Fuentes sanitarias palestinas elevan a 210 los muertos y 400 los heridos tras la incursión del Ejército en Nuseirat para realizar el mayor rescate desde el inicio de la guerra
La ‘guerra de rehenes’ de Israel, el porqué de una historia de 7.000 prisioneros palestinos a cambio de 27 israelíes, y de una unidad secreta
Después de ocho meses de agonía las familias de Noa Argamani (25 años), Almog Meir (21), Andrey Kozlov (27) y Shlomi Ziv (40) recibieron la noticia que más esperaban: sus seres queridos están vivos y son libres. Las fuerzas especiales de Israel lanzaron a primera hora del día una operación de rescate en el campo de refugiados de Nuseirat y lograron sacar con vida a estas cuatro personas que Hamás capturó el 7 de octubre en el Festival Nova. Fue una «operación compleja», en la que Israel contó con apoyo de Estados Unidos, se desarrolló en dos puntos diferentes y que causó una masacre en el corazón de un campo de refugiados súper poblado por la llegada de desplazados en el que murieron al menos 210 personas y cuatrocientas resultaron heridas, según los datos ofrecidos por el ministerio de Salud palestino. Las lágrimas de alegría a un lado de la verja de separación, fueron lágrimas de dolor al otro por la cantidad de muertos y heridos.
Los cautivos fueron trasladados a un hospital donde confirmaron que su condición es estable, se reunieron con sus familiares y recibieron la visita de Benjamín Netanyahu, exultante, que calificó la operación de «exitosa» y anunció que «haremos todo lo posible para que todos vuelvan vivos a casa». El primer ministro, centro de las críticas de las familias por anteponer la guerra a un acuerdo de alto el fuego que permita un intercambio con Hamás, reveló que «me dijeron que esta operación se realizaría en circunstancias muy complicadas y peligrosas. Lo sabía, pero sin dudarlo, decidí dar la orden porque eran cautivos israelíes y confiaba en los héroes de los comandos especiales». En el transcurso del rescate uno de los miembros de estos comandos resultó herido y poco después confirmaron su muerte en un hospital.
Netanyahu, partidario de aplicar una estrategia de presión máxima a Hamás y a la población de Gaza para lograr sus objetivos, apeló a la épica y dijo ante los medios que «los cautivos son el oro y el diamante que deseamos devolver. Es una operación que quedará escrita en la historia, sí, sabemos que tenemos que pagar el precio, pero también sé que los héroes siempre serán mencionados en el libro y en la historia de Israel».
El líder del Likud se apunta una gran victoria y el exjefe del Ejército Benny Gantz tuvo que cancelar una intervención ante la nación en la que tenía previsto anunciar su retirada del gobierno de unidad nacional. Las familias de los cautivos emitieron un comunicado en el que se mostraban felices por la noticia, pero preocupados porque piensan que Netanyahu la usará para reforzar el uso de la fuerza y no aceptar un acuerdo con Hamás que facilite un intercambio.
El Ejército acusa al enemigo de «esconder de manera intencionada a los rehenes en zonas civiles». Esta es la segunda gran operación de rescate que lanza con éxito Israel desde el comienzo de la guerra. En febrero, los argentinos Luis Norberto Har, de 70 años, y Fernando Marman, de 60, fueron rescatados en una operación en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. A principios de diciembre, el ejército intentó rescatar a otro rehén, pero no lo consiguieron y murió en la operación.
Respuesta de Hamás
Los más de doscientos civiles y militares que Hamás capturó el 7 de octubre se han convertido en su arma de mayor presión al enemigo, pero no han sido suficiente para obligar a los israelíes a aceptar un acuerdo que incluya un alto el fuego definitivo. Israel calcula que el enemigo sigue teniendo en su poder a unos 120 cautivos, de los que una tercera parte habrían muerto, según los informes de la inteligencia israelí.
En un comunicado en su canal oficial Telegram, el grupo islamista, considerado terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos, declaró que la liberación de estos cuatro rehenes «no cambiará el fracaso estratégico del ejército israelí en la Franja». Hamás también afirmó que «la resistencia todavía mantiene un mayor número de cautivos y puede aumentarlo».
Abu Obeida, portavoz islamista, declaró que «la operación supondrá un gran peligro para los prisioneros enemigos y tendrá un impacto devastador en sus condiciones y vidas». Un mensaje de amenaza que añade presión a las fuerzas de seguridad y a los dirigentes de Israel, que han puesto sobre la mesa de Hamás una hoja de ruta que contempla un alto el fuego de seis semanas para el intercambio de rehenes por prisioneros. El problema es que los islamistas exigen un alto el fuego definitivo y la retirada de las tropas de la Franja.
Hospital colapsado
En medio del furor israelí y de los mensajes de felicitación a las fuerzas de seguridad por la operación que acabó con la pesadilla de cuatro rehenes y sus familias, el embajador adjunto de Palestina ante la ONU, Majed Bamya, escribió en su canal de X que «decenas de civiles y muchos niños murieron en la operación israelí y es posible que no se mencionen o, en el mejor de los casos, sean una nota a pie de página en las noticias».
El diplomático palestino añadió que «cuando sonríes al ver a un padre abrazar finalmente a su hija en Tel Aviv, derrama una lágrima por el padre que tuvo que enterrar a su hija en Gaza». Las imágenes del hospital de los Mártires de Al Aqsa colapsado, con heridos de todas las edades tirados en un suelo ensangrentado, familiares desesperados y médicos con apenas material para atender a la gente mostraron la otra cara de una operación con final feliz para Israel. Es el último hospital que queda operativo en esta parte de Gaza y los heridos no tienen evacuación posible porque Israel mantiene cerrado el paso de Rafah hacia Egipto.