El español que más sabe de guerra: «Si Putin usa armas nucleares tácticas, la escalada es inevitable»

Fernando Quesada Sanz, catedrático de arqueología y experto en historia militar antigua, dirige un ciclo en la Fundación Juan March sobre las guerras de la Edad Media

La Edad Media duró 1.000 años y ocurrieron muchas cosas. No es un todo, como muchas veces lo queremos explicar. Hubo luchas territoriales, de religión entre el islam y el cristianismo y aparecieron reinados autoritarios y absolutistas que provocaron nuevas batallas. De estas se hablará a partir del día 10 en la Fundación Juan March en un ciclo dirigido por el catedrático de arqueología y experto en historia militar, Fernando Quesada Sanz. En las conferencias se explorarán los detalles de la célebre batalla de Hastings, la repercusión europea de las Navas de Tolosa, el papel de los espías en la batalla de Azincourt o el asedio de Constantinopla en 1453, que acabó definitivamente con el Imperio romano.

Sobre estos enfrentamientos, sobre el concepto de guerra en sí y cómo han cambiado con los siglos —y la aparición de nuevo armamento como las bombas atómicas— hablamos en esta entrevista, ya que aunque el ser humano tenga un intenso deseo de paz, la guerra, como hemos podido comprobar recientemente en Ucrania, siempre está ahí.

Foto: Mehmed II. Obra de Gentile Bellini (Fuente: Wikimedia)

PREGUNTA. ¿Cómo eran las batallas de la Edad Media y qué nos dicen de esa época?

RESPUESTA. El mundo medieval era muy heterogéneo y duró un milenio. Las capacidades militares de Bizancio en el siglo VI, sucesor del Imperio Romano, o de un reino como Aragón en el siglo XII no tienen nada que ver entre sí. Tampoco las batallas entre señores feudales de la Alta Edad Media o las que se producen cuando empiezan a surgir reinos autoritarios como Francia o Inglaterra. La Edad Media es muy heterogénea. Son mil años y muchas circunstancias distintas. En segundo lugar, en la Edad Media la batalla campal es la excepción más que la regla. Batallas como las Navas de Tolosa son objeto de análisis por su rareza. Eran más frecuentes las pequeñas expediciones de saqueo, robar unos rebaños, tomar un castillo… Por eso he procurado combinar en el ciclo asedios con batallas campales, batallas entre reinos cristianos, entre cristianos y musulmanes… Puntos focales que además fueran decisivos por sus resultados, por la tecnología empleada o por las implicaciones religiosas e ideológicas que tienen.

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placeholderEl catedrático Fernando Quesada Sanz.
El catedrático Fernando Quesada Sanz.

P. Muchas veces, lo metemos en un mismo conjunto, pero las armas del 636 imagino que se parecen poco a las de 1453, y eso lo cambia todo.

R. Constantinopla, por ejemplo, fue asaltada y sitiada muchísimas veces. El islam intentó tomar Constantinopla en el siglo VIII al tiempo que llega a la península Ibérica, pero fracasan porque el imperio bizantino tiene recursos como el fuego griego y las murallas construidas en época de Teodosio II que son invencibles. Pero esas mismas murallas, cuando llega 1453 y Mehmet el Conquistador dispone de artillería de pólvora capaz de lanzar unos bolaños de piedra a una velocidad y fuerza tremenda, acaban siendo derribadas. En el caso de Azincourt entre ingleses y franceses ahí los arqueros ingleses, que eran unos pelagatos, es decir, no eran nobles, y los caballeros combinados con ellos fueron capaces de derrotar a la orgullosísima, noble y aristocrática caballería francesa.

P. Una de las batallas que se analizan es la de las Navas de Tolosa. ¿Por qué ganaron los cristianos a los árabes?

R. Las armas que tenían árabes y visigodos en el VIII son las mismas. No era que unos llevaban alfanjes y turbantes y los otros espadas rectas, como solemos imaginar. Durante mucho tiempo, Córdoba y luego almorávides y almohades tienen un reino unitario que controla un territorio enorme y son capaces de levantar ejércitos más grandes y tienen recursos de arsenales para tener un núcleo profesional mejor entrenado, más cohesionado que el equivalente de los reinos feudales. Hasta el siglo XIII armas y tácticas son parecidas, pero el mundo islámico tiene más capacidades logísticas, económicas, numéricas y organizativas.

P. ¿Qué cambia las tornas?

R. Por primera vez varios reinos cristianos hacen un esfuerzo de gran calado para unirse en una cruzada, consiguen un ejército potente y consiguen luchar en sus propios términos: con carga de caballería pesada y aprovechando errores tácticos del bando musulmán. A partir de ese momento los reinos musulmanes no van a tener la capacidad demográfica y económica que tenían antes y en cambio los reinos cristianos van a ir sumando territorios, recursos y población y acaban teniendo ventaja.

placeholderMiniatura que representa la batalla de las Navas de Tolosa de 1212.
Miniatura que representa la batalla de las Navas de Tolosa de 1212.

P. En la Edad Media. hablamos de religión, territorio… ¿Los motivos para empezar una guerra han sido siempre los mismos?

R. La guerra es mala siempre porque arruina vidas y haciendas, pero en la historia de la Humanidad, desde la prehistoria, el neolítico y hasta hoy con el ejemplo de Ucrania, es una de las formas más estables y constantes de relación entre comunidades. Hay otras como el comercio, las relaciones a través de las migraciones, bodas familiares, pueblos que se mezclan, pero la guerra, la acción violenta es una de las más constantes. Y no parece que nos estemos librando de ella a pesar de que desde 1945 la humanidad dispone de unas herramientas de las que no ha dispuesto hasta ahora, esto es la capacidad de destruirse a sí misma por completo. Las guerras antes del siglo XXI y XX podían ser devastadoras, pero nunca la humanidad había tenido la capacidad de aniquilarse a sí misma, cosa que ahora sí existe.

P. Es la gran paradoja: las armas nucleares pueden aniquilarnos, pero a la vez lo evitan.

R. Sí y no. Durante la Guerra Fría la potencia de las armas nucleares creció de manera exponencial. Las bombas de Hiroshima y Nagasaki eran bombas que hoy se consideran pequeñitas, se miden en 10-20 kilotones, pero a partir de los 50 y 60 se desarrollaron armas cuya potencia se mide en megatones, cuya capacidad destructiva es exponencialmente mayor. Hoy en día los ejércitos que disponen de armas nucleares tienen dos tipos: unas son las armas nucleares estratégicas que se lanzan desde submarinos o cohetes balísticos intercontinentales y aviones. Están diseñadas para destruir áreas enteras, ciudades. El empleo de estas armas es lo que durante la Guerra Fría y hoy se consideraba una locura.

El problema es que los ejércitos desde la Guerra Fría diseñaron también armas nucleares tácticas de pequeña potencia. Se pueden disparar, no de un continente a otro, sino en el campo de batalla, a 100-200 kilómetros, lanzadas por artillería o misiles de crucero sobre todo, y están pensadas para destruir formaciones militares o depósitos de munición o puestos de mando. En teoría no provocan el fin de la humanidad. Pero no es tan sencillo porque hoy en día las armas tácticas son contrarrestadas por una enorme dispersión táctica. Es decir, los soldados no combaten agrupados sino que una brigada se extiende por muchos kilómetros y no está garantizado que una o dos bombas nucleares tengan un efecto decisivo, sino que a lo mejor hay que usar muchas bombas tácticas. Y ahí ya la barrera entre el empleo táctico y el estratégico empieza a difuminarse porque llega la tentación de bombardear una capital y borrar a su Gobierno. Es decir, la escalada de armas tácticas puede escalar a otra cosa más peligrosa, que es la guerra estratégica.

«Me parece pasmoso que se hable con mucha alegría de una guerra nuclear, porque empieza de esta manera y nunca se sabe cómo acaba»

P. Uno de los temores es que se apriete ese botón, por eso le decía que ese mismo miedo puede echar para atrás y no usarlo.

R. Lo que me parece pasmoso es que ahora la prensa hable con mucha alegría de una guerra nuclear porque empieza de esta manera y nunca se sabe cómo acaba. Si las armas existen, acaban usándose. Hasta ahora, por el miedo de la Destrucción Mutua Asegurada, la humanidad ha conseguido no destruirse a sí misma, pero con mucha frecuencia y frivolidad se habla de las armas tácticas y no, hoy en día la Rusia de Putin no puede con unas pocas bombas tácticas ganar la guerra. La escalada sería prácticamente inevitable.

P. La diferencia con otras épocas es que no tenían estas armas. ¿El concepto de la guerra era distinto al de hoy?

R. En el mundo antiguo y medieval la guerra era casi una función social estable. Es decir, no había una concepción de la paz como ahora, sino que el estado natural del ser humano, los Estados, los Reinos, era estar en guerra con sus vecinos y la paz era una temporal ausencia de guerra. El emperador Augusto lo tenía muy claro. En su testamento político dice: bajo mi reinado, Roma ha estado en paz y he cerrado el templo de Jano por vez primera en siglos. Es una situación deseable, no por todos, pero es inhabitual.

El mundo medieval perpetúa esa tradición y utilización de la guerra y emplea muchos pretextos, pero en el fondo son siempre los mismos: una ambición personal y política, deseo de enriquecimiento, razones personales, o estatales, y luego razones ideológicas: el mundo actual es muy descreído, pero tanto el cristianismo como el islam consideraban que la guerra era una forma dura pero necesaria de cumplir unos mandatos divinos. De manera que se recurre a un disfraz de autodefensa, pero en el fondo hay razones comunes en todas las épocas. Y en este sentido, la guerra actual, la medieval y la antigua no han cambiado. Hay ambición, errores de cálculo, deseos de riqueza, miedo a un ulterior ataque y deseo de anticiparse. Al final tenemos una serie de motivos que son los mismos ahora que hace 2500 años.

«Se recurre a un disfraz de autodefensa, pero hay razones comunes en todas las épocas. La guerra actual, la medieval y la antigua no han cambiado»

P. ¿Y las consecuencias también son las mismas?

R. Hay guerras y guerras. No es lo mismo la constante y larvada que hay en Somalia o Sudán, que son guerras que se perpetúan durante décadas como ocurría en el mundo medieval y que afectan a territorios limitados, lo cual no significa que los efectos para que los que las sufren no sean pavorosos. Luego hay situaciones de guerra no declarada que de vez en cuando erupciona. Es el caso de Israel y los países árabes vecinos. Constantemente hay una situación de guerra, pero los cañones hablan de forma limitada. Luego hay guerras de alta intensidad como es ahora la de Ucrania, que es cuando se recurre a fuerzas convencionales de alto nivel donde las unidades que combaten son brigadas y hasta cuerpos de ejército de decenas de miles de hombres. Ahí las consecuencias pueden ser el colapso de un Estado.

En este caso todavía no sabemos si va a ser la Federación Rusa la que va a acabar colapsando por un error de cálculo de Putin o va a ser Ucrania la que acabe perdiendo el apoyo de las potencias occidentales porque se harten o no tengan ya la capacidad de seguir enviando municiones y armas y tenga que ceder. En el mundo medieval pasaba lo mismo: había guerras de alta intensidad como algunas cruzadas; en Europa los conflictos entre los señores feudales del norte de Francia eran constantes y de vez en cuando eclosionaban en batallas más intensas. Esta coexistencia de guerras de distinto nivel de intensidad era una constante en el mundo antiguo, medieval y el actual.

placeholderLa batalla de Azincourt, que enfrentó a ingleses y franceses.
La batalla de Azincourt, que enfrentó a ingleses y franceses.

P. Le preguntaba cómo empiezan las guerras, pero ¿cómo suelen terminar? ¿Con una gran derrota o con una negociación de las partes? Al final, ¿alguien tiene que ceder?

R. Las guerras que acaban con la derrota militar completa de un adversario son las menos, paradójicamente. Un ejemplo es la Alemania nazi en la II Guerra Mundial, que fue aplastada militarmente. O la rebelión de los Tigres Tamiles en Ceilán en una guerra de baja intensidad que acabó con la aniquilación de la guerrilla, o la Guerra de Secesión americana en la que las fuerzas del sur fueron aplastadas militarmente. Pero otras muchas guerras, incluso después de batallas aparentemente decisivas, se perpetúan. Por ejemplo, las Navas de Tolosa parece que dan un golpe de gracia al imperio almohade, pero en realidad no es una victoria decisiva. Lo más habitual para que acabe una guerra es que los objetivos sean limitados: en la Edad Media, por ejemplo, conquistar una fortaleza, asegurarse unos derechos dinásticos… Las guerras suelen acabar en negociaciones, que pueden ser estables o muy inestables.

Normalmente, en la Edad Media y la Edad Moderna, una guerra que no acababa con la convicción del derrotado de que ha sido derrotado puede dar lugar a un deseo de revancha que provoque una guerra ulterior. Eso pasó con la Alemania imperial de 1918, que no había visto sus ciudades destrozadas y su país ocupado y por lo tanto el Partido Nazi pudo vender que había habido una puñalada por la espalda. Eso y la torpeza de los países occidentales, Francia en particular, provocó una guerra ulterior. Lo que ocurre es que la mayoría de las guerras terminan con tratados formales o más o menos informales que en una proporción demasiado elevada solo sirven para preparar la siguiente guerra. Eso ocurrió en Israel con las guerras del 48, 67 y 73.

P. Y en el caso que tenemos ahora entre Ucrania y Rusia, usted, como historiador y conocedor de tantas guerras y batallas, ¿qué cree que es más probable, que se llegue a una negociación o que algún bando acabe siendo el vencedor?

R. Soy historiador y no adivino. No se puede prever lo que va a pasar. El ejército ruso ha demostrado en estos meses una notable ineptitud por parte de sus mandos, una notable falta de flexibilidad táctica, una notable falta de capacidad logística, ha luchado una guerra inicial para la que no estaba preparado. Pese a lo que se cree, al principio combatió voluntariamente con una mano atada a la espalda, es decir, no empeñó todas las fuerzas de las que disponía. Quiso hacer una guerra quirúrgica, a pesar de la desinformación que se nos sirve en la prensa occidental actual. Pero no usó la artillería como la está usando ahora, no usó la guerra económica… Ahora la guerra se ha enconado tanto que militarmente no parece que con una guerra convencional Rusia esté en condiciones de provocar la derrota de Ucrania que posiblemente ahora tiene en el frente más hombres y mejor organizados que Rusia. Las deficiencias en armamento de Ucrania han sido enjugadas por la masiva ayuda americana y occidental.

Y es probable que Ucrania siga infringiendo derrotas tácticas en Donetsk y Lugansk, pero hay una línea roja que Rusia no puede tolerar y es que se amenace la conquista de Crimea por parte de Ucrania. Ahí sí que estaríamos ante un posible peligro de escalada hacia otra cosa, por lo que es probable que Estados Unidos e Inglaterra frenen cualquier intento de Ucrania de ir más allá de Donetsk y Lugansk. No veo probable una escalada nuclear. El poder de Putin no es omnímodo, así que después de primavera quizá habrá algún tipo de acuerdo en el que Rusia intente salvar la cara y Ucrania pueda decir que ha ganado militarmente la guerra. Lo que no sé es si esa solución negociada va a ser estable y definitiva o va a ser una tregua hasta la próxima.

placeholderEl asedio de los turcos a Constantinopla en 1453.
El asedio de los turcos a Constantinopla en 1453.

P. Esta es la primera guerra en Europa en el siglo XXI. ¿Qué nos dice con respecto a las otras sucedidas en el continente durante el siglo XX? ¿Qué es nuevo? ¿Qué es igual?

R. Nos olvidamos con cierta facilidad de que en Europa no hace tanto hemos tenido en los Balcanes una guerra convencional a gran escala donde finalmente intervino la OTAN bombardeando Serbia. En el caso de Ucrania, desde el punto de vista estrictamente militar, los rusos han actuado con un ejército que supuestamente estaba muy remozado después del colapso de la Unión Soviética. Putin creía que tenía una herramienta afinada y afilada y los primeros intentos de invadir Ucrania por cuatro sitios a la vez demostraron que estaba intentando luchar una campaña al estilo de la II Guerra Mundial pero sin aplicar toda la fuerza que podía ni preparar una logística compleja porque pensaba descabezar pronto al ejército ucraniano y tomar Kiev. La inteligencia militar que Occidente ha proporcionado a Ucrania ha sido a tal nivel que los ucranianos siempre han estado dos o tres pasos por delante de Rusia en movilidad e información.

Rusia ha llevado una guerra más parecida a la II Guerra Mundial que a lo que se estaba dando en las últimas décadas en el uso de las armas inteligentes. Es decir, la aviación rusa no ha sido capaz de conseguir la supremacía área y su uso de armas inteligentes ha sido muy limitado. Un peso excesivo de las fuerzas acorazadas ha llevado a muchos a pensar que esto era el fin de los carros de combate y que estábamos en la última guerra del siglo XX. Y es cierto que se está empleando artillería con proyectiles guiados, drones que están revolucionando las tácticas de las pequeñas unidades, pero los principios básicos de la guerra siguen siendo los mismos que eran en el neolítico: voluntad y moral de victoria, convencimiento de la causa por la que se lucha, logística adecuada, capacidad de aprovisionar a las fuerzas con las armas que en cada momento se necesiten, inteligencia, información y en todo esto Ucrania se está demostrando en mejores condiciones que Rusia. No solo está resistiendo con éxito sino contraatacando con gran eficacia.

«Los primeros intentos de invadir Ucrania demostraron que estaba intentando luchar al estilo de la II Guerra Mundial»

P. Después de analizar tantas guerras y batallas, ¿el ser humano es un ser belicoso o pacífico?

R. Esta es la gran pregunta desde Rousseau y Hobbes… y antes. Los intentos de encontrar sociedades primitivas pacíficas y que desconocen la guerra en la inmensa mayoría de los casos han fracasado o son sociedades que se han quedado estancadas en un nivel de desarrollo propio del neolítico o el paleolítico y quizá tenga que ver con esa falta de ambición de expansión violenta. Por otra parte, hay sociedades primitivas como en Papúa Nueva Guinea de enorme agresividad. Lo que sé es que las comunidades humanas organizadas en sociedades complejas tienen en la guerra uno de sus recursos más constantes incluso ahora en el siglo XXI cuando se pensaba que la guerra a gran escala era un absurdo impensable y tenemos una a las puertas de casa. Por tanto, no parece que seamos capaces de escarmentar de errores pasados. La guerra está y va a seguir estando en el futuro.