Bochorno en el PSOE tras el «engaño» de Sánchez: «Estamos en una deriva peronista»

Los socialistas se lamen las heridas y, tras el pinchazo emocional del Comité Federal, florecen las críticas

Ha pasado una semana desde la terapia grupal del Comité Federal que el PSOE organizó para frenar la dimisión de Pedro Sánchez. Una reunión del máximo órgano entre congresos que Ferraz organizó como respuesta al castigo del presidente y líder del PSOE a su núcleo duro, decepcionado por la tibia o nula defensa que hasta el momento habían hecho los suyos de su mujer, Begoña GómezEl ‘jefe’ se aisló en su residencia, no participó en el gabinete de crisis en Moncloa, se negó a recibir a su número dos, María Jesús Montero, y les dejó solos para mostrarles el precipicio. Y sí, hubo vértigo. La maniobra urdida por Pedro Sánchez en única comunicación con su mujer, Begoña Gómez, sirvió para activar a su equipo y poco más. La concentración que pretendía espolear a la militancia socialista fue más que modesta. Más allá de los rostros conocidos, la inmensa mayoría no estuvo allí.

En un partido cuya militancia ha ido incrementando sus niveles de fanatismo en torno a Sánchez y mermando su número de afiliados hasta tocar mínimos, apenas asistieron 12.500 personas según la delegación del Gobierno en Madrid, en manos del ex secretario general de Presidencia en Moncloa, Fran Martín. Según ha podido comprobar THE OBJECTIVEapenas el 7% de la militancia del PSOE asistió al plebiscito sobre la permanencia de Pedro Sánchez, pese a los múltiples autobuses fletados por el partido desde toda España y que Ferraz evita cuantificar. El censo oficial de militantes que ofreció la secretaría de Organización del PSOE en la última consulta a las bases en noviembre de 2023, sobre el pacto de gobierno con Sumar, ascendió a 172.600 afiliados. Votó a favor un total de 109.453, un 63,4% de la militancia. Es decir, si damos por buenos los datos oficiales y no ha habido cambios en el censo estos últimos seis meses, sólo el 7% de la militancia asistió a arropar al secretario general ante un desafío inédito en democracia, que un presidente del Gobierno deje en stand by la legislatura.

No obstante, fuentes socialistas explican que el respaldo fue aún más marginal porque sí ha habido una pérdida importante de afiliados en los últimos seis meses por las cesiones al independentismo, como la Ley de Amnistía, el mediador internacional y las reuniones en Ginebra. Y, sin embargo, el presidente Sánchez intenta vender la ficción de una afluencia masiva la ha hecho quedarse. Ese era el plan: hacer un plebiscito sobre su permanencia, movilizar a la izquierda, tensionarla para activarla ante un nuevo voto del miedo. Pero está por ver que haya funcionado. Si los resultados de la encuesta flash del CIS merecen una lectura es que el votante progresista se ha movilizado, sí, pero ante el hecho incontestable de que como consecuencia a la posible marcha de Pedro Sánchez que el 90% de los cargos socialistas del Gobierno y el PSOE daban por descontada hasta el pasado lunes. Estos datos permiten entender el sentir de diferentes sectores del PSOE, algunos presentes en Ferraz hace una semana, otros ausentes.

«Tanatorio dentro, verbena fuera»

«Me da vergüenza lo que hemos vivido. Se vivieron dos Comités Federales, uno de puertas para adentro y otro para afuera. Dentro, fue un tanatorio; fuera, una verbena, con Bizarrap y Rafaela Carrá a toda máquina», relatan los asistentes tras la perspectiva que aporta el enfriamiento de la ultima semana. Un ‘pinchazo emocional’ que permite ahora afear «los golpes de pecho de María Jesús Montero», que hace una década «no era militante del PSOE porque no quería»; o el intento de otros como Santos Cerdán y Óscar Puente aprovechando la presencia de la militancia para expiar sus culpas en una crisis «mal gestionada», y organizar la agenda del partido anticipando el debate sucesorio.

Pero el líder ha vuelto y, según dicen, «ha tomado nota» de todos estos movimientos. En principio, no habrá catarsis hasta después del 9-N pero el mes de julio puede volver a ser el elegido por el mismo Sánchez, que ejecutó a su núcleo duro en Moncloa y Ferraz en julio del 2021; cambió a sus portavoces en Ferraz y el Congreso en julio del 2022; y diseñó la operación de acercamiento a Junts sobre la base de la amnistía, en julio del 2023. Su repentina tourné mediática, su aparición sorpresa este miércoles en la campaña catalana, su promesa de que permanecerá los tres años de legislatura, e incluso, volverá a presentarse a las elecciones, son un intento por cerrar el paso a un PSOE al que el amago de retirada ha pillado sin los deberes sucesores hechos. Un PSOE que le ha visto las orejas al lobo, aunque el primer aviso de Pedro haya sido una treta.

«¡Qué bochorno!»

La palabra más repetida es «bochorno» por la actitud «irresponsable e infantil» de un presidente del Gobierno que «ha dilapidado lo ultimo que le quedaba, su imagen internacional». Si la cara es el espejo del alma, la imagen con la que reapareció Pedro Sánchez en TVE preocupó aún más a los suyos: «Agotado, la cara hinchada, se ha llenado de canas en una semana». Y con un discurso «mal hilado, torpe», demostrando que «sigue estando tocado». Y, lo que es más preocupante, con un discurso que ahonda en la «senda bolivariana y populista», según algunos críticos. «Estamos en la senda peronista», en palabras de otros. El cocktail peligroso de amenazar a periodistas y jueces es un síntoma de ello, pero ante todo, una excusa para justificar la operación. «A medida que pasan las horas tengo más claro que ha sido un engaño, que no pensaba irse, que nos ha utilizado para activar a las bases», confiesa un partidario.

Los más oficialistas aseguran que esto sí lo ha conseguido. «Desde el miércoles las plataformas sanchistas se han reactivado, los equipos de las primarias que recogían avales, los grupos de WhatsApp del ‘Pedrobus’ están todos como en el 2017. Ha conseguido movilizar a toda la izquierda absolutamente». Y el reflejo también lo evidencian los trackings de las elecciones catalanas. Fuentes socialistas confirman la información adelantada por el diario La Razón: en la polarización diseñada por Sánchez, Salvador Illa se dispara en los trackings hasta los 42/43 escaños, gracias al bocado que le da a ERC, en tercera posición por detrás de Junts, y a que fagocita a los Comunes, rebajado hasta su mínimo electoral. La sensación en el PSOE es que es «remar para morir en la orilla porque Illa no va a gobernar». Si se cumplen los malos augurios, nadie se moverá hasta las europeas, al menos públicamente. Porque los movimientos en privado ya han comenzado.