Las salas de asilo e inadmitidos de Barajas, convertidas en ‘pateras’

Más de 150 personas, solicitantes de protección internacional, se hacinan en 50 metros entre chinches y cucarachas, denuncian policías y trabajadores sociales

Marlaska aseguró hace once días que era un problema «puntual ya solucionado», tras las críticas de tres jueces. La solución, una sala de mujeres y niños sin ventanas ni duchas

Se fugan 26 marroquíes de las salas de inadmitidos de Barajas en dos noches consecutivas

Chinches en las colchonetas de las camas o en las que están tiradas por el suelo, cucarachas detrás de los cubos de basura, baños tercermundistas y sucios, un olor irrespirable… y más de 150 hombres fornidos (la cifra varía día a día), sin nada que hacer más que mirar el techo o la televisión colgada en la pared, y a la espera de una respuesta. Así pasan las horas desde hace varias semanas en las salas de asilo e inadmitidos del aeropuerto de Barajas, convertidas en una bomba de relojería, de las que la semana pasada se fugaron veintisiete inmigrantes en dos noches consecutivas.

Los policías encargados de la custodia de las salas 3 y 4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas aseguran que se ha llegado a un punto «crítico de hacinamiento» y que tanto dichas salas, como la 2, habilitada a marchas forzadas para acoger a mujeres y niños, carecen de un mínimo de habitabilidad e higiene. Las imágenes grabadas lo demuestran.

ABC ha podido hablar con varias personas que trabajan en esas dependencias -agentes y trabajadores sociales- que asisten en directo a la degradación. Cunde el sentimiento de impotencia con lo que está sucediendo sin que nadie ponga remedio. «Va a más porque cada día hay nuevas solicitudes de protección internacional», explican fuentes policiales.

Los datos lo demuestran: hoy lunes hay 166 peticionarios de asilo en la sala 4 de la Terminal 4 y otras 30 pendientes de ingreso tras la entrevista con los agentes en la que piden protección internacional. Ayer, había 149 personas en esa misma sala y otras 72 personas en la sala 3. Treinta y nueve más estaban pendientes de ingreso. Y hay que sumar a las 42 mujeres y niños que albergaba la sala 2, la peor, según las fuentes consultadas.

«Esa sala 2, dispuesta hace unas semanas para separar a las mujeres y los niños de los hombres, atenta contra la dignidad humana. No tiene ventanas, solo luz artificial. Duermen en colchonetas inflables, no hay duchas, solo un baño para todos, y en ella hay bebés con sus madres. A un lado están los pañales sucios hasta que se los llevan y al otro la comida que les traen», detalla una trabajadora social.

«La negligencia de AENA y Cruz Roja, responsables de brindar asistencia y mantener la limpieza de los asilados agrava la situación. La reciente negativa de Cruz Roja a ingresar a la sala provisional 2 de asilados debido a las chinches es un claro ejemplo de su servicio insuficiente», denuncia el sindicato mayoritario de la Policía (SUP) en una carta remitida hace unas horas al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, pidiéndole que intervenga. ABC se puso en contacto con la ONG, pero no van a hacer declaraciones al respecto.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró el pasado día 4 que ya se habían tomado medidas para resolver el problema «puntual» por el colapso sufrido en diciembre en esas salas, que provocó que tres jueces de Madrid le remitieran requerimientos para buscar una solución urgente.

Imagen - «España ha incrementado en un 3.500 por cien las solicitudes de protección internacional con respecto a las recibidas en 2013»

«España ha incrementado en un 3.500 por cien las solicitudes de protección internacional con respecto a las recibidas en 2013»

Fernando Grande-Marlaska

Ministro del Interior

«Ha sido una cuestión absolutamente puntual, se han tomado las medidas y tenemos ya instalaciones complementarias al respecto», dijo el ministro en rueda de prensa. Según él, el problema «puntual» se debió a «unos vuelos muy concretos, con un origen y destino también muy concreto», que no precisó. Pero ni parece puntual, a la vista de las cifras, ni mucho menos resuelto.

La semana pasada, Marlaska informó de que «España ha incrementado en un 3.500 por cien las solicitudes de protección internacional con respecto a las recibidas en 2013, hace apenas 10 años» y presumió de que «nuestros mecanismos de protección internacional nos permiten garantizar con creces esta obligación, de acuerdo con las normativas nacional, europea e internacional». El año pasado se superaron las 163.000 solicitudes.

Desde el pasado agosto, empezó a atisbarse un cambio en Barajas que ha ido empeorando. Hasta entonces, había una sala para inadmitidos (pasajeros que no cumplen los requisitos para acceder a España), gestionada por AENA y otra para solicitantes de protección internacional, de la que se encarga Cruz Roja. Ahora están mezclados. Apenas hay inadmitidos y el grueso lo forman quienes aspiran a quedarse tras pedir asilo. Proceden de países como Kenia, Senegal y Marruecos. «Los requisitos laxos en los destinos finales de estas personas contribuyen a agravar la situación», indica el SUP al Defensor del Pueblo.

«Senegaleses, malienses, marroquíes, somalíes… ese es el perfil ahora, hombres de entre 30 y 40 años que han pedido asilo y que tardan una media de diez o doce días en tener la entrevista con los abogados de Extranjería», añade la trabajadora social. «Mientras, no tienen nada que hacer, solo esperar. En una sala de 40 o 50 metros hay una media de 150 personas. Por la noche, como en los cuartos con las literas no cabe nadie ya ni en colchonetas, se retiran las sillas y se colocan colchones hinchables. Algunos presentan síntomas importantes de ansiedad, frustración y estrés».

A esas salas, ‘pateras con paredes y techo’, según las describen, solo accede la Policía, los vigilantes de seguridad y Cruz Roja, que se encarga de la limpieza. Desde que empezaron las picaduras de chinches (se ha fumigado ya tres veces sin éxito) los miembros de limpieza de la ONG no aparecen, según la denuncia. «Se les da una fregona a ellos y que se apañen».

A la derecha, una cucaracha en una de las salas. A la izquierda, uno de los baños ABC

Eso mientras esperan un sí o un rechazo que los devolverá a su país, sobre todo los marroquíes. El pasado jueves y viernes de madrugada un grupo que iba a ser deportado se fugó de las instalaciones por un falso techo, en un caso, y rompiendo una ventana en otro. AENA este domingo optó por colocar una patrulla policial 24 horas junto a la ventana con el cristal destrozado.

«Si no pasa una desgracia, es porque ellos no quieren. Es imposible controlar dos o tres policías a esa cantidad de personas, que además están pendientes de una situación administrativa, no están detenidos», resaltan fuentes policiales. De hecho, los agentes que trabajan allí han optado por la alianza. Recurren a la complicidad de dos o tres líderes del grupo para que les ayuden en el reparto de comida (escasa, dicen) y controlen al resto.

«Demasiado bien se portan», añade la trabajadora social. Si quisieran, se amotinarían». Insiste en que es «un trato inhumano». «No pueden ni comunicarse con su familia durante días». Cuenta un caso reciente. A una de las mujeres se le murió su padre, pero como no había personal de Cruz Roja no pudo hablar con su madre ni sus hermanos.

Los afortunados saldrán de ahí en unos días con destino a albergues de la ONG o a casas de familiares o amigos para intentar obtener la protección internacional. Otros serán deportados. Pero mientras malviven en salas inmundas de la terminal.