La Legión vuelve a desbordar Málaga para el traslado del Cristo de la Buena Muerte

Miles de personas se echaron a la calle, desde primera hora de la mañana, para ver a los soldados

Los más fieles esperaban en la plaza de Santo Domingo para ver salir al Cristo y ser entronizado

Adrián Jiménez dice que, dentro de unos años, será el legionario Jiménez. «Quiero serlo como mi padre», asegura este niño de ocho años, que vestido con el uniforme del Tercio espera a que lleguen los más de 200 efectivos del Tercio Duque de Alba de Ceuta para ver el traslado del Cristo de la Buena Muerte. «Lo ha mamado desde chico», dice su padre, Miguel Ángel Jiménez, que se licenció en 2005. «Para un congregante es lo más grande. Al Cristo siempre le pido salud, es lo importante«, señala el progenitor orgulloso, que por la tarde cambiará el ‘chapiri’ por la túnica y sacará a hombros al Sagrado Protector del Tercio por las calles de Málaga.

Eran los momentos previos a que llegara el Tercio, que desembarcó este Jueves Santo a las 10.30 horas del buque Contramaestre Casado cantando ‘El novio de la muerte’, aquel cuplé que en los años 20, poco después de la Legión se ligara a la cofradía de Mena, cantó Lola Montes en 1921 por primera vez en el teatro Vital Aza. Ese verano, lo volvió a entonar en Melilla y Millán Astray lo convirtió en himno oficioso del Tercio adaptándolo a marcha militar. Con esos sones bajaron, para luego comenzar el desfile por las calles de Málaga.

Las aceras repletas, los balcones llenos y la ilusión desbordada, cuando se oían los sones de la banda de guerra estallaban los aplausos, que acaban en vítores al Tercio, a España y al Rey. Málaga salió a la calle. Miles de personas desbordaron el recorrido para ver a la Legión rendir honores a su Sagrado Protector, al que guardan en su pequeña capilla desde el pasado Viernes de Dolores.

Una vez en la plaza, el Tercio Duque de Alba entregó el estandarte del Cristo al Juan de Austria, que lo custodiará todo este año. Desde la capilla, por la pequeña puerta de la Iglesia de Santo Domingo, salió como un rugido el Credo Legionario. Esos versos que el fundador, Millán Astray, arraigó en el ADN de estos soldados inspirándose en ‘bushido’ japonés de los samuráis. Al acabar fue el eco de las botas golpeando el mármol los que anunciaban la salida.

La Marcha Real (himno de España) presidió la salida del Cristo con marcialidad. El Señor ya estaba en la calle. Los toques en la Cruz guiaban el paso, mientras ‘El novio de la muerte’ retumbaba entre los edificios. Lo cantaban los legionarios y los miles de asistentes, hasta que los que sólo adivinaban desde la lejanía lo que estaba sucediendo en la plaza Fray Alonso de Santo Tomás (nombre de ese espacio a las puertas de Santo Domingo).

Imagen principal - La Legión es una tradición en Málaga que se pasa de padres a hijos, el Tercio es acogido cada año por miles de personas en el Jueves Santo
Imagen secundaria 1 - La Legión es una tradición en Málaga que se pasa de padres a hijos, el Tercio es acogido cada año por miles de personas en el Jueves Santo
Tradición La Legión es una tradición en Málaga que se pasa de padres a hijos, el Tercio es acogido cada año por miles de personas en el Jueves Santo J.J.M.

Con el Cristo en medio de la plaza, la Legión recordó a los que ya no están. Sonó el toque de oración, por los que se fueron, por los que cayeron, por los que no pueden rendir honores, pero son acogidos por el Señor de la Buena Muerte bajo su eterna protección. Los guiones legionarios se inclinaron, rindiendo pleitesía al Protector que los guarda en los momentos más difíciles, antes de coger rumbo al salón de tronos.

Observaba la Virgen de la Soledad la escena. Los honores al Hijo desde el trono de procesión. El Cristo fue presentado a la Madre y siguió camino de su trono con la marcha Cristo de La Legión’ de Eloy García, interpretada por la banda de música de la Brigada ‘Rey Alfonso XIII’. Una vez entronizado, volvieron los versos del Credo Legionario y la banda de guerra aceleró el tempo para la retirada.

Todo quedó listo para la salida procesional del Jueves Santo, donde los soldados acompañan al Cristo por Málaga. Los miles de personas quedaron palpitando, cazando una foto y, algunos, dándose prisa para comer y poder coger buen sitio pronto en el recorrido. En el recuerdo quedó José María Garrido pidiendo salud al Cristo desde la valla, que ocupa todos los años, desde donde ve al Jesús en la Cruz que lleva tatuado en el brazo y al que rezará esta tarde, como otras muchas tardes hace en la intimidad de su capilla.