Para la mayoría de personas las noches de Zaragoza pueden ser sinónimo de diversión, fiesta, música o risas, pero también lo son de comodidad, calor o descanso. Sin embargo, para las personas sin hogar, que duermen en las calles de la ciudad, las noches pueden significar un verdadero reto y más aún con la llegada del frío. Son 163 relatos de vida ocultos en cada rincón de la ciudad revelados en una noche y 163 maneras de sobrevivir bajo porches, puentes, en cajeros o sobre cajas.
Nueve personas duermen esta madrugada del miércoles, entre cartones y mantas, en las céntricas calles de la ciudad desde el Paseo de Independencia hasta el Paseo María Agustín. Es la suma del recuento de un grupo voluntario de la Cruz Roja en uno de los 15 distritos de la ciudad, aunque son 163 personas en total los que no tienen hogar en Zaragoza contabilizados por los voluntarios en el recuento que ha tenido lugar la noche de este martes.
Una de las voluntarias que realiza el recuento de personas sin hogar, Belén Gimeno, le explica, con gesto preocupado, a una mujer sin hogar cuáles son los recursos a los que puede acudir para salir de la situación en la que vive. Le avisa de que puede ir a un albergue, que puede acceder al Plan de Primera Oportunidad y que puede solicitar el Ingreso Mínimo Vital.
La mujer, originaria de Alicante, cuenta que lleva tres años viviendo en las calles de Zaragoza tras dejar a sus hijos su piso de Alicante. Duerme con su compañero en el Paseo de Independencia porque por lo menos están “cubiertos por un techo”. Señala el edredón con el que duerme y expresa que “es su gran tesoro” y que se lo dio la Cruz Roja hace tiempo. Su objetivo es salir de la ciudad y volver a Alicante, pero sus dolores de espalda, sus afecciones en la vista y la rotura de su cadera no le permiten trabajar.
Un joven de 37 años nacido en Rumanía dice que es “rumaño” porque vive desde los 7 años en Zaragoza. Vive junto a cuatro compañeros en las calles del Paseo María Agustín y a veces duermen en algún pasaje que esté abierto. Expresa que por problemas de adicción ha acabado viviendo cuatro veces en las calles de la ciudad. “He pedido el Ingreso Mínimo Vital y no me lo dan”, cuenta. Quiere irse a otro sitio porque, explica, sus condiciones han empeorado: “No hay sitio en albergues ni refugios municipales”. Las noches son “duras” porque le han robado más de una vez su dinero, la documentación y mochilas con sus pertenencias.
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LA LABOR DE LOS VOLUNTARIOS
El voluntariado es la otra cara de la moneda de esta noche de otoño. Belén Gimeno expresa que decidió apuntarse al recuento porque “quería conocer a los vecinos de mi barrio que viven en la calle y que están invisibilizados, conocer esa realidad del barrio que la que habitualmente no estamos pendientes”.
Manuela García es una joven de 17 años, voluntaria de la Cruz Roja del Hospital Miguel Servet, que reflexiona: “Estas personas pueden ser tú, de aquí a un mes o tres años. Al final son personas como nosotros que no han nacido en la calle, tenían una vida, una familia y por distintas circunstancias han acabado así”. La voluntaria confiesa que “a veces por la calle no reparamos en ellos o hacemos como que no los vemos”, por ello ha deseado ayudar e implicarse en esta labor.
Más de 360 voluntarios convocados por la Cruz Roja, entre ellos muchos rostros jóvenes como Belén o Manuela, han llenado el salón de actos del Colegio Mayor de Virgen del Carmen para recorrer cada esquina y rincón de la ciudad y elaborar el recuento de personas sin techo. Por primera vez del Ayuntamiento de Zaragoza colabora con la Cruz Roja para realizar el censo nacional de personas sin hogar.
Divididos en 48 grupos, los voluntarios, ataviados con sus abrigos y con la cena en la mochila, se han preparado para trasnochar y realizar encuestas a las personas que no tienen hogar con el objetivo de que el Ayuntamiento de Zaragoza pueda elaborar el segundo Plan de Primera Oportunidad.