial de empleo donde actualmente trabajan 80 personas con discapacidad intelectual. «Hacemos desde digitalización de documentos hasta regalos promocionales», detalla Herreros de Tejada, resaltando cómo estas actividades generan ingresos que pagan los sueldos de los empleados.
El recorrido de Prodis está lleno de hitos, pero también de retos. «Hemos tenido momentos económicamente difíciles, y también ha sido duro tener que decir que no a algunas familias porque no podíamos atender ciertas discapacidades severas con trastornos mentales», admite la presidenta de la entidad con sinceridad.
Sin embargo, el orgullo prevalece: «Estoy orgullosa de haber ayudado a tantos chicos y familias, y de haber abierto brechas. El programa Promentor está ahora mismo en 30 universidades públicas españolas gracias al modelo que empezamos nosotros». Para Herreros de Tejada, cada logro es motivo de satisfacción profunda, especialmente al ver cómo estos jóvenes tienen oportunidades que antes no existían.
Mirando hacia el futuro, Prodis se enfrenta a un nuevo reto: «Nuestros hijos se hacen mayores y necesitamos ofrecerles viviendas adaptadas, algo que preocupa mucho a las familias cuando los padres ya no estén», revela Herreros de Tejada. La fundación ya ha solicitado un terreno al Ayuntamiento de Madrid para construir una residencia que pueda acoger a algunas de las 500 personas a las que actualmente atiende.
Soledad Herreros de Tejada tiene claro el consejo para quienes piensen en emprender proyectos similares: «Una vez tienes la idea, ponla en práctica, pero nunca te rindas. Hay que luchar, trabajar y rodearte de gente buena que te acompañe». Así ha construido Prodis, una fundación que, tras 23 años, sigue transformando vidas día tras día.