Lluvia a gusto de (casi) todos en el campo aragonés

Los agricultores de la comunidad recibe con los brazos abiertos el agua caída en las últimas semanas aunque las tormentas causas algunos estragos en algunos cultivos y zonas de la comunidad

Aunque nunca llueve a gusto de todos, el agua caída en las últimas semanas ha sido por lo general bien recibida en el campo aragonés. Llega tarde y a destiempo, pero la necesidad de este liquido vital apremia ante una de las mayores crisis que se recuerdan en el sector agropecuario a causa de la sequía, que ha provocado ya pérdidas irreversibles sobre todo en el cereal de invierno. Las tormentas, no obstante, también ha sido motivo de lamento para algunos agricultores.

En algunos puntos de la comunidad autónoma, los chubascos han sido de carácter extraordinario, en ocasiones en forma de granizo, lo que ha generado estragos en algunos cultivos. A pesar de ello, las lluvias de las últimas semanas son vistas como un alivio en mundo agrario. «Si lo vemos en un global, están siendo muy positivas por muchos motivos», afirma Javier Fatás, miembro de la comisión ejecutiva de UAGA, la principal organización del sector.

Aunque de manera desestacionalizada, las abundantes precipitaciones están haciendo posible la recuperación de los embalses y, en general, de la cuenca del Ebro, que arrastra un fuerte déficit hídrico. También ha resultado beneficiosa para la ganadería extensiva, que ha vuelto a contar con pastos.

Los cultivos que más están agradeciendo las precipitaciones son los leñosos, como el viñedo, el almendro o el olivar, los tres con gran arraigo en Aragón. «También le viene muy bien a la apicultura. Aunque llega tarde, habrá algo más de floración tardana», señaló.

Merma de la cosecha de cereza

Pero como sucede siempre que llueve fuera de temporada, también ha resultado «perjudicial» para algunos sectores. El que peor parado ha salido es la cereza, una fruta delicada que tienda rajarse por el efecto del agua. En plena campaña de recogida, la producción se ha visto mermada en zonas como Calatayud, Ricla o La Almunia de Doña Godina por culpa del temporal de lluvia, granizo y lluvia que se ha registrado.

Los cultivos herbáceos también se han visto afectados. «Las malas yerbas están prosperando», apuntó, lo que sumado a la humedad generada por la abundantes lluvias, dificulta la cosecha «de la poco cebada y trigo que quedaba en los campos». En los forrajes, agregó, «se ha echado a perder el segundo corte» allí donde lo ha pillado cortado sin recoger. «Que se pierda uno de seis cortes entra dentro de la normalidad», precisó.

Donde el agua ha caída de forma torrencial, como ocurrió en la comarca de Calatayud hace dos semanas o en Quinto hace tres días, se han producido importantes daños en infraestructuras y caminos. Las granizadas han dejado también un reguero de destrozos en varios puntos de la comunidad, como ocurrió el pasado martes en Alcañiz y Calanda y hace una semana en Herrera de los Navarros y Aguilón. En estas dos últimas localidades zaragozanas, el pedrisco arrasó la totalidad del cereal para desgracia de los agricultores de la zona, que era hasta hace poco una de las «privilegiadas» de Aragón ya que presentaba una cosecha aceptable.

A pesar de todos estos males, desde UAGA consideran que los problemas han sido «puntuales» y ven las recientes y copiosas lluvias como un balón de oxígeno para afrontar lo que queda de la campaña agraria.

También en el sector vitivinícola recibe las precipitaciones con los brazos abiertos. Así lo subrayaron ayer desde el consejo regulador de la Denominación de Origen Calatayud. «Han tenido un efecto beneficioso para el viñedo, al aliviar el estrés hídrico que sufría la planta tras un invierno y una primavera muy secos», apuntaron. Ciertamente, las lluvias se han producido en un «momento óptimo» para este cultivo, ya que en primavera y a principios de verano es cuando la planta mejor aprovecha el agua.