«Nunca ha habido tantos médicos en España. Pero su distribución por especialidades es muy caótica»

Verónica Casado, exconsejera de Sanidad de Castilla y León y médica de Familia, habla con EL MUNDO de la situación actual de los profesionales de esta especialidad, uno de los problemas de la crisis que vive el sistema nacional de salud.

Sabe de primera mano lo que es comenzar el día con una lista de pacientes a los que atender más larga de lo que aconseja el sentido común y dejarse la piel para intentar que la calidad de la atención que les presta no se resienta. Tanto, que en 2018 la llegaron a nombrar mejor médica del mundo por la organización internacional Wonca.

Pero también conoce de primera mano los entresijos de los despachos y los partidos políticos, lo que hay realmente tras un tenso tira y afloja de Ministerio y autonomías, tras un debate parlamentario, unas polémicas declaraciones en televisión o el encaje de bolillos de un presupuesto.

Verónica Casado, exconsejera de Sanidad de Castilla y León por designación de Ciudadanos, no pudo ocultar sus lágrimas durante una comparecencia en las Cortes autonómicas recordando a sus compañeros sanitarios fallecidos en la pandemia. Y ahora que ha vuelto ya al día a día de su centro de salud saca tiempo de entre las piedras para responder esta entrevista porque «es terrible lo que está pasando, todos ven la Medicina de Familia y la atención primaria como la solución y nosotros nos la estamos cargando«.

P. ¿Realmente faltan médicos en España?
Nunca ha habido tantos médicos en España. Pero su distribución por especialidades es muy caótica. Hay especialidades con superávit, especialidades estables y especialidades deficitarias y muy deficitarias, que son en algunas comunidades hasta 18 e incluso más. Entre ellas, las dos que trabajan en atención primaria: Medicina de Familia y Pediatría.
P. ¿Dónde ha fallado el sistema?
Como todo problema grave es multicausal. En el caso de la Medicina de Familia se inicia en la facultad, donde tiene poca presencia. Esto unido al deterioro de la calidad laboral en atención primaria, medicocentrista, burocratizada, saturada y con tiempos de dedicación ridículos está en el origen del escaso prestigio. Se han estado ofertando muchas plazas hospitalarias que no son necesarias a estudiantes que conocen poco la Medicina de Familia y que lo que conocen de ella se vincula a condiciones laborales difíciles.
P. ¿Qué condiciones laborales mínimas deberían darse para evitar la fuga de médicos?
La primaria ha tenido un problema de financiación, planificación, organización y gestión. Todo eso debe actualizarse. En salarios en muchas autonomías a igualdad de condiciones son iguales entre niveles, pero donde sí hay diferencias de hasta el triple es entre jefe de servicio hospitalario y director/coordinador de centro de salud. Es normal que los puestos de difícil cobertura o desempeño se queden sin cubrir. Eso se soluciona con planificación y no sobresaturando el sistema de médicos, que genera otra terrible bolsa de médicos en paro. Y también con incentivos económicos y no económicos. El médico de Familia puede querer más dinero pero sobre todo quiere tiempo para atender con calidad a sus pacientes, buenos sistemas de información, que se tenga en cuenta la complejidad del cupo, la complejidad del desempeño y de la cobertura, herramientas de telemedicina como complemento, que la burocracia salga de las consultas y poder trabajar en salud comunitaria. El número de tarjetas debe depender de todo eso.
P. Se barajan muchas opciones para evitar la falta de médicos de primaria. Desde rebajar la nota de corte del MIR a elevar el número de extracomunitarios o hacer MIR extraordinarios sólo para las especialidades deficitarias como Medicina de Familia. ¿Qué le parecen estas opciones?
No se debe rebajar la nota del MIR. Se debe equilibrar la oferta de plazas. Tampoco hay que elevar el porcentaje de extracomunitarios, sino equilibrar la entrada con sistemas de homologación tipo ECOE. Sí se debería hacer una convocatoria MIR urgente y específica para las 18 especialidades en precario. También hay que incentivar a tutores y establecer estancias formativas en Familia obligatorias para todos los especialistas hospitalarios. El conocimiento de ambos niveles mejora su coordinación y la solvencia de ambos niveles.
P. Ante situaciones límite como la actual se barajan también decisiones drásticas como obligar al terminar el MIR a ejercer durante unos años en lugares de difícil cobertura antes de poder optar a otros destinos. ¿Es una idea descabellada?
Obligar a ejercer en puestos de difícil cobertura unos años se hace en muchos países. En algunos que funcionan por sistema de beca, si cambia de especialidad debe devolverse lo invertido. El Ministerio de Defensa prevé dos años de trabajo por año de formación dada. Hay que tener en cuenta que la formación de un especialista en este país ronda los 230.000 euros. La situación de extrema necesidad que se va a vivir en algunas zonas hacen que esta solución deba ser estudiada. También debe valorarse la incentivación a los médicos jubilados de especialidades precarias que quieran y puedan prolongar su actividad.
P. ¿Qué otras medidas habría que adoptar para resolver el problema de la primaria?
La falta de médicos de Familia va a ser tan generalizada que todo va a ser de difícil cobertura si no se actúa ya. La estabilidad en el trabajo es clave, la incentivación económica, la conciliación familiar, el acceso a docencia e investigación, las facilidades familiares, el acceso a la vivienda, los incentivos fiscales…
P.  ¿Cree que el problema va mucho más allá de la falta de médicos?
Hay otras muchas graves amenazas: el despilfarro versus la falta de financiación a lo más eficiente, la medicalización, la ausencia de indicadores de desempeño y resultados, la politización de la sanidad, la no valorización de la atención primaria como eje vertebrador del sistema, la desertización del medio rural, la atención primaria urbana con presiones asistenciales muy elevadas y listas de espera, la secretarización de la primaria y, lo que es peor, su uberización.
P. Son muchas amenazas… ¿Cómo se resuelve todo con la urgencia que está precisando ya la situación de la atención primaria?
Mediante un gran pacto político nacional que facilite una renovada Ley General de Sanidad o una norma sobre atención primaria. Pero aun sin marco legal nuevo es imprescindible un pacto por la sanidad. No debe hacerse política con la sanidad sino Política Sanitaria, que blinde nuestro sistema sanitario público.

Este pacto debería trabajar sobre el eje de mejor financiación para el sistema y para la AP y sobre un sistema de información sobre desempeño y resultados que permita eliminar el despilfarro. En planificación de los recursos humanos, habría que convocar inmediatamente plazas para la formación de especialistas de todas las especialidades que a día de hoy estén en déficit. Y, sobre todo, por todos los medios posibles, hay que prestigiar la atención primaria y la Medicina Familiar y Comunitaria.