Del Val: «Que en el mes que declaramos se perdone a los ladrones de dinero público, incita al delito fiscal»

Habla el profesor  de la ley de amnistía y los ERE de Andalucía

El mes de junio es bueno para los estudiantes que comienzan sus vacaciones y malo para los que tienen que hacer la declaración de la renta. Que haya coincidido el perdón del Tribunal Constitucional a los malversadores de los ERE de Andalucía, y la aplicación de la amnistía a los malversadores del separatismo catalán, con el mes en que, centenares de miles de españoles -además de lo mucho que llevamos pagando- tengamos que pagar todavía más a Hacienda, incita al delito fiscal.

Lo voy a repetir por si algún abogado progresista de guardia, cree haber visto en mis palabras incitación al delito. Repito: que coincida el mes en el que declaramos lo que nos cuestan los asesores del Gobierno, y el Gobierno entero, con el perdón y las disculpas a los ladrones del dinero público, o sea, de nuestro dinero, incita al delito fiscal. No es que lo vaya a cometer. Mi buen amigo y asesor fiscal, Agustín Pérez Baz, no me lo permitiría, pero es imposible que me impida que se me quede cara de tonto.

Sí, ya sé que ese dinero sirve para pagar a los profesores, a la Policía, a la Guardia Civil, a los médicos, al sostenimiento de las carreteras, etcétera, pero se me pone cara de tonto, cuando compruebo que también sirve para anular las sentencias de personas condenadas por delitos probados. Bueno, incluso sirve para pagarle el sueldo al Director del Museo de Antropología, que ha borrado el nombre de América del museo, y la sala de América se llama ahora Abya Yala, que parece que significa, en el desconocido idioma indígena, tierra madura, no sea que se vaya a enfadar algún indígena de paso por Madrid.

Me extraña que en este afán descolonizador, del ministerio de Cultura en general, y de algún que otro director de museo, en particular, no se envíe a una pareja de la Guardia Civil al museo Thyssen para descolgar el cuadro de Gauguin, “Érase una vez” o sea Mata mua.

Antes solía haber un tonto en cada pueblo de España, y se podía aguantar porque eran poco más de ocho mil municipios. Pero es que los tontos contemporáneos no sólo ha aumentado, sino que ahora son ministros, directores de museo, miembros del Tribunal Constitucional. Y, claro, me dan ganas de irme a las islas Marquesas, como Gauguin, a descolonizarme de tontos, pero me he quedado sin dinero, tras pagar a Hacienda.